Museo naval en Tigre: con ambiente de río en la ciudad
El trabajo de la alumna de la FADU UBA plantea la relación entre el terreno natural y su vegetación a través de un edificio que se fragmenta en cajas y se estratifica programáticamente, todo unificado por la cubierta.
Memoria descriptiva
El proyecto se sitúa en el centro de la ciudad, frente a uno de los ramales más notables del Río Tigre y cercano a la estación de tren, una de sus principales llegadas, que hacen de ésta una ubicación muy concurrida y estratégica, no sólo por sus habitantes, sino también por el paso de comerciantes y transeúntes. En virtud de esto, el edificio propone desde su concepción potenciar el sector turístico e histórico de la zona brindando a los distintos tipos de usuarios un lugar de encuentro y de reminiscencia a la cultura tradicional de Tigre.
El concepto del museo busca generar una atmósfera salvaje y de aventura invitando al usuario a ser parte de la historia que transmiten sus exposiciones como son los barcos a escala y demás elementos temáticos.
Por lo que la elección de una arquitectura vernácula que se caracteriza por la estructura palafítica y el uso de la madera hace al edificio capaz de comunicar el mensaje de identidad contextual por sí mismo, sumado a la oportunidad de estudiar nuevas formas de anclajes y combinaciones estructurales para edificios de grandes luces.
La propuesta formal del Museo parte de tres elementos significativos:
Una gran cubierta liviana unificadora, una serie de cajas sutilmente elevadas que respetan la topografía y vegetación original del sitio, y una plataforma metálica que teje a los componentes generando un recorrido con diversas perspec tivas tanto visuales como sensitivas.
Para lograr la integración y mantener la lectura limpia de todas las partes, se propuso tomar a cada factor como unidad, es decir, con su propia estructura y materialidad permitiendo generar la atmósfera deseada en función del programa que contienen.
Los espacios están intencionados para llevar los sentidos del usuario a la experimentación más cercana de lo que identifica a la ciudad Tigre y su historia.
El edificio cuenta con varios niveles experimentales. Planta baja, en comunicación con la vegetación y topografía autóctona del sitio, donde se disponen los sectores de encuentro (recepción, bar, salón de usos múltiples y exposiciones exteriores) creando una transición entre el adentro y afuera como continuidad de la ciudad, movida, ruidosa y social. Un nivel intermedio donde se encuentran las aulas, sector contenido, más silencioso con una atmósfera controlada por una envolvente cálida que abraza a los árboles originales del lugar. Luego el primer piso, más alejado del ruido y siguiendo con estas características espaciales encontramos las salas de exposición permanentes, las cuales requieren del cuidado principalmente de la luz directa. Por último, como parte final del recorrido arribamos al segundo nivel, dando lugar a las salas transitorias. Estas balconean al sector central del museo, llevando al usuario a experimentar una perspectiva diferente de las grandes muestras y acercándolo a la cubierta donde se generan visuales amplias al cielo, a la ciudad y al río.
Comentario de la Cátedra
El atractivo de trabajar en el Tigre es la relación única que se presenta entre la ciudad y la naturaleza; entre el tejido urbano y las islas del Delta.
Los museos son protagonistas tanto de la construcción del paisaje cultural como del paisaje urbano. Como instituciones, establecen puntos en común entre las ideas y su materialización.
Intervienen fuertemente en el modelado de la topografía cultural de nuestra sociedad; y como construcciones, se emplazan en lugares estratégicos del tejido urbano, atraen y canalizan flujos de visitantes que determinan la vitalidad y desarrollo de sectores de la ciudad.
Un gran terreno privado, en el área central de la ciudad con frente al río Tigre, se transforma en una oportunidad para localizar un museo y proyectar el parque, reforzando la estrategia de aumentar y calificar los espacios públicos costeros, teniendo en cuenta las necesidades propias del sitio, la escala metropolitana y la identidad barrial.
El trabajo plantea la relación entre el terreno natural y su vegetación – aludiendo a las islas del Delta – y el edificio del Museo, que se fragmenta en cajas y estratifica programáticamente, todo unificado por la cubierta: que por un lado permite control climático y por el otro, genera una atmósfera muy particular.
La planta baja aloja los programas públicos dialogando con el parque y el terreno natural.
La colección permanente se ubica en salas conformadas como cajas introverti
das para crear las condiciones de iluminación adecuadas, vinculadas por pasarelas que, además de formalizar el recorrido, permiten conexiones con la planta baja y con la parte superior de las salas/cajas donde se localizan las exposiciones transitorias.
La elección del sistema estructural palafítico y la madera como material principal – usada como estructura y como envolvente- refuerza la idea de arquitectura del lugar.
La cubierta, un sistema de piezas escultóricas de madera, es la que permite el ingreso de la luz natural a todo el museo, tamizando los rayos solares, generando el clima complejiza el espacio interior, desdibujando la relación entre exterior – interior.«