Encaremos el 2017 con RESILIENCIA Y ASERTIVIDAD
Dos cuestiones importantes para tener una vida mejor, más feliz y alejada de los conflictos.
RESILIENCIA
El año traerá muchas cosas bonitas, pero también, como es natural, muchas cosas que no son tan geniales. Es entonces cuando debemos actuar con resiliencia: la capacidad de superar la adversidad y salir fortalecido de ella. Pero cuidado: ser resiliente no es ser invulnerable, sino que es responder adecuadamente a las vicisitudes de la vida. Esta capacidad puede ser innata, pero también es psicoeducable, es decir puede aprenderse a través del fortalecimiento de todas las dimensiones de la persona. Es un proceso permanente de construcción de la persona y de su personalidad, que proporciona factores protectores y defensivos, y que otorga crecimiento a las experiencias.
¿QUÉ PERMITE LA RESILIENCIA?
Reaccionar adecuadamente ante los problemas;
Escoger caminos no traumáticos;
Superar obstáculos de manera productiva.
ASERTIVIDAD
Vivimos en un mundo donde reina la violencia en la comunicación con el otro. La asertividad consiste en aprender a expresar los sentimientos y preferencias de una manera directa, honesta y adecuada. El comportamiento asertivo se caracteriza por ser respetuoso hacia los sentimientos de la otra persona y facilitador de la comunicación bidireccional.
¿QUÉ PERMITE LA ASERTIVIDAD?
La persona asertiva se siente libre para expresarse por la palabra y los actos;
Tiene una orientación activa: va tras lo que quiere;
Sabe que no siempre puede ganar, pero se queda tranquila que lo intento con todas sus fuerzas, y siempre se tiene respeto a sí mismo.
CADA PERSONA TIENE DERECHO A…
Ser juez de su propio comportamiento, pensamiento y emoción, y responsabilizarse de las consecuencias.
Cambiar la manera de pensar.
Tomar decisiones sin justificarlas.
Cometer errores y ser responsable de ellos.
No saber o no comprender algo.
Sentir y expresar emociones tanto positivas como negativas, sin quedarse con la sensación de que está haciendo algo censurable.
A no satisfacer las demandas de los otros sobre las suyas.
A no comportarse en función de los demás.
A no pedir aclaración de alguna acción.
A intentar cambiar lo que le satisface.
A ser tratado con dignidad.
A ignorar los consejos de los demás.
A pedir ayuda o apoyo emocional.
A recibir el reconocimiento por un trabajo bien realizado.
A no anticiparse a los deseos y necesidades de los demás, y a no tener que intuirlos.
A detenerse antes de actuar.
A decidir qué hacer con su cuerpo, tiempo y propiedades.
A estar solo, aún cuando los demás deseen su compañía.
A tener sus propias necesidades y que sean tan importantes como las de los demás.
A hablar con otras personas si los derechos de cada uno no están claros.
Médico especialista en psiquiatría y director de Red Sanar, una ONG solidaria y gratuita para la salud mental.