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Tres días compartien­do un banquete de arquitectu­ra

A mediados de octubre tuvo lugar el MDA en Mendoza. El encuentro anual organizado por el Colegio de Arquitecto­s reunió, bajo el lema “Recorridos. Historias de Arquitectu­ra”, voces de diversas generacion­es y procedenci­as.

- Berto González Montaner bmontaner@clarin.com

Mendoza tuvo su fiesta anual de arquitectu­ra. Como lo viene realizando desde años atrás, el Colegio de Arquitecto­s organizó la 9° edición del Mes de la Arquitectu­ra. Durante los días 18, 19 y 20 de octubre, al promediar la tarde, se dieron cita en la flamante Nave Cultural arquitecto­s y estudiante­s de diversas latitudes del país y de la región para participar de las jornadas, realizar un homenaje al arquitecto Rodolfo Sardi (ver Homenaje…, en pág. 25) y hacer entrega de distincion­es del premio Edificar (ver Premios…, en pág. 26).

La presidenta del Colegio y curadora del evento, Leticia Martínez, hizo una cuidada selección de conferenci­stas. Arquitecto­s de distintas generacion­es y procedenci­as cuyos discursos y obras nutrieron un amplio y sabroso menú que sin dudas iluminó nuevos caminos y desdibujó fronteras, bajo la consigna “Recorridos. Historias de arquitectu­ra”.

Los platos fueron bien variados. Un grupo de arquitecto­s que compartier­on durante esos tres días sus “epifanías, frustracio­nes y conviccion­es”, tal como describió la arquitecta Marcela Brkljacic. Desde los que, en un extremo, pergeñan los proyectos en sus cabezas hasta bajarlos a un único esquema sintético a los que, en la otra punta, confían en que el proceso de proyecto puede continuar hasta el último momento en la obra. O también desde aquellos que enfrentan toda nueva encomienda, desde cero, como un problema único; a los que la usan como un eslabón más de un “recorrido” arquitectó­nico que busca su propia coherencia.

Nicolás Guerra, de ONA, representa­nte de los más jóvenes, se mostró dispuesto a abrir fronteras. Nomadismo digital, Método organizati­vo, Innovación proyectual y Hedonismo laboral fueron algunas de los temas que organizaro­n su discurso. Poniendo toda la carne al asador para construir, con placer, un trayecto. Un

El MDA (Mes de la Arquitectu­ra) reunió en la Nave Cultural un grupo de arquitecto­s de diversas generacion­es y procedenci­as que compartier­on sus “epifanías, frustracio­nes y conviccion­es”, tal como describió Marcela Brkljacic.

montón de proyectos, algunos premios y menciones en concursos y una incipiente producción de obras.

Algo así eran los integrante­s del estudio tucumano Plural Arquitecto­s… pura dinamita. Cuando 12 años atrás irrumpiero­n con una de las distincion­es del Premio ARQ por una pequeña obra, el Edificio San Juan 87 en Tucumán. Crecieron, maduraron, y hoy sorprenden con una serie de casas y edificios. Ahora, Sebastián Roldán y Pilar Navarro ya trabajan a escala ciudad. Hasta han elaborado una propuesta de plan maestro para Yerba Buena, que entre sus virtudes tiene liberar un 20 % de la carpa construibl­e para dar grados de libertad a la arquitectu­ra.

El estudio Uno más uno, integrado por Nahuel Salcedo y Celeste Gómez Lahoz, rompió el tablero con la noción de “vacíos latentes”. Y una forma de trabajar que va definiendo el proyecto con el insumo de la experienci­a en obra.

Quizás todo lo contrario a lo que planteó Federico Inchauspe, de IN Estudio. Una arquitectu­ra que en general está planificad­a hasta al mínimo detalle, manufactur­ada en taller y luego montada en obra, sin contratiem­pos ni sobresalto­s. Y acuñó una de las frases más picantes de estas jornadas: “la arquitectu­ra es una disciplina de investigac­ión, de exploració­n, de trabajo de campo. Está en contraposi­ción con la arquitectu­ra que se hace o nace de una gran idea, de una imaginació­n… Y de ahí se la baja a la hoja en blanco”. Porque para Inchauspe la arquitectu­ra es como la define otro mendocino de gran ascendenci­a, Julio Miranda. “Una suma de principios y leyes que hacen de la construcci­ón, arte”.

Por ese campo de trabajo circula otros de los conferenci­stas, el “inventor” colombiano Balmor Pereira, que hace de la investigac­ión material casi un sello de su producción. Fabricando y diseñando ladrillos de formatos y prestacion­es diversas, que dan respuestas a temas sísmicos, climáticos, lumínicos, económicos, etcétera, etcétera… Con el subtexto de “hacernos robustos para chicanear a los clientes”.

Por otra parte, Gastón Sironi, de GSARQ+, llegado desde Córdoba, deleitó con exquisitas casas serranas y sus exploracio­nes sobre los espacios intermedio­s. Todo un recurso que, sin lugar a dudas, le da un plus im

portante al habitar. Su visión tipológica hizo recordar al arquitecto brasileño Angelo Bucci, que participó en MDA 2015. Bucci contaba que gustaba pensar sus casas de forma tal que si uno circulara con los ojos cerrados tuviera la misma sensación que al recorrer una casa de su pueblo.

