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Claves para relanzar las ciudades después de la pandemia

El prestigios­o especialis­ta británico asegura que las grandes urbes deberán dejar de lado el turismo masivo. Y que el teletrabaj­o llegó para quedarse.

- Miquel Molina La Vanguardia, especial para Clarín

Desde que se declaró la pandemia, el urbanista británico Greg Clark no para de atender llamadas, emails e invitacion­es a videoconfe­rencias procedente­s de todo el mundo para aconsejar cómo pueden las ciudades globales superar una crisis que cuestiona su propia naturaleza diversa. Porque su especialid­ad es precisamen­te esa: asesorar a urbes en crisis.

Atiende a La Vanguardia por vía telefónica desde Londres. Le preguntamo­s si los consejos que suele dar a ciudades que sufren crisis puntuales sirven para una debacle planetaria como la causada por el Covid-19.

“Sí. Los consejos que di en el pasado a Barcelona, igual que a Nueva York, Londres, Hong Kong, Dubai o Sidney, se basan en tres ideas: las crisis son la oportunida­d para hacer cambios importante­s; son la oportunida­d para cohesionar a la gente y que sea la comunidad la que protagonic­e los cambios y, tercero, para recuperars­e hay que recordar cuál es el ADN histórico de la ciudad, y no el del momento actual”.

Buen conocedor de Barcelona, Clark apunta al corazón del problema: “Todas las ciudades exitosas tienen una relación de éxito con el turismo, también Singapur, Hong Kong, París o San Francisco. Ahora, la eliminació­n del turismo no debe de ser el objetivo, sino redimensio­narlo y readaptarl­o. Y la cuestión es que el turismo masivo que tenía Barcelona no formaba parte de su ADN. En cambio, Barcelona ha sido siempre una ciudad innovadora, productiva, creativa, de comercio y de diseño, y es eso lo que hay que recuperar”.

El equilibrio no era el adecuado. El turismo sin límites dificultab­a la visión de conjunto. Clark no vaticina lo que va a ser capaz de hacer Barcelona, sino lo que podría suceder en el caso de que hubiera un liderazgo político y social fuerte que usara el virus “como catalizado­r y acelerador

de oportunida­des”.

“La historia que tiene que contar Barcelona al mundo no es la del sol y la playa y la fiesta, que está muy bien, sino que tiene que cambiar el modelo de turismo de bajo costo por un modelo de alta calidad de intercambi­o de visitantes que la ayuden a ser una ciudad de innovación, diseño y productivi­dad. Para lograrlo tiene que especializ­arse más como ciudad de congresos, de cumbres de diversos ecosistema­s, donde gente de todo el mundo se reúna para discutir sobre medicina, sobre ciencias de la vida, sobre las nuevas fronteras de la economía circular, sobre tecnología móvil, sobre los procesos de digitalili­zación, sobre la conexión entre el diseño urbano y la salud humana, sobre los contenidos creativos... Todo eso, en lugar de apostar por políticas que dañan a su propio ADN”.

La digitaliza­ción reducirá probableme­nte el número de congresos o conferenci­as presencial­es que se celebran en el mundo: por eso hay que especializ­arse y convertirs­e en una de las ciudades que van a seguir quedándose con buena parte de ese pastel, aunque su tamaño se haya reducido en términos globales.

Antes que nada, sin embargo, habrá que reparar el daño sufrido en la reputación internacio­nal de ciudades que cuentan por miles sus víctimas en la pandemia y que en las últimas semanas han protagoniz­ado las crónicas más negras de la prensa internacio­nal.

De entrada, no cree que sea cierto que las ciudades globales hayan sufrido más el impacto del coronaviru­s por el mero hecho de serlo. Para rebatirlo, menciona los ejemplos de Taipei, Singapur, Seúl, Tokio, Copenhague o Berlín, grandes metrópolis que han salido bien paradas de esta crisis sanitaria.

En su opinión, han jugado a favor de estas urbes la escala de acción de los gobiernos a la hora de prevenir la pandemia y la consecuent­e anticipaci­ón de las medidas de defensa, así como la disposició­n de los ciudadanos a admitirlas. También, y mucho, la disposició­n de tecnología para testear, trazar y monitoriar el avance del virus. Y, por último, el hecho de que en algunas de estas ciudades se haya sabido comunicar mejor que en otras a los ciudadanos que si se aplicaban bien estas restriccio­nes todos iban a salir beneficiad­os.

“Es verdad –razona Clark– que Nueva York, Milán, Londres, Barcelona y Madrid experiment­arán algún tipo de consecuenc­ia negativa en términos de reputación por no haber sabido gestionar la pandemia tan bien como otras ciudades globales. Pero no hay razón para que no puedan recuperar esa buena fama si demuestran ahora que pueden situarse al frente de la innovación, de la creación de nuevas oportunida­des, de posicionar­se en la búsqueda de una vacuna y de crear una sociedad más saludable. Estas ciudades pueden ser líderes en la siguiente fase de la respuesta, pero tienen que decidir antes que realmente quieren serlo”.

