UNA OBRA QUE ALERTA AL ESPECTADOR Y LO DEJA PERPLEJO Y EN EXTASIS
NATALIA COCIUFFO Y MARIANO CHIESA: EXCELENCIA ACTORAL Y PRECISION ARTISTICA
Aveces la brutalidad viene acompañada de la ignorancia o la negación. Pretender sanidad cuando el cuerpo está quebrado y la mente dañada, exige un esfuerzo que dura poco y siempre se desvanece frente a la verdad. El temor a uno mismo y a revelarse del sometimiento y el infierno del abuso y el maltrato, es sin dudas, el paradigma de los textos corrosivos de Emiliano Dionisi y Martín Rodriguez, que lograron – con canciones, pero sin ser una comedia musical- desplegar un abanico de dolor, desesperanza, y un humor cínico que se proyecta en la sala con risas nerviosas e incómodas. Los monólogos de sus protagonistas tienen una severa profundidad que atraviesa lo meramente actoral. Hay intenciones claras que logran su objetivo: la perplejidad más cruel y exacta dentro de la dramaturgia. Natalia Cociuffo se luce en un rol potente. Sabe llevar la intención y sacudir al espectador en los momentos más conflictivos. Su personaje – una madre que ampara a su hija con capacidades diferentes- es implacable pero cuando interpreta a esa misma niña que grita del asco y pide amparo y protección, encandila con su versatilidad y genuino talento. A su lado, y con el mismo nivel de compromiso e intensidad actoral, se impone Mariano Chiesa, un actor que logró reconocimientos en la comedia musical, pero aquí demuestra que su esencia artística es infinita. Tanto su lenguaje corporal, como los matices vocales son armas que utiliza con vigor y entrega. Aquí se muestra como un padre orgulloso de su hijo “especial”, al que estimula, educa y somete a sus propios demonios negando un desenlace que se avecina. El final es tormentoso y paralizante. Pero uno sale del teatro con el placer de haber visto dos gloriosas actuaciones que impulsan a aplaudir de pié. Cabe resaltar los excelentes músicos: Juan Pablo Schapira, Matias Menarguez, Martín Rodriguez y Gianluca Bonfati Mele. La dirección – precisa, sin estridencias- es de Emiliano Dionisi y tanto la escenografia de Compañia Criolla y la iluminación de Claudio del Bianco, aportan a la puesta el clima exacto. Resumen: dos padres que pretenden proteger a sus hijos de un mundo monstruoso cuando en realidad ellos, son sus propios monstruos. HECTOR MAUGERI