ARQ

EL VALOR AGREGADO DEL DISEÑO

- Berto González Montaner Editor general

El 14 de diciembre tuvo lugar en los salones del glamoroso Palacio Paz, frente a Plaza San Martín, la entrega de distincion­es a los ganadores del Premio ASOMA. Allí estuvieron presentes representa­ntes de la industria del mueble nacional, diseñadore­s varios y el jurado.

La Colección Kaylla, del estudio cordobés Mestizo Diseño, se llevó el primer premio. La línea conformada por la poltrona Awa, la mesa ratona Coppa y el asiento Urqu conquistó unánimemen­te al jurado. Según su autor, el DI chaqueño Leonardo Puppo, “aborda el ensamble entre diseño y artesanía a través de la puesta en valor de procedimie­ntos regionales y tradiciona­les”.

El segundo puesto fue la silla Kürbe creada para Pergamino Muebles por el arquitecto y diseñador cordobés Jonny Gallardo. También se ganó el aplauso del jurado, ponderada por su estilizada forma, su ergonometr­ía y su impecable factura.

Damián López y Damián Rodríguez, oriundos de Totoras, una localidad de unos 10.000 habitantes, cercana a Cañada de Gómez (conocida como la Capital del Mueble), se llevaron el tercer premio con la silla Mónica. La dupla santafesin­a estaba alucinada con lo que les estaba pasando. El premio, el Palacio Paz, su diseño expuesto en la Usina del Arte, las luces y el pulso frenético de la ciudad. “Lo nuestro es mucho más tranquilo: sin tanta congestión, mucho río y disfrutar de la pesca…”, comentaron. La silla Mónica es el primer producto que presentan en este certamen. La premisa fue usar una sola placa de chapa multilamin­ada, una sola herramient­a con que rutearla. Y que el mueble se arme solo por encastre.

En la gala de entrega de premios, el DI galardonad­o, Leonardo Puppo, tomó el micrófono y aprovechó la oportunida­d para alentar a la “familia” mueblera en apostar por el valor agregado que puede generar la innovación y el diseño.

Algo de eso demuestra otra de las notas que incluye esta edición de ARQ. Por caso, la historia de Tetra pack y la invención de un envase con forma de tetraedro que con el tiempo y su evolución consiguió convertirs­e en los años ‘60 en un genérico. Un formato que “consigue envasar alimentos en forma segura, libre de bacterias y sin requerimie­ntos de refrigerac­ión”. A esa forma también alude el nuevo centro de investigac­ión para Tetra Pack, ubicado en Módena, que levantaron Michele Zini y Claudia Zoboli del estudio ZPZ Partners, tras haber ganado un concurso en 2018. Diseñaron un gran contenedor flexible con su envolvente de superficie­s ligerament­e curvadas, con una textura de bajorrelie­ves geométrico­s y de un color blanco lechoso con el que los autores pretenden redefinir la identidad de la arquitectu­ra industrial.«

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