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CON AUDACIA, DOS FÁBRICAS ICÓNICAS GANAN OTRA VIDA

- Berto González Montaner Editor general

Quién dijo que un edificio de oficinas o uno de departamen­tos es siempre y sobre todo un apilamient­o de plantas donde deben coincidir núcleos de circulacio­nes y núcleos húmedos. Y que en definitiva lo que vale es resolver con astucia y eficiencia las plantas.

Los proyectos de Terrazas de Volcán (página 12) y Mercado Libre (página 18), que publicamos en esta edición, parecen dispuestos a demostrar que no siempre es así. Y que también puede ser todo lo contrario. En ambos casos, más que la planta, lo que hicieron valer sus proyectist­as es el potencial creativo del corte.

MRA+A, asociados con Rossana Samilián, hicieron de la legendaria fábrica Volcán, en las cercanías de Parque Chacabuco, un complejo residencia­l con amenities y hasta restaurant propio le pusieron en su último piso. Como dice Inés Álvarez (con cierta chispa) es “un complejo que nace de las cenizas”, en referencia a los orígenes del establecim­iento. Valiéndose del corte, hicieron que sus unidades habitacion­ales no se parezcan mucho a las habituales. Las alturas de entrepisos de la fábrica existente concediero­n a los proyectist­as la posibilida­d de hacer departamen­tos generosos, con una escala que recuerda más a las casas de antes que a los magros departamen­tos actuales. Y en algunas unidades lograron colocar entrepisos y generar dobles alturas.

En las oficinas de Mercado Libre, distribuid­as en 9 pisos de la ex Fábrica Philips (que ahora forma parte del complejo Polo Dot, de IRSA), la apuesta fue aún más extrema. Hasta diría revolucion­aria.

Sus proyectist­as, el equipo formado por los estudios De Elía-irastorza, Bodas-miani-anger y Methanoi, agujereó las 9 plantas como si fueran un queso gruyere y conectó sus pisos con túneles-escaleras que permiten “navegar” el edificio sin necesidad de esperar el ascensor o tomar la escalera de alguno de los dos grandes núcleos verticales, previstos en el reciclaje del edificio que lleva la firma de Machado & Silvetti. No conformes con eso, estos conectores también ofician de lugares de recreación, de salas de reunión y uno se cierra para armar un auditorio.

¿Qué consiguen con esta arriesgada operación? Un edificio más relajado, más democrátic­o, con recorridos más aleatorios, con muchos lugares de encuentro casuales. Un combo favorable y propicio para el intercambi­o y la gestación de nuevas y disruptiva­s ideas, que es el capital de la compañía. Pero lo notable del proyecto es que lograron traducir y adaptar un concepto del mundo digital, el de los links y los hipervíncu­los, a una configurac­ión física, espacial, arquitectó­nica. Y que les quede bien.«

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