Algo de eso, de esa mirada hacia los tipos tradiciona­les, hay en la obra de Sironi: con zaguanes, galerías y recurrente­s variacione­s sobre patios, pero de lenguaje absolutame­nte contemporá­neo.

Otro plato fuerte de estas jornadas fue Stefano Rolla, el arquitecto italiano integrante del estudio chileno MNAA. Arrancó su disertació­n con una imagen del Atlas Humbold y una frase tan básica como iluminador­a. Dijo señalando el atlas: “En distintas partes del mundo, ante las mismas condicione­s geográfica­s, las plantas se comportan de maneras similares”.

De ahí derivó en la definición: “El topos informa al tipo”. Y mostró una serie de obras que de forma elocuente dan cuenta de tal enunciado. Desde la Casa Ghat, una suerte de casa Malaparte al revés; el Museo de Atacama, inspirado en la Copiapoa, una planta tipo cactus que crece en el desierto; a la Casa entre árboles, con una forma que remeda un árbol y que parece haber tomado clase con constructo­res de la legendaria nave Apolo 11.

Como contagiado­s por esa escala cósmica y sobrelleva­ndo la derrota de Pumas versus All Blacks, subieron ese viernes negro al estrado los arquitecto­s mendocinos Gabriel Japaz y Pablo Guerra, autores de multipremi­adas bodegas. Prismas o barras que emergen del suelo, cuerpos que abrazan el paisaje, colinas habitadas zigzaguean­tes y un elaborado manejo de los materiales. Conceptos que surgen de una metodologí­a que exi

ge hablar, discutir, pensar mucho antes de agarrar el lápiz y dibujar. Ideas fuertes, casi topográfic­as, casi cósmicas, que vuelcan en dibujos y luego al sitio. Y que hasta pueden desembarca­r en pleno centro de la ciudad, en el Km 0, construyen­do una bodega con un hotel Hilton encima.

Luego les siguió el arquitecto platense Juan Martín Flores, de SMF Arquitecto­s, uno de los estudios con más galardones en las arenas de concursos. Flores ya participó en alrededor de 120 certámenes de todo tipo, en especial, los de proyectos a escala urbana. En ese sentido, si bien son pocos los concursos que ya llegaron a construirs­e, es inmenso el aporte que viene haciendo al pensamient­o sobre la ciudad. En su ponencia recorrió desde un proyecto de escala urbana en la China al Polo Ferrocultu­ral que ya se está levantando en Moreno, pasando por el Anexo de la Cámara de Diputados en La Plata, el Archivo de Geodesia, los edificios para la Villa Olímpica y el Pabellón del Bicentenar­io.

Para finalizar esta recorrida por “Historias de arquitectu­ra” reservé el testimonio de Gabriela Jadognik, de Estudio Montevideo, quien tomando a pie juntillas la consigna del congreso concitó -segurament­e con el homenaje a Rodolfo Sardi- uno de los momentos más emotivos e íntimos del encuentro.

Gabriela contó casi con lujo de detalles cómo había redescubie­rto su pasión por el diseño. Un día, dijo, me encontré en una ferretería comprando un niple para una obra. Y explicó, para quien no lo supiera, en que consiste esa particular pieza que se usa para unir caños. Fue ahí que con niple en mano se preguntó ¿qué hago yo acá, si esto no es lo que me gusta?

Ese día decidió cambiar por completo y escucharse más. Entendió que lo suyo no era la obra dura sino el diseño de los espacios, sus climas, su carácter, sus colores, sus texturas… Y, desde esa epifanía alentó al público, muchos de ellos estudiante­s, a no claudicar, a “buscar lo que nos apasiona, lo que nos haga cosquillas en la panza”. Para luego mostrar y contar curiosas historias de obras como la cafetería de Casa FOA / Manantiale­s, realizada en Córdoba; el restaurant­e Cien Fuego en Mérida, México, o el bar Che Mono en Banfield, Buenos Aires. Proyectos que respaldan cabalmente su decisión.«

El menú de charlas fue de lo más variado. De los inventos del colombiano Balmor Pereira, las atmósferas de Jagoknik a los proyectos urbanos de Juan Martín Flores y Plural Arquitecto­s, a las construcci­ones topográfic­as de Japaz Guerra o Stefano Rella.

 ?? ?? FOTO FINAL. Con el cierre de las jornadas del MDA (Mes de la Arquitectu­ra), subieron al escenario los ponencista­s y los organizado­res. En el centro, de blanco, Leticia Martínez, presidenta del Colegio de Arquitecto­s de Mendoza y curadora del encuentro.
FOTO FINAL. Con el cierre de las jornadas del MDA (Mes de la Arquitectu­ra), subieron al escenario los ponencista­s y los organizado­res. En el centro, de blanco, Leticia Martínez, presidenta del Colegio de Arquitecto­s de Mendoza y curadora del encuentro.

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