Caso de estudio: cuánto se puede ahorrar aislando bien
Un especialista en eficiencia energética realizó una serie de reformas a una vivienda y documentó todo el proceso. Hubo una reducción del 35% en el consumo de energía.
Como parte del desarrollo de una tesis de posgrado, el arquitecto José Reyes planificó una serie de reformas en una vivienda con el fin de hacerla más eficiente en el consumo de energía para climatizarla y, por consiguiente, mejorar sus condiciones de confort.
El primer paso fue realizar un diagnóstico de la vivienda y establecer las condiciones previas a la intervención y para definir las mejoras necesarias. Para eso, utilizó el aplicativo para la formulación de las etiquetas de eficiencia energética para las construcciones, del cual ha participado en el desarrollo como integrante del subcomité de Carpintería de Obra y del de Eficiencia Energética en Viviendas de IRAM.
Reyes define la eficiencia como la “capacidad de lograr un objetivo deseado utilizando la menor cantidad de recursos posibles”. Con lo cual, “cuando se inyecta energía de más para acondicionar una vivienda se estaría siendo eficaz al lograr el objetivo de confort pero no eficiente”, compara.
El “caso de estudio” al que se realizaron mediciones de consumo de energía y de condiciones de confort corresponde a una vivienda suburbana de dos plantas 120 m2, de perímetro libre, construida en la década del 50. Se realizaron mediciones previas a la reforma y posteriores.
La norma IRAM 11900 que fija las bases para el etiquetado de eficiencia energética tiene un capítulo dedicado a las estrategias pasivas. “El aislamiento térmico era una de las áreas de posible intervención. En una vivienda existente hay cuestiones que no se podían cambiar, por ejemplo, la orientación o la inercia térmica porque implicaría reconstruirla”.
El aplicativo arrojó que el Indice de Prestaciones Energéticas (IPE) de la vivienda existente era 187Kw h m2/ año, y se verificó que un 80% de esa energía se iba en calefacción y refrigeración.
La reforma de la casa se planificó en etapas. Arrancó con el recambio de ventanas para lo cual se dejó constancia de las condiciones de hermeticidad de las aberturas existentes mediante un ensayo de infiltración (se presuriza la vivienda a través de un ventilador). Se retiraron todas las hojas y se dejaron los marcos originales para usarlos como premarcos de las nuevas ventanas de cierre hermético y doble vidrio.
“La diferencia fue notoria, no hay chiflete, y mejoraron las condiciones acústicas”, afirma Reyes. En una segunda etapa se colocaron 20 cm de aislante en techo (sobre el cielorraso, aprovechando el ático) y se reforzó el aislamiento térmico de la pared medianera.
Esta vivienda cuenta con sensores de temperatura y humedad ubicados estratégicamente para tener una temperatura de registro. En conjunto, estas acciones lograron llevar el IPE a 129. El ahorro energético fue de un 30% en verano. Se estima que en invierno (actualmente en estudio) el ahorro llegaría al 35% porque se va a bajar entre dos o tres escalas tarifarias en la factura. «