DEBATES Y CONSPIRACIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Una de cal, otra de arena. Esta edición de ARQ viene con menú variado.
En principio, dos proyectos deliciosos. El museo M9 dedicado a la historia del siglo XX en Mestre, Italia, proyectado por el estudio alemán Sauerbuch Hutton y contado por uno de sus socios, el argentino Juan Lucas Young. Y por otro lado, varios kilómetros al Noroeste y ya en Suiza, una mínima capilla al borde de una autopista diseñada por Herzog & de Meuron.
Las dos obras, de una sensibilidad casi extrema, radican la potencia de sus planteos en el entendimiento del sitio. La proyectada por el estudio de nuestro compatriota genera un edificio poroso que se abre con absoluta generosidad a la ciudad, a la vez que permite ser atravesado por callejuelas y así cualificar y dar dinamismo al espacio público (pág. 16). La idea fue producir un dispositivo que ayudara a esta pequeña ciudad de 100.000 habitantes, que es un polo industrial y comercial, abrirse a una identidad más heterogénea que le permitiera tener su lugar en el mapa frente al arrollador atractivo cultural y turístico de su vecina Venecia.
En el caso del proyecto de Herzog & de Meuron, su obra entiende el sitio, casi desapareciendo (pág. 6). Justo ellos, quienes se hicieron conocidos por la sutileza en el diseño de sus pieles y fachadas. Recordarán seguramente, las Bodegas Dominus, los estadios el Nido o el Allianz Arena. O, la más reciente, Filarmónica de Elba. Bueno, aquí casi todo pasa bajo tierra. Arriba una serie de planos blancos, simplemente apoyados unos contra otros; abajo, un espacio cavernoso donde se desarrolla introspectiva la capilla.
Pero el silencioso tsunami producido por el Covid-19 sigue golpeando nuestra existencia. Y con la pandemia, el tema urbano va cobrando cada vez mayor protagonismo (pág. 10). Según Onuhabitat, el 95% de los infectados está en áreas urbanas. Una cifra que habla del papel que tiene el diseño urbano como posible catalizador o antídoto de estas pandemias. De ahí, se desprende uno de los roles relevantes que tienen las facultades de arquitectura y urbanismo como usina donde se ponen en cuestión estos temas.
Días atrás, en ARQ 19.05, Lucía M. Quijano criticó cierto anacronismo en los planes de estudio de la FADU. La nota armó revuelo en el claustro de profesores. Hay quienes tomaron en silencio notas sobre las críticas; otros vieron tras las opiniones de esta exalumna campañas conspirativas. En esta edición, el profesor y Secretario General de la FADU, Ariel Pradelli, (pág. 9) le responde con indisimulada iracundia y argumenta sobre el nivel de excelencia y de prestigio alcanzados por la carrera de Arquitectura de la UBA.«