Permeables y flexibles.
En el Bajo Belgrano, un edificio de viviendas pretende establecer transiciones fluidas entre los espacios que tradicionalmente son cerrados y las expansiones de las unidades.
Los departamentos de Casa Sucre, de Ana y Alberto Smud, en el Bajo Belgrano.
Casa Sucre ocupa un lote de doble frente en el Bajo Belgrano, un área de borde donde la cuadrícula de manzanas típicas llega intacta para desde allí diluirse en los parques que acompañan la avenida Alcorta y la calle La Pampa. El edificio de siete niveles y 2.100 m2 cubiertos proyectado por Ana Smud y Alberto Smud es uno de los emprendimientos de vivienda de mediana densidad que desde hace algunos años se vienen desarrollando en el barrio.
Años atrás, las obras de infraestructura resolvieron las inundaciones frecuentes que frenaban el desarrollo inmobiliario y habilitaron que esta zona, de construcciones mayoritariamente bajas y salpicada con varias torres, empezara a densificarse con emprendimientos de alto nivel.
“Desde el origen, el proyecto fue pensado a partir de tres ejes centrales: la relación entre los espacios de encuentro y los espacios de descanso, el vínculo entre las experiencias en espacios cubiertos y las zonas tradicionalmente abiertas; y por último, los posibles diálogos graduales entre la transparencia y la opacidad generada en el frente del edificio, con un profundo desenlace en su interior”, enumeran los autores.
En ese sentido, todas las decisiones proyectuales apuntan a generar fluidez privilegiando las transiciones por sobre los cambios bruscos, y la idea de temporalidad. La fachada del edificio ejemplifica y acompaña ese proceso transicional. Los paneles corredizos de tela tensada que resuelven el doble frente cumplen dos roles. Funcionalmente, colaboran con el control térmico, lumínico, la absorción acústica y el ahorro energético del frente con orientación noroeste. Al mismo tiempo, proponen una “piel viva” con mutaciones constantes en su apariencia. A lo largo del día, los paneles generan diferentes diálogos entre quienes habitan la vivienda y el entorno.
La relación con la calle se plantea introvertida. Un plano ciego separa la vereda del sector anterior del terreno ocupado por varias cocheras y la rampa de acceso al subsuelo. Dos unidades en duplex ocupan el sector posterior de la planta baja.
En las plantas superiores los departamentos se organizan en semipisos con doble orientación. La excepción es el primer piso, que se resuelve con dos unidades al frente porque el contrafrente está ocupado por los dormitorios del dúplex de la planta baja.
“Los espacios de encuentro con living y cocina integrados fueron pensados hacia el frente, mientras que el contrafrente se destinó a los dormitorios. El diseño de la planta, no sólo en su distribución sino también en la atribución del tamaño para cada espacio, realza las experiencias compartidas y propicia nuevas formas de construcción de intimidad”, destaca la memoria del proyecto.
Así, el living de cada vivienda toma el ancho completo de la unidad y una carpintería integral de tres paños posibilita la fusión con el balcón, “construyendo un nuevo espacio transicional entre lo abierto y lo cubierto, entre el afuera y el adentro”, según los autores.
El núcleo y las áreas húmedas se ubican en la parte central de la planta y definen una transición espacial en las plantas tipo de los pisos 2, 3 y 4, con la amplitud del estar y cocina de un lado y el espacio más íntimo de las habitaciones por el otro. Mientras que en los dos últimos pisos, los retiros obligan a un nuevo cambio de estrategia en la distribución funcional de las unidades. Los dos departamentos del piso 5 son en dúplex con un amplio estar sobre el frente y la cocina al contrafrente, con orientación sureste. Y los dormitorios en el nivel superior.
Todas las unidades tienen acceso a la terraza común con pileta, parrilla y vistas francas hacia la plaza Parques Nacionales Argentinos.
La claridad en la definición conceptual de Casa Sucre es una constante en la producción de Ana Smud, graduada de la FADU UBA con Diploma de Honor. En su trabajo profesional se advierte la influencia que ha dejado su paso por el Estudio OAB, liderado por el arquitecto Carlos Ferrater en Barcelona.
A cargo de un estudio propio desde 2010, Smud ha recibido varios reconocimientos. Antes de graduarse fue distinguida en el Premio Nacional Clarín-sca para Estudiantes en 2008. Más tarde, obtuvo el Primer Premio SCA a las mejores obras construidas del 2012 y su obra fue seleccionada y premiada en varias ediciones de BIAAR y la Bienal de Quito.
Es interesante destacar también su participación en obras que involucran el patrimonio. Es el caso del Hotel Anselmo, en Plaza Dorrego. Una intervención respetuosa que se adentra en el corazón de manzana (coautores L. Schraier, C. Smud, L. Rietti y D. Zelcer), que fue premiada por la SCA como la mejor intervención en obras localizadas en el Casco Histórico de Buenos Aires, en 2013. Y la remodelación de un sector del edificio La Inmobiliaria para el Franca City Hostel (2019), un alojamiento con camas cápsula como las utilizadas en Japón, pero en gran formato. «