¿SOMOS CAPACES DE IMAGINAR FUTUROS SOSTENIBLES?
La autora sostiene que la educación debe dejar de mirar hacia el pasado para diseñar artefactos, prototipos de ficción y escenas inmersivas. Ya no es suficiente con pensar para el corto plazo.
En Argentina, una semana después de la llegada al gobierno del primer presidente negacionista explícito del cambio climático (y después de numerosas presidencias de negacionismo implícito), un tornado azotó varias localidades de Buenos Aires dejando a su paso dolorosas muertes y pérdidas materiales.
El tornado ocurrió una semana después de la clausura de la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, COP 28. El informe de 2023 del panel científico intergubernamental IPCC señala que la última década ha sido la más caliente de los últimos 125.000 años, con un aumento de 1,2 °C del calentamiento global, muy cerca del límite de 1,5° propuesto como objetivo en el Acuerdo de París.
Las Naciones Unidas advierten que la crisis climática se ensañará en esta región, produciendo graves crisis socioeconómicas debido a los eventos hidrometeorológicos extremos. Además, el primer estudio global sobre las implicancias de esta crisis en niños y jóvenes, realizado en 2021 por la Universidad de Bath en Reino Unido, resalta el surgimiento de “ansiedad climática” y miedo al futuro en el 75% de estos segmentos.
Estos hallazgos subrayan la importancia de orientar a las jóvenes generaciones para vencer su problemática relación con el tiempo y el futuro.
La situación pone de manifiesto el potencial de la educación, un campo que prepara a los estudiantes para identificar oportunidades y enfrentar de forma creativa los desafíos del porvenir. Sin embargo, hay quienes concuerdan con la OCDE y su reclamo al sistema educativo, que suele mirar hacia atrás en lugar de hacerlo hacia el futuro. Una educación anclada en lo que el futurista Solail Inayatullah define como un “futuro usado”, que no logra adecuarse a las aceleradas transformaciones contemporáneas.
Por eso, desde principios del nuevo milenio, esta preocupación ha ganado espacios a nivel internacional, modificando la dirección en la que se enfoca la modernización y transformación del debate pedagógico mediante la promoción de sinergias entre los campos de los estudios del futuro y la educación.
Durante los primeros años del siglo XXI, gracias a la labor de académicos, investigadores y profesionales pertenecientes a institutos de estudios de futuro, empresas y escuelas de diseño, se logró modelar un corpus teórico y metodológico consistente denominado diseño de futuros.
Las prácticas del pensamiento de diseño tradicional, popularmente conocido como ”Design Thinking”, orientados al corto plazo e impulsadas por problemas a los que encuentra una solución, comenzaron a abordar el largo plazo.
A través de la investigación de diseño, basada en la observación etnográfica y el codiseño, se destacó el descubrimiento de señales débiles y tendencias en estados latentes o emergentes a un nivel muy detallado. Se desarrollaron visiones críticas, especulaciones alternativas, prototipos de ficción, e imaginarios ideales para apoyar reflexiones y debates relevantes para las agendas políticas, económicas, sociales y ambientales de gobiernos, empresas y comunidades. De esta manera surgieron nuevos métodos como el diseño especulativo y el diseño crítico que proponen Anthony Dunne y Fiona Raby, el futurescaping del estudio británico Superflux, el diseño de ficción que impulsa Julian Bleecker o el diseño para la coexistencia que proponen Pablo Hermansen y Martín Tironi desde la Universidad Católica de Chile, entre otros.
Una actividad clave del diseño de futuros es el acto de desarrollar escenarios de mundos alternativos y escenarios no normativos. Los métodos de diseño construyen escenarios futuros a través de la creación de artefactos, prototipos de ficción y escenas inmersivas que sumergen al usuario mediante experiencias concretas, visualizaciones e interacciones con maquetas, permitiendo entender, adoptar e integrar esas perspectivas de futuro de manera efectiva. Hubo un tiempo en el que una de las cualidades principales para sortear los desafíos del futuro era adaptarse a los cambios. Hoy sabemos que se trata de una habilidad reactiva que nos solicita comprender el mundo tal como es y soportar estoicamente todo lo que el presente nos propone. Por eso, desde el año 2012 Unesco impulsó la “alfabetización del futuro” o “Futures Literacy” como estrategia de aprendizaje global para superar la falta de respuestas de la hu
No basta adaptarse a los cambios. Una clave del diseño de futuros es desarrollar escenarios de mundos alternativos y escenarios no normativos.
manidad en el actual escenario de tensión ambiental, económica y social. El concepto acuñado por Riel Miller habla de la capacidad de comprender, imaginar y navegar múltiples futuros potenciales. Aquí es clave la creatividad imaginativa, porque el futuro como tal no existe (solo puede ser imaginado), y dado que la capacidad humana para imaginar el mañana es innata, se considera indispensable poner en valor el derecho a crear el propio futuro y a no seguir de forma acrítica futuros formulados por terceros.
En este sentido, la Unesco defiende la idea que un sujeto alfabetizado en futuros comprende mejor su rol a la hora de leer el contexto, amplía sus posibilidades de acción, le otorga poder a la imaginación y potencia la resiliencia para transitar procesos de cambio. Entonces, podemos pensar en el tornado del fin de semana pasado como resultado de liderazgos que imaginan la esperanza de Argentina atada a un “futuro usado”. Como cuando nos invitan a vernos en los reflejos de la nación que soñaba la Generación de 1880 o la de 1950. Por eso, para cambiar nuestra relación con el futuro debemos cuestionarnos si estamos capacitados para cambiar nuestra imaginación sobre él.
En este sentido, el reporte de Naciones Unidas “UN Global Pulse” nos recuerda un proverbio yoruba “Para encontrar el camino, debes perderte”. Desde esta mirada creativa, el diseñador Alex Blanch introdujo en 2017, de forma pionera, el eje de diseño de futuros en la malla curricular de la nueva carrera de Diseño de la Universidad de San Andrés. Se trata de diálogos entre educación, diseño y futuro que buscan trascender la imaginación siguiendo las enseñanzas del filósofo Arjun Appadurai, en términos de una aspiración que impulsa la lucha por transformar la realidad. Es una oportunidad para que las generaciones venideras sean capaces de imaginar y liderar la construcción de los mundos sostenibles que desean que existan. «