Fotos que hacen barullo
La consigna de Barullo es simple: crear un espacio plural, unir géneros y generaciones en la tarea de la escritura, con dos premisas innegociables: rigor y honestidad. Cuando el universo digital parece haberse convertido en tiranía invencible, nosotros confiamos en la nobleza del papel, en el murmullo de las páginas que alguien da vuelta sobre la mesa de un café, en el acto político de la lectura.
La premisa es movernos: mirar, compartir, nombrar. La cultura hace ruido en Rosario. Barullo quiere compartir esa “música” con sus lectores y con los próximos que vendrán. Pero claro, para una revista, las imágenes son clave. Y en las fotos que enriquecen e iluminan las páginas de Barullo puede verse la misma pasión que vertebra y sostiene a la publicación entera, rosarina por convicción. Debido a tal razón, una exposición que reúna el rico material gráfico incluido en sus páginas –en cada número de la revista se incluye un fotorreportaje– puede ser vista como un paseo que inevitablemente aunará la belleza con el riesgo, porque el periodismo tiene siempre un vínculo con los bordes más filosos e imprevisibles de lo real, y cuando es legítimo –el primer adjetivo que siempre debería calificarlo– se planta delante del lector como una revelación constante, plasmado en el formato que sea. Y el fotógrafo, aunque ya no revele físicamente sus imágenes –tal como sucedía en la entrañable época analógica–, puede revelar sin embargo otras cosas: entre ellas, nada menos que la verdad, siempre oculta a la mirada rutinaria.
El cambio de los tiempos no debe modificar las banderas del periodismo de calidad, y en ese periodismo el reportero gráfico ocupa un sitial del cual no puede ser desplazado. Porque pese a la velocidad de la época, la famosa onomatopeya “clic” conserva el mismo sentido de siempre: el de una puerta abierta a la maravilla y la sorpresa. La muestra fotográfica de Barullo se puede visitar, riguroso protocolo de por medio, durante todo diciembre en Plataforma Lavardén, Mendoza 1085, planta baja.