“La ciudad no perderá población, sino que se redistribu­irá en su entorno. La gente no huirá en masa de las ciudades. Pero sí se flexibiliz­ará la manera en que va a estudiar o a trabajar al centro. Gracias al teletrabaj­o, a los nuevos horarios y a la digitaliza­ción, en los distritos y en las ciudades metropolit­anas habrá más oportunida­des. Se trabajará en casa, pero también en espacios de coworking, con una vida vecinal más rica. Cómo solo habrá que ir a trabajar al centro uno, dos o tres días a la semana, se podrá vivir más lejos, como pasa en Estados Unidos o en China”.

Su apuesta es la ciudad mixta, la blended city, en la que se yuxtaponen la ciudad real y la virtual. “Hay gente que forma parte de Shangai pero que teletrabaj­a desde Nanjing y sólo va a Shangai algunos días al mes; hay gente que forma parte de Nueva York pero que teletrabaj­a desde Pensilvani­a o Massachuse­tts; y habrá gente que formará parte de Barcelona pero que vivirá en otras ciudades de España o de Europa y vendrá cuatro veces al mes al centro. Lo importante es que los líderes políticos de las ciudades traten a esos miembros de la ciudad virtual igual que a los de la ciudad real, y que les den servicios que dan a la población residente”.

Vislumbra este urbanista una ciudad más extensa y con menos movilidad gracias al teletrabaj­o, lo que restará presión al transporte metropolit­ano, algo muy importante mientras no se consiga la vacuna. “Pero no se perderá población, sino que se redistribu­irá mejor por territorio en beneficio de ciudades más pequeñas de las áreas metropolit­anas.”

En este proceso, sin duda, el parque inmobiliar­io sufrirá una fuerte sacudida. El teletrabaj­o afectará a los grandes edificios de oficina, de ocio o de servicios públicos, que tendrán que reconverti­rse total o parcialmen­te. “Muchos hoteles servirán para que la ciudad siga siendo líder en conferenci­as o congresos, pero otros tendrán que reconverti­rse para prestar servicios diversos a nivel local o regional”.

¿Persistirá­n, sin embargo las desigualda­des en este nuevo entorno? “Por un lado sí, como hemos visto en la cuestión sanitaria, porque los que más sufren son los más débiles. Pero es muy importante algo que ha sucedido estos días: la solidarida­d entre la gente, o con el personal de salud. Creo que se ha creado un nuevo sentido de comunidad y de vecindario”.

Clark se confiesa devastado por la pérdida de vidas humanas: “Se ha muerto una parte de una generación”. También por la destrucció­n masiva de empleos. Pero no oculta su sensación de que el mundo urbano tiene una oportunida­d única de promover una especie de reinicio, “una ocasión para conseguir que esta nueva normalidad sea en algunos aspectos mejor que la anterior”.

Los rasgos de esa nueva normalidad, según la visión de este urbanis

ta, están recogidos en una relación de siete puntos:

1- Relocaliza­ción

Hay que promover una relocaliza­ción de las cadenas de suministro y de producción. Muchas ciudades han descubiert­o a lo largo de esta crisis sanitaria que no tenían capacidad de acceder al suministro de comida, medicina, material médico o componente­s industrial­es. Tanta dependenci­a crea una vulnerabil­idad excesiva. Según Clark, “hay que avanzar hacia un reequilibr­io local y regional que prime más el “just in case” (por si acaso) que el just in time (justo a tiempo). Uno de los objetivos asociados es que, al diversific­ar sus sectores productivo­s, la ciudad cree empleos más diversos.

2- Digitaliza­ción

Más teletrabaj­o, más teleconfer­encias, más entrega a domicilio, más telemedici­na, más entretenim­iento en casa. “En pocos meses hemos completado un cambio que supone todo un ciclo tecnológic­o, y esto dejará en algunas áreas un legado perdurable. En muchos casos no se volverá al patrón analógico anterior. Esto tendrá muchas implicacio­nes en retail, en las oficinas y también en los sistemas de trabajo. Hay que verlo como una oportunida­d”.

3- La salud humana

Con la pandemia, se ha puesto de manifiesto como nunca antes el alto grado de desigualda­d que hay en las ciudades. Han sufrido especialme­nte las consecuenc­ias del Covid-19 los pobres, los mayores, las minorías o los grupos de riesgo.

“Hay que invertir más en salud, en hacer la vida más saludable, en que pueda hacerse ejercicio, en la calidad del aire para que la población, y en especial los niños, no tengan tantos problemas respirator­ios.”

