Oficinas con una envolvente metálica para regular el clima
En Córdoba, Santiago Viale Lescano y Juan Manuel Juárez diseñaron con premisas sustentables el masterplan y la sede administrativa de una empresa de alimentos para animales.
Ganadores de un concurso privado, los arquitectos Santiago Viale Lescano y Juan Manuel Juárez fueron los encargados de diseñar el masterplan y el edificio de oficinas de la empresa Biofarma. Se trata de una firma en constante expansión, que produce y comercializa alimentos para animales de la industria avícola, porcina y bovina.
El concurso convocaba a diseñar un masterplan en un predio de 39.870 m2 para la construcción de la planta industrial que incluye el edificio de oficinas y otros complementarios (laboratorio para análisis de muestras, vestuarios, comedor, cocheras y estacionamiento para camiones con espacio de carga y descarga).
“Luego de recibir el primer premio con el masterplan, se nos encargó el desarrollo del proyecto ejecutivo de las oficinas, que debía centralizar distintas áreas administrativas que estaban desperdigadas en varias subsedes”, cuenta Viale Lescano.
Y revela que se encontraron con un comitente bastante conservador, que no quería saber nada con un diseño flexible para trabajo colaborativo ni con un equipamiento liviano. Así que tuvieron que llegar a un equilibrio entre los despachos cerrados que pedían desde la gerencia general y los espacios totalmente abiertos.
Por otra parte, el comitente había desarrollado las bases del concurso, en las que se especificaba el uso de construcción metálica. “Pidieron que fuera todo construcción en seco, desde la óptica industrial, la obra húmeda les parecía lenta y pesada”, dice Viale Lescano.
Pero el presupuesto se fue de las manos y junto con la empresa constructora el estudio propuso hacer dos losas y columnas de hormigón para luego cerrar con carpinterías de aluminio, lo que redujo los costos un 30 por ciento.
“Se supone que la construcción en seco es más económica, pero hay mo
mentos en nuestro país en los que lo que se importa resulta caro. No siempre lo metálico es más barato que el hormigón, y viceversa”, explica el arquitecto.
Viale Lescano asegura que gracias a que ha trabajado tanto con obra húmeda como con construcción en seco, e imparte clases en la universidad sobre ambos sistemas constructivos, pudo “encontrale la vuelta a la obra sobre la marcha, incorporando el hormigón”.
Para proyectar la edificación, tuvieron en cuenta la ventaja del perímetro libre y la ubicación estratégica dentro del predio. Propusieron dos plantas de morfología rectangular, conformadas por bandas de oficinas hacia las fachadas y conectadas al centro por dos patios internos que generan espacios colaborativos. Agregaron dos núcleos de circulación vertical en los extremos para fomentar la interacción entre los empleados de los distintos niveles.
En la planta alta, además de las oficinas hay salas de reuniones, áreas de impresión y un coffee break. Los despachos gerenciales se distribuyen alrededor de un espacio en doble altura el cual conecta con un ingreso jerarquizado en planta baja, reforzando la sensación de institucionalidad. Junto a este acceso hay un pequeño auditorio y salas de capacitación.
Losas de hormigón
Se propuso una estructura independiente de hormigón armado, con losas alivianadas y vigas chatas. La envolvente está formada por varias capas de construcción simple, pensada como un elemento de sustentabilidad pasiva que mejora el aislamiento térmico del edificio.
Sobre las columnas y vigas perimetrales se diseñó un cierre con carpintería de frente integral, de aluminio con doble vidriado hermético fijado a las columnas de hormigón.
Se anclaron ménsulas de perfiles normales, sobre los cuales se apoyó una subestructura de tubos metálicos y sobre esta, se colocó una piel de chapa desplegada galvanizada prepintada color gris, separada 70 cm de la carpintería de aluminio, generando así una protección solar.
Al estar separada del suelo, genera una sensación de liviandad, que se refuerza con las sombras que arroja sobre los vidrios.
Esta piel juega un rol importante en el proyecto, ya que conforma un espacio intermedio de sombra entre el cierre del vidrio y el exterior, reduciendo así la radiación directa del sol y, por ende, el consumo energético del edificio.
Para que no sea un obstáculo visual entre el exterior y el interior, se agregaron paños móviles que pueden abrirse dependiendo la hora del día. Como complemento, se colocaron en el interior cortinas de bandas verticales que permiten que los usuarios regulen, de acuerdo a su necesidad, el nivel de luminosidad requerido.
En fachada principal aparecen distintos gestos como un cartel proporcionado a su tamaño, notorio porque interrumpe el gran revestimiento metálico de la obra, precedido por vidrios laminados opacos, que hacen las veces de fondo del letrero y cerramiento de los locales de servicio.
Además, una gran ventana acom
pañada de una tobera metálica, que destaca el cambio de uso, donde se ubica un comedor para el personal y una amplia terraza con espacio de esparcimiento como extensión de las oficinas.
“Tengo una obsesión -dice Viale Lescano- el vidrio como única membrana entre interior y exterior no funciona, no es inteligente ni sustentable”. Por eso generaron una piel de chapa galvanizada y prepintada al horno que actúa como tamizador entre el afuera y el adentro.
“Ese espacio intermedio sería algo así como una galería, ese elemento que tenemos incorporado a nuestra cultura, lo que atempera el calor extremo”.
Así, la fachada es un dispositivo sustentable pasivo, que si bien no genera energía, posee el aislamiento térmico adecuado: la energía que se consume se contiene, no se dispersa. Para llegar a la resolución final, se hicieron varias pruebas con chapas perforadas de todo tipo.
“Por la distancia que hay hacia los empleados nos seguía pareciendo que iban a estar dentro de un caja de chapa. Entonces agregamos paños móviles que se pueden abrir y cerrar”, agrega el arquitecto. Cortinas de bandas verticales terminaron de plasmar la protección solar. «