UN VOLUMEN QUE FINGE SER MACIZO, CON UN ZÓCALO DE SOMBRAS Y TRANSPARENCIAS
Edificio DOZ. En Rosario, el estudio Bressan / Aguerreberry Arquitectura y Desarrollo proyectó un edificio de nueve pisos que se impone en el paisaje céntrico.
El edificio DOZ se yergue en la intersección de las calles Dorrego y Zeballos, en el centro de la ciudad de Rosario. Allí, el pulso urbano se hace sentir notoriamente con un considerable tránsito vehicular y peatonal, la presencia de un reconocido sanatorio a pocos metros; y una porción de ciudad muy consolidada, tanto residencial como comercialmente.
En este contexto, DOZ nace como una respuesta intuitiva a los diversos problemas arquitectónicos que fueron enfrentando los proyectistas de Bressan / Aguerreberry Arquitectura y Desarrollo.
“Conceptualmente, la propuesta busca tener una fuerte presencia para intentar equilibrarse con las condiciones previamente mencionadas: un basamento transparente y comercial y un desarrollo contundente y residencial”, definen los autores.
De esta manera, la planta baja y el primer piso aparecen configurando un zócalo urbano de doble altura que contempla locales comerciales y el ingreso al edificio dando respuesta al entorno inmediato y entablando un diálogo activo entre el adentro y el afuera.
Sobre esta base, el edificio se desarrolla en nueve pisos. Con una planta tipo, del 1º al 8º, conformada por cinco unidades de 1 dormitorio y una unidad de 2 dormitorios, más el último piso conformado por un monoambiente y tres unidades de 1 dormitorio. Todos, con su terraza exclusiva. “Departamentos de una tipología similar se recuestan sobre las líneas municipales en un planteo en L, lo que permite que todas las unidades cuenten con vista a la calle”, agregan.
Por tratarse de un lote casi cuadrado de grandes dimensiones y de un proyecto con un gran número de unidades por piso, el edificio es, en su esencia, un bloque compacto y contundente.
“El mayor desafío proyectual fue el trabajo y diseño de la fachada y sus componentes. Fue concebida como
un tejido artístico, que unifica y recompone un volumen aparente sobre el zócalo transparente. La intención es que esta malla evite la jerarquía de cada departamento y enfatice la jerarquía del conjunto como un todo”, explicitan los proyectistas.
Este tejido colocado sobre la fachada permite vislumbrar el diálogo entre dos elementos: el hormigón armado y el hierro. El primero se traduce en las losas de los balcones y en los parasoles verticales; mientras que el segundo, en las barandas metálicas.
“A pesar de sus múltiples materiales, esta operación le da un cariz discreto y de un silencio visual, porque al unificar las viviendas el usuario es el protagonista y la fachada activa la domesticidad de cómo cada persona vive su departamento”, siguen.
En síntesis, DOZ es un diálogo entre un volumen que finge ser macizo y un zócalo de sombras y transparencias. Ambas partes dejan entrever su vida interior, entablando un diálogo dentro una porción de Rosario muy activa. «