CUANDO LOS EDIFICIOS LE CANTAN A LA CIUDAD
La tapa de hoy la ocupa la nueva sede de Agur, una empresa de distribución de agua, situada en Anglet (Francia). Recuerda dos obras que sin duda dejaron algún tipo de huella por estas pampas. Una es el magnífico stand que hicieron Edgardo Minond y el chileno Mathias Klotz para la Casa FOA que se realizó en el año 2007, donde hoy funciona Distrito Arcos. Era un prisma perfecto de unos 100 metros cuadrados, con una piel de lamas de diversos colores, que se movían con el viento. Y su equipamiento interior, donde se exponían los suplementos y las colecciones de libros de ARQ, fue proyectado por Alejandro Sticotti. La otra obra, multipremiada, es el Edificio Washington de Del Puerto Sardin Arquitectos, que también participa de esta edición de ARQ junto a Berson Arquitectura con el Edificio 11 de Septiembre, en el barrio de Núñez. La referencia viene a cuento por el parecido de ambos remates: esa suerte de voluptuosa ola que tienen en la azotea.
El mencionado edificio tiene también una forma prismática, pero en este caso con una planta levemente trapezoidal. Y en vez de estar rodeada por construcciones ferroviarias están sobre una colina boscosa atravesada por un arroyo. Su proyectista, Federico Pardos Auber, uno de los socios de IDOM, lo diseñó con la idea de preservar lo más posible el ámbito natural: “la piel del edificio (compuesta con grandes lamas) se diseña para que la naturaleza se deslice hacia el interior y el usuario la contemple”.
La nueva sede cuenta con un subsuelo con cocheras y servicios, una planta baja muy libre y trasparente, tres plantas con oficinas y un remate diseñado como zona de descanso de los empleados y para eventos con clientes. Con esa terraza, con ola incluida, desde donde disfrutar de vistas panorámicas del extraordinario paisaje circundante.
Si Agur es un edificio objeto, casi un dispositivo para disfrutar del paisaje, el Edificio 11 de Septiembre está destinado a ser una pieza más de esta suerte de rompecabezas que es la ciudad y a potenciar su compromiso con el espacio público. «Nuestra intención es lograr concebir edificios que canten, que no les sean indiferentes al habitante de la ciudad, que puedan dejar una huella positiva en el paisaje urbano», dicen los autores. Se trata de un complejo de 12 verdaderas casas en altura diseñadas particularmente para cada familia. Con dobles alturas, grandes expansiones y un sistema de canteros ocupado por abundante vegetación nativa que atrae pájaros y mariposas, reforzando la idea del edificio como un singular oasis urbano.«