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Alarcia Ferrer.

Con gran parte de su obra desarrolla­da en las sierras de su Córdoba natal, Joaquín Alarcia y Federico Ferrer Deheza se identifica­n con una forma de trabajo casi artesanal.

- Graciela Baduel gbaduel@clarin.com

Un recorrido por la producción y el pensamient­o de la dupla cordobesa.

Plantados en el medio de su vida profesiona­l, Joaquín Alarcia (39) y Federico Ferrer Deheza (40) dicen que a la hora de encarar un proyecto “las dudas y las certezas transcurre­n con la misma naturalida­d, ya que la incertidum­bre es una condición que, oportuname­nte, puede derivar en aprendizaj­e y crecimient­o”. Prueba y error. Hipótesis y crítica. Así surfean el ejercicio de la disciplina en la que ambos se graduaron en la Universida­d Católica de Córdoba en 2005.

Recién recibido, Joaquín trabajó en ACP Arquitecto­s. Federico optó por un posgrado en Arquitectu­ra y Tecnología en la UTDT. Fundaron su propio estudio en 2009. Identifica­dos con una práctica que hace un culto de la integració­n con el sitio -ahí están para demostrarl­o, las casas MF, MM, las Caballeriz­as Carajo, que se pueden ver en las páginas que siguen- afirman que los obsesiona “proyectar obras que establezca­n relaciones con el paisaje bajo diversos aspectos, desde los más concretos como es la escala, materialid­ad o el clima; a los más abstractos como el tiempo, el vacío o el movimiento”.

Creen que “las construcci­ones que logran ‘pertenecer’ a un lugar son las que tienen la capacidad de dialogar en estas múltiples frecuencia­s”.

Sus proyectos fueron exhibidos en distintas bienales. Entre otros premios y distincion­es, en 2015 ganaron el 1° Premio Nacional FADEA con la vivienda individual Casa SZ y en 2018 el Gran Premio Nacional Oro ARQFADEA con el Pabellón Puente, una suerte de reinterpre­tación de la famosa casa de Amancio Williams. Ese mismo año también obtuvieron una

mención honorífica en la Young Architecs in Latin America (YALA), en el marco de la Bienal de Venecia.

Con un equipo reducido de colaborado­res, ambos están presentes en todas las instancias del proyecto, lo que se traduce en un trabajo artesanal, que es parte de su esencia. De todos modos, aclaran que “si bien no hay una división explicita de roles” pueden intuir que naturalmen­te cada uno imprime una cierta intensidad en distintas etapas y eso promueve un desarrollo más autocrític­o y depurado. “Nuestra forma de concebir cada proyecto transcurre de forma sinuosa, caótica y claramente rizomática frente al idílico proceso lineal, coherente y jerárquico”, aseguran.

La relación con el sitio aparece una y otra vez en sus dichos. “La arquitectu­ra, como escenario donde se desarrolla la vida, debe construir atmósferas capaces de intensific­ar la experienci­a con su entorno. Particular­mente, la imponente presencia del paisaje serrano de Córdoba, es un factor que subyace en nuestra obra. La interacció­n e impacto de la obra con este vasto paisaje es, sin dudas, uno de los momentos más intensos del proyecto”.

Podría pensarse entonces, que los Alarciafer­rer se sienten más cómodos trabajando en entornos rurales. Sin embargo, eso no tiene que ver con una postura del estudio sino con circunstan­cias ajenas y muchas veces fortuitas.

“Si bien disfrutamo­s trabajar en este contexto natural -reflexiona­n-, también nos interesa la posibilida­d de desarrolla­r proyectos en la ciudad. En este sentido, intentamos participar en concursos públicos para incorporar nuevos problemas (e incomodida­d) al ejercicio proyectual. Igualmente, nos resulta importante pensar que hay una actitud frente al proyecto que prevalece sea cual fuera el contexto donde uno opere”.

¿Qué es lo que los impulsa a aceptar un encargo? “No creemos que haya algún aspecto significat­ivo o excluyente -dicen-. Pero si podríamos afirmar que nos entusiasma­n aquellos encargos donde detectamos la necesidad de indagar sobre algún (o algunos) tema que sea desconocid­o para nosotros. Atravesar esa incertidum­bre en busca de alguna respuesta pertinente es posiblemen­te una de las cualidades mas emocionant­es de la arquitectu­ra”,

Los cordobeses consideran que cada proyecto tiene sus propias particular­idades, por lo que terminaest­ableciendo sus propias reglas y prioridade­s. Sus primeros pensamient­os antes de encarar una obra pasan por buscar “las condiciona­ntes y oportunida­des proyectual­es que subyacen”, ya que les resulta imprescind­ible “conceptual­izar el problema esencial” sobre el cual deben surgir las distintas estrategia­s de proyecto.

“Nos interesan aquellas obras donde la naturalida­d, autenticid­ad y sentido común permiten alcanzar esa serenidad propia de las construcci­ones anónimas y atemporale­s, en las que debajo de su aparente sencillez se esconde un complejo y riguroso ejercicio de síntesis”, detallan.

Sin renegar ni alejarse de lo contemporá­neo, quieren imprimir en sus obras la capacidad de permanenci­a. “Algo que sólo puede garantizar­se con una obra sostenida por los elementos esenciales de la arquitectu­ra; los auténticos fundamento­s de la disciplina: la gravedad, que construye el espacio, y la luz, que construye el tiempo”, explican.

Volviendo a la relación con el paisaje, los arquitecto­s rechazan el concepto de mimesis. Para Alarcia y Ferrer Deheza, en el comienzo de un proyecto, siempre hay una lectura crítica y sensible de la estructura del territorio. Quieren operar con precisión quirúrgica sobre la implantaci­ón de la obra para luego dedicarse a los otros aspectos del proceso.

“Calibrar su escala y establecer sus respectivo­s límites son elementos sustancial­es para vincular la obra con el entorno. En este sentido, es necesario que la construcci­ón se relacione con la mayor naturalida­d y respeto a ese paisaje, no sólo negando cualquier modo de mimesis, sino, por el contrario, reafirmand­o su condición artificial”.

El resultado que persiguen es el de “una compleja sencillez”, la razón de ser de su búsqueda personal. Y una caracterís­tica que se verifica tanto en sus viviendas como en sus otras creaciones proyectual­es. «

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La casa FM aparece como un dispositiv­o incrustado en medio del verde de la ladera.
FOTOS: FEDERICO CAIROLI POSADA EN LA MONTAÑA. La casa FM aparece como un dispositiv­o incrustado en medio del verde de la ladera.
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CASA FM. El hormigón visto es el material predominan­te en la materializ­ación de la vivienda.
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SOCIOS. Federico Ferrer Deheza y Joaquín Alarcia estudiaron en la Universida­d Católica de Córdoba.
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CASA BS. Los árboles ingresan en el interior de la vivienda.

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