Una torre curva que saca partido de la esquina
El edificio Dakar, en San Miguel de Tucumán, se destaca por su fachada metálica con perfiles verticales de aluminio y sus visuales a la ciudad.
Sobre la monótona trama de damero de la ciudad de San Miguel de Tucuman, se destaca el vacío urbano de la plaza Juan Bautista Alberdi y el trazado de las vías del ferrocarril, ahora en desuso.
El vacío queda comprendido entre un tejido denso de ciudad y un perfil urbano de menor escala hacia el otro lado. Frente a él emerge la torre curva de viviendas de once pisos proyectada por el estudio para un desarrollador inmobiliario.
En este proyecto se conjugaron los requerimientos del comitente con la optimización del emplazamiento con la intención de hacer ciudad. Este lote entre medianeras se ubica en la intersección de las calles Catamarca y Santiago del Estero.
El edificio se retira de la línea de edificación desde planta baja hasta el tercer piso para abrir la visual y ampliar la perspectiva hacia la plaza, tal como sucede en el ensanche de vereda sobre la calle Virgen de la Merced resultado del retranqueo de la fachada de la Basílica Menor Nuestra Señora de la Merced, que permite que ésta sea visible desde la plaza Independencia.
Este gesto se enfatiza al materializar la esquina de la torre con un perfil curvo en lugar de ser el típico punto de encuentro entre dos planos perpendiculares. La morfología orgánica del edificio fue uno de los requerimientos solicitados por el comitente y que terminó por potenciar la resolución del proyecto.
Mientras que los pisos superiores vuelven a recuperar la ocupación total del espacio aéreo avanzando sobre la línea de edificación, el retranqueo de la fachada hasta el tercer piso emparda la altura de sus linderos, uno de ellos catalogado como APH, y con la copa de los árboles de la vereda, dotando al basamento de una escala con carácter peatonal.
En los últimos seis niveles el volumen edilicio se separa de las medianeras para ganar una fachada con vistas largas hacia la plaza y el cerro San Javier, de esta manera se vuelve a priorizar el vacío por sobre el lleno.
En planta baja se desarrollan el acceso peatonal, un local comercial y el ingreso a las cocheras ubicadas en el subsuelo. Mientras que en los niveles superiores se proyectan viviendas con tipologías de dos, tres y cuatro ambientes y el último nivel se resuelve con una terraza con pileta, solarium y parrillas.
Toda la envolvente del edificio de 4.000 m2 se materializa con un sistema de perfiles verticales de aluminio de sección cuadrada de diez por diez centímetros que protege, sobre todo, de la incidencia del sol del oeste, pero que a su vez oficia de tamiz entre la ciudad y la vida en el interior de las unidades.
El ritmo de esta piel metálica junto con los sutiles cambios de curvatura de cada nivel generan un juego de luces y sombras en el plano interior de la fachada, que va cambiando a lo largo del día.