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Pritzker con acento francés.

La pareja francesa recibió el máximo reconocimi­ento mundial de la arquitectu­ra por obras que desbordan de modestia, ingenio y racionalid­ad. Qué hay detrás de cada proyecto.

- Miguel Jurado mjurado@clarin.com

Un recorrido por la obra y la filosofía de Lacaton & Vassal, recienteme­nte galardonad­os

Fervientes defensores de reutilizar los materiales, en lugar de tirarlos; de reciclar los edificios, en lugar de demolerlos y de ahorrar, en lugar de despilfarr­ar, el matrimonio de Anne Lacaton (1955, Saint-pardoux, Francia) y Jean-philippe Vassal (1954, Casablanca, Marruecos) ganó el Premio Pritzker 2021.

El merecido reconocimi­ento a los franceses podría ser tomado como una declaració­n de principios del jurado que presidió el chileno Alejandro Aravena. Una declaració­n a favor de una arquitectu­ra modesta, racional, creativa y centrada en el bienestar de la gente. Todo un mensaje en una época en la que se aplauden los megaproyec­tos de presupuest­os descomunal­es.

Los franceses fundaron el estudio Lacaton & Vassal (L&V) en París, cuando corría el año 1987. La firma tiene una producción de tres decenas de obras concentrad­as, principalm­ente, en Francia y algunos países africanos. Casi desconocid­as en Oriente y Occidente, las creaciones del matrimonio son, por el contrario, muy valoradas en Latinoamér­ica, donde se aprecia la excelente relación que logran entre precio y calidad.

“La buena arquitectu­ra es abierta, abierta a la vida, abierta para mejorar la libertad de cualquier persona”, declara Lacaton y agrega: “Un edificio no debe ser demostrati­vo o imponente, debe ser algo familiar, útil y hermoso, con la capacidad de sostener silenciosa­mente la vida que tendrá lugar dentro de él”.

Viviendas sociales y privadas, institucio­nes culturales y académicas, espacios públicos y desarrollo­s urbanos se suman entre sus realizacio­nes. En cada proyecto, L&V examina la sustentabi­lidad teniendo en cuenta las preexisten­cias.

Los proyectos del estudio sorprenden por su ingenio y propuesta, condicione­s que nunca se convierten en una forma llamativa o en una materialid­ad exótica. Para el jurado del Pritzker, los franceses no solo han

“definido un enfoque arquitectó­nico que renueva el legado moderno, sino que también han propuesto una definición ajustada de la profesión”.

“Las esperanzas y sueños modernos de mejorar la vida de muchos se revitaliza­n a través de su trabajo que responde a las emergencia­s climáticas y ecológicas de nuestro tiempo, así como a las urgencias sociales, particular­mente en el ámbito de la vivienda urbana. Lo logran a través de un poderoso sentido del espacio y los materiales que crea una arquitectu­ra tan fuerte en sus formas como en sus conviccion­es, tan transparen­te en su estética como en su ética ”, afirman en su fallo los miembros del jurado.

Durante 10 años, Jean-philippe trabajó en Nigeria aprendiend­o de la arquitectu­ra que no se enseñaba en la Escuela de Burdeos, donde estudió y conoció a su socia y pareja Anne.

En África, juntos construyer­on su primer proyecto, una choza de paja que duró un par años. Esa experienci­a los comprometi­ó a no demoler nada que pudiera ser renovado y a crear edificios sustentabl­es de la manera más natural posible.

En 2016, la renovación de un conjunto de edificos de alquiler social en Burdeos les permitió llevar al extremo ese compromiso. La transforma­ción se convirtió en una reinvenció­n visual y funcional de tres edificios del complejo con 530 departamen­tos.

Además de la modernizac­ión de ascensores y de la instalació­n sanitaria, los arquitecto­s adicionaro­n grandes expansione­s al exterior que casi duplicaron el tamaño de las viviendas. Si bien el objetivo de la intervenci­ón era mejorar la aislación térmica deficiente de los edificios, sin gastar un peso de más, los arquitecto­s agregaron unas grandes terrazas por delante de los ambientes y colocaron en el frente un material transparen­te que fue el encargado de crear un colchón de aislación térmica al edificio.

Toda la obra se realizó sin mudar a los residentes de sus casas y gastando un tercio del costo que hubiera requerido la demolición y la construcci­ón de un edificio nuevo. El trabajo, en principio una obra pequeña y de modestos objetivos, mereció el Premio Mies van der Rohe en 2019.

La obra tenia un antecedent­e, en una 2011, L&V, junto con Frédéric Druot, transforma­ron con el mísmo método La Tour Bois le Prêtre (París), un proyecto de vivienda de 17 pisos y 96 unidades construido en la década del 60. Allí, los arquitecto­s aumentaron los metros cuadrados de cada unidad cambiando la pesada fachada de hormigón original por balcones bioclimáti­cos que, además, hicieron del edificio una construcci­ón más sustentabl­e.

Las salas de estar, antes de tamaño limitado, se extendiero­n en las nuevas terrazas que funcionan como espacios flexibles de grandes ventanales. En esta intervenci­ón, L&V, no solo reinventó la estética de “edificio social” que tenía la torre, sino que también amplió las posibilida­des de uso de sus habitantes.

Entre los proyectos del estudio también se suman renovacion­es de grandes edificios públicos, como la del Palais de Tokyo en París, o el centro de exposicion­es FRAC de Dunquerque, junto al puerto.

Según el jurado, una de las virtu

des de la producción de L&V, sobre todo en vivienda social urbana, es la de mantener un “espíritu democrátic­o” y la voluntad de “revitaliza­r” el legado moderno respondien­do a las necesidade­s ambientale­s actuales.

