Bienestar Natural

La naturaleza de la mente

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Se trataba de un hombre que llevaba muchas horas viajando a pie y estaba realmente cansado y sudoroso bajo el impecable sol de la India. Extenuado y sin poder dar un paso más, se echo a descansar bajo un frondoso árbol. El suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería disponer de una cama. Resulta que aquél era un árbol celestial de los que conceden los deseos de los pensamient­os y los hacen realidad. Así es que al punto apareció una confortabl­e cama.

El hombre se echó sobre ella y estaba disfrutand­o en el mullido lecho cuando pensó en lo placentero que resultaría que una joven le diera masaje en sus fatigadas piernas. Al momento apareció una bella joven que comenzó a procurarle un delicioso masaje. Bien descansado, sintió hambre y pensó en qué grato sería poder degustar una sabrosa comida. En el acto apareciero­n ante él los más suculentos manjares. El hombre comió hasta saciarse y se sentía muy dichoso. De repente, le asaltó un pensamient­o: Mira, si ahora un tigre me atacase. Apareció un tigre y lo devoró.

Moraleja

Cambiante y descontrol­ada es la naturaleza de la mente. Aplícate a conocerla y dominarla y despejarás para siempre el peor de los tigres: el que mora dentro de ella misma.

Si cambias el modo en que miras las cosas, las cosas cambias.

Whine Dyer.

No actuamos correctame­nte porque tenemos virtud o excelencia, sino que las tenemos porque hemos actuado correctame­nte.

Aristótele­s Hay una buena forma de saber si un hombre es honesto; pregúntase­lo. Si dice que si, sabrás que es un sinvergüen­za. Groucho Marx

EN EL MOMENTO QUE DEJAS DE PENSAR EN LO QUE PUEDE PASAR, EMPIEZAS A DISFRUTAR

DE LO QUE ESTÁ PASANDO.

La fuerza no viene de una capacidad física; Viene de una voluntad indomable. Mahatma Gandhi

“Quédate con un amor que te dé respuestas y no problemas. Seguridad y no temor. Confianza y no más dudas”. Paulo Coelho TOMATE TU TIEMPO PARA DELIBERAR, PERO CUANDO LLEGUE EL MOMENTO DE LA ACCIÓN, PARA DE PENSAR Y CONTINÚA.

NAPOLEÓN

El mejor padre

Un hombre, todavía no muy mayor, relataba a un amigo: -Quise darle a mis hijos lo que yo nunca tuve. Entonces, comencé a trabajar catorce horas diarias No había para mi sábados ni domingos. Considerab­a que tomar vacaciones era locura o sacrilegio. Trabajaba día y noche. Mi único fin era el dinero y no paraba hasta conseguirl­o porque quería darle a mis hijos lo que nunca tuve.

-Y .¿lo lograste?, intervino el amigo.

-Claro que sí, contestó el hombreyo nunca tuve un padre agobiado, hosco, siempre de mal humor, lleno de angustias y ansiedades, sin tiempo para jugar conmigo y entenderme. Ese es el padre que yo les di a mis hijos. Ahora ellos tienen lo que yo nunca tuve.

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