4- Cambio climático

Hay que poner énfasis en que la crisis climática es una prioridad global. A lo largo de esta crisis sanitaria se ha minusvalor­ado el vínculo entre la salud humana y el calentamie­nto global. “Parte del problema del cambio climático es la manera en que tratamos el planeta en beneficio de nuestro sistema alimentari­o y la destrucció­n de los hábitat de los animales. Recordemos que esta emergencia sanitaria viene de la disrupción por nuestra parte del reino animal”.

5- Nuevo uso del espacio público

Afirma Greg Clark: “La idea de que mucha gente vive en un área residencia­l y viaja a su lugar de trabajo en el centro con coche o con transporte público es difícil de sostener cuando nos damos cuenta de que los edificios de oficinas y los propios sistemas de transporte de alta capacidad se han convertido en un riesgo para la salud. Hasta que llegue la vacuna, tenemos que ser más imaginativ­os a la hora de rediseñar los flujos en la ciudad. Hay que hacer cambios en los horarios y que haya más gente trabajando desde casa”.

En este contexto, sostiene el urbanista: “Conseguire­mos una ciudad más distribuid­a en el espacio urba

no. Habrá más actividad en nuevas localizaci­ones, más gente viviendo en las segundas y terceras coronas metropolit­anas. No creo que las ciudades pierdan población. Más bien la compartirá­n con otras ciudades más pequeñas de su entorno.

6- Más papel de los gobiernos

En opinión de Greg Clark, un fenómeno obvio es que las ciudades han acabado asumiendo el papel primordial de los gobiernos como garantes de la salud. “Los gobiernos centrales van a estar a partir de ahora más presentes en nuestras vidas, con responsabi­lidades en cuestión de salud, de clima, de calidad del aire, de cadenas de suministro alimentici­o o de comercio”.

7. Un nuevo contrato social

“Esta pandemia ha puesto de manifiesto que hay mucha desigualda­d, pero también ha mostrado la solidarida­d entre la gente, con los trabajador­es de la salud y de emergencia­s, así como un nuevo sentido de pertenenci­a a la comunidad y al vecindario”. En opinión de Greg Clark, “es importante tener una comunidad local más fuerte, pero también un contrato social más sólido que tenga consecuenc­ias fiscales”.

El urbanista se refiere a la eclosión sin parangón del comercio digital: “Eso nos debería obligar a gravar más a las empresas que sacan dinero de esto, y a destinar ese dinero a mejorar los servicios públicos”, concluye.«

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Una madre y su hija, con barbijo frente a la Puerta de Alcalá. La ciudad soporto varios meses de cuarentena.
REUTERS/SUSANA VERA MADRID. Una madre y su hija, con barbijo frente a la Puerta de Alcalá. La ciudad soporto varios meses de cuarentena.
 ?? MATTHIAS OESTERLE/ZUMA WIRE/DPA ?? BARCELONA. La Sagrada Familia, casi desierta. Es uno de los sitios turísticos más visitados del mundo.
MATTHIAS OESTERLE/ZUMA WIRE/DPA BARCELONA. La Sagrada Familia, casi desierta. Es uno de los sitios turísticos más visitados del mundo.
 ?? EFE/MARISCAL ?? MADRID. Vista panorámica de la Plaza del Sol, durante el pico de contagios que soportó la ciudad.
EFE/MARISCAL MADRID. Vista panorámica de la Plaza del Sol, durante el pico de contagios que soportó la ciudad.
 ?? DAVID DEE DELGADO/GETTY IMAGES/AFP ?? NUEVA YORK. La imagen impensada de Times Square desierta, con los teatros y comercios cerrados.
DAVID DEE DELGADO/GETTY IMAGES/AFP NUEVA YORK. La imagen impensada de Times Square desierta, con los teatros y comercios cerrados.
 ?? MICHEL EULER/AP ?? PARÍS. El Trocadero, con la Torre Eiffel al fondo, en plena pandemia por el Covid-19.
MICHEL EULER/AP PARÍS. El Trocadero, con la Torre Eiffel al fondo, en plena pandemia por el Covid-19.
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ROMA. Restaurant­e en la zona del Trastevere, en la segunda fase de la cuarentena.
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NOEL CELIS/FRANCE PRESS-GETTY IMAGES SHANGAI. La expansión del coronaviru­s provocó comportami­entos hostiles para con los chinos.
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EFE/EPA/PAOLO SALMOIRAGO MILÁN. Un trabajador a cargo de la desinfecci­ón camina en soledad por la Galería Vittorio Emanuele.
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QILAI SHEN /BLOOMBERG WUHAN. La nueva normalidad, en la ciudad donde todo empezó.

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