Barrios que apuestan a la sustentabilidad
Con diferentes estrategias, desarrolladores de urbanizaciones proponen incorporar energía solar y hasta una reserva natural.
Dos emprendimientos fueron rescatados del abandono a través de la incorporación de políticas sustentables muy distintas. El primero de ellos es Tres Pinos Villa de Campo, el cual nuclea tres desarrollos en 500 hectáreas y 2.227 lotes, sobre la autovía 6, a 10 km del Acceso Oeste. Su desarrollador es Marcelo Marincovich, quien tiene además otros negocios. “En el 99, junto a un socio chileno conocimos a un científico español, Juan Espinosa García, quien creó un chip que genera corriente alterna electrónicamente a partir de una fuente de energía, que puede provenir de paneles solares o aerogeneradores, por ejemplo. Nos asociamos a él e instalamos muchos equipos en España”, recuerda. “Hace doce años con otro amigo desarrollamos Laguna de las Pampas, en San Andrés de Giles. Se hacía la ruta nueva entre Luján y Giles, así que vendimos la tierra para hacer la vía y después hicimos una laguna y un barrio que se lanzó este año. Luego salió la oportunidad de comprar Tres Pinos, que tenía algunas dificultades. En ambos casos —junto con un tercero, “Chacras de San Andrés”— vamos a implementar la misma tecnología que conocimos en España. Todo será con energía renovable, directamente vamos a estar desconectados de la red”, afirma Marincovich. La novedad no asustó a la demanda. “La realidad es que la pandemia aceleró las consultas. Veníamos de un parate, pero después de agosto empezó a un ritmo muy intenso”.
Marincovich explica que tanto el valor de los paneles como de las baterías de litio bajaron mucho su precio, una tendencia que se acentuará a medida que esta tecnología se haga más masiva. “Argentina, en su pico máximo, pagó US$500 el mw/hora de energía solar. La última licitación que se hizo en Chile fue de US$12 o 14 el mw/hora. Todos los días los precios de la electrónica bajan y los costos se adecuan mucho más”. Y explica que en todos los emprendimientos se venden los lotes con la conexión (muy similar a la requerida para electricidad) y que apuntan a los consumidores finales, así como a vender las licencias de producción de esta innovación que su empresa está ensamblando en una planta en San Andrés de Giles.
Por su parte, el abogado ambientalista Daniel Silva cuenta su experiencia en Blü, un barrio cerrado en Pilar que tendrá una reserva natural abierta al público. Llegó al negocio convocado por los propietarios, luego de que los desarrolladores originales abandonaran el proyecto por desavenencias con los vecinos. “Era una idea de tablero que no tenía en cuenta ni a la comunidad interna ni a la externa”, resume. El emprendimiento se sitúa en parte sobre el valle de inundación del río Luján y la polderización propuesta en los comienzos afectaría al ecosistema y ponía en riesgo de inundaciones al entorno. “Lo primero que hicimos fue mirar los intereses de los compradores que querían recuperar sus lotes. También la sustentabilidad económica. El desafío era que el interés de los propietarios y la racionalidad económica del proyecto conviviera pacíficamente con las necesidades ambientales de la comunidad”.
Así fue como su empresa se contactó con Aves Argentinas para recibir asesoramiento, aunque su aporte fue más allá. En primer lugar, se decidió cambiar por completo el masterplan y se reconfiguraron los lotes, en tanto muchos de ellos estaban sobre tierra inadecuada. Esto obligó a negociar con los 400 propietarios, de los cuales menos del 2% prefirieron no continuar. “Ellos entienden mejor que nadie el valor de un proyecto sustentable, es a los desarrolladores a los que más nos cuesta”, explica Silva. Se iniciaron conversaciones con vecinos ambientalistas y se analizó el caso de la reserva natural de Pilar, próxima al desarrollo. Finalmente, después de desmontar la infraestructura preexistente que desarmonizaba con el nuevo concepto, la firma optó por avanzar en la creación de una reserva natural urbana, creada con ayuda de esa ONG. Esta tendrá dos accesos (uno privado y otro público) y será operada en conjunto con la firma de Silva y Aves, con la idea de que sea un espacio pedagógico más que meramente recreativo.
El desarrollador confiesa que el cambio de planes encareció el proyecto, pero asegura que vale la pena porque de esta manera se generan emprendimientos social y ambientalmente perdurables. “Creo que en la mesa de todos los desarrollos deben sentarse todos los actores importantes, tanto los propietarios como los vecinos de la comunidad”, concluye. «