Una excavación de arquitectura contemporánea
Un condominio de cuatro casas de descanso sobre la costa del Pacífico chileno, de estudio González Moix, recrea su espíritu local mediante la relación simbiótica que mantiene con su entorno natural.
La arena, protagonista de escenarios desérticos y costeros, no solo es el componente fundamental del hormigón, materia prima de gran parte de la arquitectura contemporánea, sino que, en ciertas ocasiones, es además el conjunto de partículas que compone la masa desde la cual se “descubre” la arquitectura arraigada a su entorno natural.
En Pupuya, localidad dentro de la comuna de Navidad, Chile, la arena es negra, volcánica, y removiendo su capa superior es la forma en que el arquitecto Oscar González Moix encuentra la inspiración para construir una arquitectura en tan profunda conexión con el entorno que la rodea que se convierte en paisaje.
El proyecto es un condominio de cuatro viviendas temporales, pensadas para vacacionar en la costa del Pacífico y disfrutar del escenario natural que la localidad propone.
Frente al mar y sobre los médanos existentes asoman los muros perimetrales que conforman cada una de las cuatro viviendas. Los muros dibujan en el paisaje cuatro cuñas cuya altura aumenta hacia el mar y disminuye hacia la ciudad, creando el efecto visual de la arquitectura asomando desde el terreno, de cara al océano, entrelazando sus líneas con el trazado de los médanos que la rodea.
El objetivo de la cruda materialidad propuesta por el autor es que envejezca y reaccione a los componentes de su ambiente natural con el paso del tiempo, como el resto de los elementos que componen el paisaje.
Con esta filosofía, materiales como hormigón visto, maderas, cueros y metales predominan en el interior y exterior de la obra, en tonos que se mimetizan con los colores de la naturaleza circundante. Así promueve un goce de los sentidos orientado a la celebración del paisaje desde una arquitectura que sirve como refugio al hombre, adaptándose a la inclinación de la ladera y sin interferir con la ero
sión del viento, el crecimiento de la vegetación local, las visuales hacia el mar o el espíritu del lugar.
La metodología de diseño del arquitecto Oscar González Moix - formado en Buenos Aires y, desde 2002, con una oficina en Lima- hace especial hincapié en la inicial visita al sitio. De allí surge la inspiración para la esencia de la obra, en la búsqueda de una referencia visual y/o conceptual que oriente la línea proyectual. Luego sigue con el desarrollo de la misma mediante dibujos a mano alzada y maquetas maleables que puedan ir incorporando cambios y ajustes al proyecto.
En el caso de Samay, en Pupuya, la visita el sitio permitió el entendimiento del entorno del cual iba a surgir el proyecto, percibir el movimiento que sufre el dibujo de los médanos por causa del viento. Y definió la posición desde donde emerge el condominio y la circulación con el eje central perpendicular al horizonte, que comunica a cada una de las viviendas. La expresión de las mismas, se consolidó a partir de la referencia que tomó el arquitecto del centro ceremonial de “Cahuachi” de la cultura Nazca, el más grande del mundo construido con adobe, cuyo significado refiere al “lugar desde el que se mira”.
En las viviendas de Samay (“descansar” en quichua) se reconoce el concepto de este centro arqueológico en elementos como el espesor del muro, que no parece haber sido construido sobre la superficie, sino simplemente haber sido descubierto al remover la arena sobrante a su alrededor, y el dibujo que el mismo propone delimitando los espacios a medida que avanza sobre el terreno.
Con respecto a las maquetas con
ceptuales, el arquitecto trabaja con las que reconoce como “huaquetas”, haciendo referencia a la “huaca”, término asociado a la “cosa sagrada”, y por consecuencia a los templos ceremoniales en el Perú.
Este reflejo de la fusión de su bagaje de arquitectura heredada de su formación en la Uiversidad de Buenos Aires, y de arquitectura adquirida de su experiencia como arquitecto en Perú, es el que permite el vínculo intrínseco de la obra con el sitio costero del océano Pacífico y su conexión material y espiritual con el lugar.
Con la misma intención de relacionarse con el entorno, Gonzalez Moix encara otros proyectos en curso, por ejemplo, el Edificio Caral en Punta del Este con su socio, el arquitecto Carlos Sallaberry.
Lejos de tendencias arquitectónicas que ponderan tecnologías y estéticas globales y que pretenden adaptarse a diferentes contextos, la concepción de la arquitectura del estudio, en el caso de las viviendas vacacionales de Pupuya, intenta retomar valores ancestrales referidos a la glorificación de la tierra y a la estimación del entorno natural como el disparador y origen de las obras de arquitectura.
Así como el forzudo italiano Belzoni supo descubrir de arena el templo de Abu Simbel en Egipto, y el trabajo de arqueólogos desde comienzos del siglo XX en la zona de Nazca permitió que Cahuachi viera la luz, seguirá siendo “descubierta” una nueva arquitectura enraizada a su entorno típicamente natural. En Pupuya, Gonzalez Moix descubrió una arquitectura que recibe protección ante los agentes naturales a la vez que protege su espíritu local mediante la relación simbiótica que mantiene con su entorno.«