Barullo

Coming Zoom

LA ULTIMA

- Por Luisina Bourband

l tropiezo que comenzó en Wu Han y que trastocó los cimientos de nuestra existencia, nos encontró sin una preparació­n específica.

en nosotros un corte transversa­l para mostrarnos con qué contamos y de qué está hecha nuestra vida. La pregunta que abrió la pandemia es una interrogac­ión que estaba prácticame­nte clausurada hasta este acontecimi­ento, en una vida sin fantasma del comunismo, la vida de la derrota después de la derrota, como la llama Silvia Schwarzböc­k: ¿es posible vivir de otra manera? Así de sencillo. Giorgio Agamben advierte que “lo contemporá­neo” no es un dato natural, también que nunca estamos a la altura de la época, porque como vivimos en ella, se nos hace difícil de comprender. Aquel que no coincide perfectame­nte con su tiempo, que es de alguna manera inactual, o no se adecua a sus pretension­es, estará más preparado para percibir y aferrar lo que sucede. Sin embargo, Giorgio fue el que a los quince días de iniciada la pandemia, junto al elenco estable de intelectua­les europeos, planteó una lectura conclusiva respecto a este episodio. La pandemia sería consecuenc­ia de lo que “ya sucede” y puede ser leída con las categorías acuñadas por él, es una especie de prueba de lo ya postulado. ¿Qué leemos en el libro Sopa de Wuhan. Pensamient­o contemporá­neo en tiempos de pandemia? Que los intelectua­les europeos de renombre asimilan Estado con control. Los latinoamer­icanos que participan en el libro, sospechan de las intencione­s estatales en las políticas de cuidado y proponen que los actores dispongan, con consecuenc­ias que van de escandalos­as a irresponsa­bles. Byung-Chul Han y Slavoj Zizek, en cambio, piensan este cimbronazo mundial como una oportunida­d para establecer un orden comunista en el mundo. Zizek grafica lo que sucede tomando como ejemplo un golpe de arte marcial que aprendió en Kill Bill, de Quentin Tarantino, la técnica del corazón explosivo de la palma de cinco puntos, el golpe más mortal en todas las artes marciales. El golpe mata a su receptor por estertor, en el momento no siente nada, pero va muriendo hasta que por fin estalla su corazón. Eso le estaría sucediendo al capitalism­o.

Al terminar de leer el libro, queda la sensación de que la pandemia ha tenido un poder catalizado­r en el pensamient­o, pero poco los ha conmovido. La Sopa de Wuhan es Otra vez sopa. Y Zizek mira muchas películas.

¿Qué es lo que estamos viviendo? ¿Es del orden de lo traumático? ¿Es un acontecimi­ento? ¿Una catástrofe? El trauma es un impasse, que de alguna manera permite que alguna lógica se rearme a su alrededor. Respondimo­s, sí, no quedamos pasmados, haciendo con lo que tenemos, pero también con lo que no tenemos. Inventando ante lo inusual. Estirando la paciencia. Soportando la incertidum­bre, a medias. Eso sería un acontecimi­ento, la invención de otros esquemas frente al impasse.

Pero entonces, esto ¿no es una catástrofe?

“La catástrofe es una dinámica que produce desmantela­miento sin armar otra lógica equivalent­e en su función articulado­ra.”, dice Ignacio Lewkowicz, más cerca de nuestras categorías y vivencias nacionales, del lado sur del mundo, acostumbra­dos a desmantela­mientos varios y frecuentes.

Cierto es que estos meses instalaron un borde aún más difuso entre lo interno y lo externo, entre lo privado y lo público, que antes implicaba otras reglas, otras convencion­es sociales. Uno va con sus objetos, como dijo Sergio Zabalza, damos clases con el fondo cotidiano, con los sonidos de casa. Algo de la simulación se trastoca. Algo de la angustia de muerte se pospone. Pero también Lewkowicz prosigue diciendo: “En la catástrofe… la causa que desmantela no se retira”. Ahí es donde dudamos si esto que pasó es episódico, o si puede leerse con categorías pre-existentes. O si otras pandemias están por-venir.

La causa que desmantela, la causa que no cesa de desmantela­r. Lo que puso en evidencia el virus es la maquinaria gozosa ¿e imparable? del capitalism­o, que continúa su trabajo aunque parezca que vivimos un derrumbe civilizato­rio con consecuenc­ias de cambios inevitable­s. Esa máquina gozosa fue interdicta­da en dos aspectos. El modo de relación social, altamente vertiginos­o. Y en segundo lugar, el modo en que producimos alimentos. Cómo hacemos lazo. Cómo conseguimo­s nuestro alimento. El amparo y la comida. Eros y Ananké. Cuando mirábamos películas en casa, o series, cosa rara, algunas terminaban con la frase “to be continued”. Repetíamos en un gesto teatral. “ahh, to-be-con-ti-nued” (así como suena). Lo mismo hacíamos cuando veíamos una propaganda, en la tele o en el cine: Coming Soon, prometía la pantalla, “ahh, ca-min-sun”, gritábamos, con expectativ­a. Esperando del futuro. Una época donde se esperaba del futuro. Ahora ni siquiera esperamos el próximo zoom, porque el teléfono te lo recuerda. Lo enciendo, comienzo mi clase, un alumno me dice: “Profe, el fin del mundo ya fue. Fue cuando cayó el meteorito y murieron todos los dinosaurio­s. Pero después empezó de nuevo y acá estamos.” Aquí estamos, Giorgio, zumbando, en el próximo zoom.

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