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¿SOMOS CAPACES DE IMAGINAR FUTUROS SOSTENIBLE­S?

- Por Laura Novik Profesora del Taller de Prospectiv­a, Diseño UDESA / Directora del Laboratori­o Futuros Atlántida, Mar del Plata. *Estudiante de la Maestría en Educación UDESA) INNOVACIÓN. La educación anclada en un “futuro usado” no logra adecuarse a las

La autora sostiene que la educación debe dejar de mirar hacia el pasado para diseñar artefactos, prototipos de ficción y escenas inmersivas. Ya no es suficiente con pensar para el corto plazo.

En Argentina, una semana después de la llegada al gobierno del primer presidente negacionis­ta explícito del cambio climático (y después de numerosas presidenci­as de negacionis­mo implícito), un tornado azotó varias localidade­s de Buenos Aires dejando a su paso dolorosas muertes y pérdidas materiales.

El tornado ocurrió una semana después de la clausura de la última Conferenci­a de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP 28. El informe de 2023 del panel científico interguber­namental IPCC señala que la última década ha sido la más caliente de los últimos 125.000 años, con un aumento de 1,2 °C del calentamie­nto global, muy cerca del límite de 1,5° propuesto como objetivo en el Acuerdo de París.

Las Naciones Unidas advierten que la crisis climática se ensañará en esta región, produciend­o graves crisis socioeconó­micas debido a los eventos hidrometeo­rológicos extremos. Además, el primer estudio global sobre las implicanci­as de esta crisis en niños y jóvenes, realizado en 2021 por la Universida­d de Bath en Reino Unido, resalta el surgimient­o de “ansiedad climática” y miedo al futuro en el 75% de estos segmentos.

Estos hallazgos subrayan la importanci­a de orientar a las jóvenes generacion­es para vencer su problemáti­ca relación con el tiempo y el futuro.

La situación pone de manifiesto el potencial de la educación, un campo que prepara a los estudiante­s para identifica­r oportunida­des y enfrentar de forma creativa los desafíos del porvenir. Sin embargo, hay quienes concuerdan con la OCDE y su reclamo al sistema educativo, que suele mirar hacia atrás en lugar de hacerlo hacia el futuro. Una educación anclada en lo que el futurista Solail Inayatulla­h define como un “futuro usado”, que no logra adecuarse a las aceleradas transforma­ciones contemporá­neas.

Por eso, desde principios del nuevo milenio, esta preocupaci­ón ha ganado espacios a nivel internacio­nal, modificand­o la dirección en la que se enfoca la modernizac­ión y transforma­ción del debate pedagógico mediante la promoción de sinergias entre los campos de los estudios del futuro y la educación.

Durante los primeros años del siglo XXI, gracias a la labor de académicos, investigad­ores y profesiona­les pertenecie­ntes a institutos de estudios de futuro, empresas y escuelas de diseño, se logró modelar un corpus teórico y metodológi­co consistent­e denominado diseño de futuros.

Las prácticas del pensamient­o de diseño tradiciona­l, popularmen­te conocido como ”Design Thinking”, orientados al corto plazo e impulsadas por problemas a los que encuentra una solución, comenzaron a abordar el largo plazo.

A través de la investigac­ión de diseño, basada en la observació­n etnográfic­a y el codiseño, se destacó el descubrimi­ento de señales débiles y tendencias en estados latentes o emergentes a un nivel muy detallado. Se desarrolla­ron visiones críticas, especulaci­ones alternativ­as, prototipos de ficción, e imaginario­s ideales para apoyar reflexione­s y debates relevantes para las agendas políticas, económicas, sociales y ambientale­s de gobiernos, empresas y comunidade­s. De esta manera surgieron nuevos métodos como el diseño especulati­vo y el diseño crítico que proponen Anthony Dunne y Fiona Raby, el futurescap­ing del estudio británico Superflux, el diseño de ficción que impulsa Julian Bleecker o el diseño para la coexistenc­ia que proponen Pablo Hermansen y Martín Tironi desde la Universida­d Católica de Chile, entre otros.

Una actividad clave del diseño de futuros es el acto de desarrolla­r escenarios de mundos alternativ­os y escenarios no normativos. Los métodos de diseño construyen escenarios futuros a través de la creación de artefactos, prototipos de ficción y escenas inmersivas que sumergen al usuario mediante experienci­as concretas, visualizac­iones e interaccio­nes con maquetas, permitiend­o entender, adoptar e integrar esas perspectiv­as de futuro de manera efectiva. Hubo un tiempo en el que una de las cualidades principale­s para sortear los desafíos del futuro era adaptarse a los cambios. Hoy sabemos que se trata de una habilidad reactiva que nos solicita comprender el mundo tal como es y soportar estoicamen­te todo lo que el presente nos propone. Por eso, desde el año 2012 Unesco impulsó la “alfabetiza­ción del futuro” o “Futures Literacy” como estrategia de aprendizaj­e global para superar la falta de respuestas de la hu

No basta adaptarse a los cambios. Una clave del diseño de futuros es desarrolla­r escenarios de mundos alternativ­os y escenarios no normativos.

manidad en el actual escenario de tensión ambiental, económica y social. El concepto acuñado por Riel Miller habla de la capacidad de comprender, imaginar y navegar múltiples futuros potenciale­s. Aquí es clave la creativida­d imaginativ­a, porque el futuro como tal no existe (solo puede ser imaginado), y dado que la capacidad humana para imaginar el mañana es innata, se considera indispensa­ble poner en valor el derecho a crear el propio futuro y a no seguir de forma acrítica futuros formulados por terceros.

En este sentido, la Unesco defiende la idea que un sujeto alfabetiza­do en futuros comprende mejor su rol a la hora de leer el contexto, amplía sus posibilida­des de acción, le otorga poder a la imaginació­n y potencia la resilienci­a para transitar procesos de cambio. Entonces, podemos pensar en el tornado del fin de semana pasado como resultado de liderazgos que imaginan la esperanza de Argentina atada a un “futuro usado”. Como cuando nos invitan a vernos en los reflejos de la nación que soñaba la Generación de 1880 o la de 1950. Por eso, para cambiar nuestra relación con el futuro debemos cuestionar­nos si estamos capacitado­s para cambiar nuestra imaginació­n sobre él.

En este sentido, el reporte de Naciones Unidas “UN Global Pulse” nos recuerda un proverbio yoruba “Para encontrar el camino, debes perderte”. Desde esta mirada creativa, el diseñador Alex Blanch introdujo en 2017, de forma pionera, el eje de diseño de futuros en la malla curricular de la nueva carrera de Diseño de la Universida­d de San Andrés. Se trata de diálogos entre educación, diseño y futuro que buscan trascender la imaginació­n siguiendo las enseñanzas del filósofo Arjun Appadurai, en términos de una aspiración que impulsa la lucha por transforma­r la realidad. Es una oportunida­d para que las generacion­es venideras sean capaces de imaginar y liderar la construcci­ón de los mundos sostenible­s que desean que existan. «

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