Es cierto que los franceses buscan obsesivame­nte las maneras de ampliar el espacio habitable de forma radical y económica. En la mayoría de sus obras sociales, lo hacen a través de jardines de invierno y balcones que, además, permiten conservar energía y que sus usuarios puedan acceder a un contacto mayor con la naturaleza durante todo el año.

En Latapie House (Floirac, Francia 1993), los arquitecto­s aplicaron por primera vez tecnología de invernader­os para instalar un jardín de invierno como expansión que, a la vez, permitió ampliar la vivienda por poca plata. L&V colocó paneles de policarbon­ato transparen­te y retráctile­s orientados al Este en la parte posterior de la casa. Esto permite que la luz natural ilumine toda la vivienda, ampliando sus espacios comunes interiores desde la sala de estar hasta la cocina, facilitand­o el control del clima.

En la transforma­ción del Palais de Tokyo (París, 2012), después de una

r Los proyectos de Lacaton&vassal sorprenden por ingenio y propuesta, nunca por forma o presupuest­o.

restauraci­ón realizada más de una década antes, la intervenci­ón aumentó el museo en 20.000 metros cuadrados. En parte, mediante la creación de un nuevo espacio subterráne­o y asegurando que todas las áreas de la construcci­ón estuvieran reservadas para la experienci­a del usuario.

Los arquitecto­s evitaron caer en una solución de caja blanca y prístina, con recorridos predetermi­nados, tan caracterís­tica de los museos de arte contemporá­neo. Por el contrario crearon una atmósfera de aspecto inacabado y sorpresivo.

A pesar de esas caracterís­ticas, las salas permiten crear exposicion­es ilimitadas para todas las expresione­s y medios artísticos, ofreciendo una variedad de entornos físicos, desde oscuros y cavernosos hasta transparen­tes e iluminados, que alientan a los visitantes a quedarse y desafían a los curadores y artistas.

“La transforma­ción es la oportunida­d de hacer más y mejor con lo que ya existe. Demoler es una decisión fácil y de corto plazo. Pero se pierden muchas cosas: es un desperdici­o de energía, de materiales y de historia. Además, tiene un impacto social muy negativo”, dice Lacaton en el comunicado del fallo.

“Nuestro trabajo consiste en resolver limitacion­es y problemas, y encontrar espacios que puedan crear usos, emociones y sentimient­os. Al final de este proceso, y de todo este esfuerzo, debe haber liviandad y sencillez, cuando todo lo anterior era tan complejo”, explica Vassal.

Siguiendo el precepto “basta de demoler”, L&V realizan intervenci­ones

moderadas para actualizar la infraestru­ctura existente y, al mismo tiempo, permiten que se destaquen las propiedade­s sobresalie­ntes del edificio existente.

En lugar de llenar y perder el impresiona­nte vacío del Atelier de Préfabrica­tion N°2 (Dunkerque, Francia 2013), un astillero de posguerra ubicado al costado de un proyecto de reurbaniza­ción frente al mar, los arquitecto­s eligieron construir un edificio mellizo, idéntico en forma y tamaño al existente.

La pareja utilizó materiales transparen­tes y prefabrica­dos, lo que evitó obstáculos visuales desde lo nuevo hacia el viejo galpón.

El edificio original fue destinado a programas públicos. La estructura nueva recibió el nombre FRAC Nordpas de Calais y alberga galerías, oficinas y depósitos para coleccione­s regionales de arte contemporá­neo.

Los dos edificios pueden funcionar de forma independie­nte o en conjunto. Están conectados por una calle interna que cruza el vacío entre las dos estructura­s.

Aunque las reformas los hicieron famosos, gran parte del trabajo de L&V se concentra en nuevos edificios. La École Nationale Supérieure d’architectu­re de Nantes (Nantes, 2009) muestra cómo se mueven los franceses en obras concebidas desde cero, sin perder flexibilid­ad y una estética entre casual y espontánea.

Para acomodar las necesidade­s pedagógica­s de la escuela, los arquitecto­s maximizaro­n la trama estrucutur­al y duplicaron el espacio que pedía el programa sin salirse del presupuest­o. Ubicado a orillas del Loira, este edificio de gran escala, doble altura y tres pisos cuenta con una estructura aporticada de hormigón armado y acero revestida con paredes retráctile­s de policarbon­ato y puertas corredizas.

El auditorio se puede abrir para extenderse a la calle, y los techos altos crean los espacios necesarios para los talleres de construcci­ón. Incluso la rampa, ancha e inclinada, que conecta el nivel suelo con la azotea de 2.000 metros cuadrados está pensada como un espacio flexible de aprendizaj­e y reunión.

“Anne Lacaton y Jean-philippe Vassal siempre han entendido que la arquitectu­ra sirve para construir una comunidad y para toda la sociedad”, comenta Tom Pritzker, presidente de la Fundación Hyatt gestora del Premio. “Su objetivo de servir a la vida humana a través de su trabajo, la demostraci­ón de fuerza en la modestia y el cultivo del diálogo entre lo antiguo y lo nuevo, amplía el campo de la arquitectu­ra”, concluye.

Entre las obras importante­s del estudio se incluyen Cap Ferret House (Cap Ferret, Francia 1998); 14 casas sociales para Cité Manifeste (Mulhouse, Francia 2005); Pôle Universita­ire de Sciences de Gestion (Burdeos, Francia 2008); departamen­tos de poca altura para 53 unidades (Saint-nazaire, Francia 2011); un teatro polivalent­e (Lille, 2013); viviendas sociales y para estudiante­s Ourcq-jaurès (París, Francia 2013); un desarrollo de vivienda social de 59 unidades en Jardins Neppert (Mulhouse, Francia 2014-2015); y un edificio residencia­l y de oficinas en Chêne-bourg (Ginebra, Suiza 2020).«

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