SOLIDEZ ACTORAL PARA LA RÍSA, EL LLANTO Y LA IRONIA
FLORENCIA PEÑA Y DIEGO PERETTI: UNA PAREJA ARTISTICA QUE ATRAVIESA EL ESCENARIO
Todo tiene un riesgo. Y frente al riesgo, siempre existe una consecuencia. Atreverse no es fácil. Genera dudas, incertidumbres, y si se trata de compartir la pareja, no todos están preparados para dar ese gran salto: Como dejarse arrasar por el abismo, en el que muchas veces, no hay vuelta atrás. La convivencia desgasta las relaciones humanas – no sólo hablo de matrimonios, novios o amantes- y el autor de “Los Vecinos de Arriba”, el cineasta y guionista español
Cesc Gay, plantea el despertar de las pasiones adormecidas con una cama de cuatro. ¿Cómo vencer los mandatos culturales y las reglas establecidas por una sociedad machista y careta? ¿Después del deseo consumado, la pareja crece o se llena de culpas y se destruye? Uno tiene que ver lo que sucede en el escenario del teatro Metropolitan para dejar de atormentarse o para soltar las fantasías internas. La narrativa está expuesta a través de una meticulosa dirección de Javier Daulte - experto en este tipo de trabajos corales- donde se conjugan sabiamente el humor disparatado y absurdo con lo más doloroso y visceral del ser humano. El tránsito entre un sentimiento y el otro es voraz y uno pasa de la risa a la emoción con la misma simpleza con que brotan los aplausos, interrumpiendo un texto con matices y una impronta porteña. Porque más allá de que la obra se escribió y estrenó en catalán, en Barcelona, en 2015, batiendo records de taquilla, y se reestrenó en español en Madrid, un año después, la versión del director argentino está aggiornada con guiños, gestos y modismos “argentos”. La presencia escénica de Florecia Peña siempre sorprende: su capacidad de disfrute, y su esencia artística es inmejorable. Sabe controlar las emociones, se compromete con el personaje y sus matices y colores actorales la destacan de un elenco compacto que desborda talento. A su lado, y con un personaje que le viene como anillo al dedo, Diego Peretti sabe explotar sus zonas mas perturbadoras con ironía, y un humor fácil y cercano. Todo lo dice y lo hace con la simplicidad de los grandes. Pareciera que nada le costara y que para él, pisar un escenario, le es tan natural como transitar la vida. Con la misma solvencia profesional, Rafael
Ferro aporta simpatía y empatía popular, mientras que Julieta Vallina se muestra firme y segura en un rol creíble. El diseño escenográfico de Alicia Leloutre –simple pero cómodo para los actores y el espectador- permite que los personajes fluyan en un ambiente donde todo lo que aparenta armonía y solidez, se quiebre para mostrar las grietas más oscuras y dolorosas del corazón humano.