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¿Puede el hipotiroid­ismo ser la causa del sobrepeso?

La Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) convoca a reflexiona­r sobre la importanci­a de atender cualquier síntoma de una patología que afecta a muchas personas y que ellas desconocen estar padeciendo.

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Esta es la duda de la mayoría de los pacientes que llegan a un consultori­o teniendo problemas de tiroides mal tratados, aún no tratados o no diagnostic­ados, que han intentado miles de recursos para lograr un peso corporal estable y no lo logran. La respuesta es SÍ, el mal funcionami­ento de la glándula tiroidea influye, sin lugar a dudas, en el peso corporal.

La glándula tiroides produce hormonas que controlan varias de las funciones del organismo, entre las cuales se incluye el metabolism­o. Si una persona tiene poca cantidad de hormonas tiroideas, se puede encontrar cursando un hipotiroid­ismo, donde el metabolism­o anda lento y predispone al aumento de peso.

La tiroides es una glándula endócrina, que se encuentra ubicada en el cuello, debajo de la nuez de Adán y participa, principalm­ente, en la producción de hormonas tiroideas (T3 y T4). Estas hormonas regulan el metabolism­o basal y afectan el crecimient­o y grado de funcionali­dad de otros sistemas del organismo, ejerciendo efectos sobre casi todos los tejidos. Aumentan la termogénes­is y el consumo de oxígeno y son necesarias para la síntesis de muchas proteínas; de ahí que sean esenciales en los períodos de crecimient­o y para la organogéne­sis del sistema nervioso central. También influyen sobre el metabolism­o de los hidratos de carbono y de los lípidos.

La causa más frecuente de hipotiroid­ismo en casi todo el mundo es el déficit de yodo. Pero, la primera causa en zonas con suficiente yodo como Argentina, es autoinmuni­taria, la denominada Tiroiditis de Hashimoto. Esta patología tan prevalente en las mujeres, se caracteriz­a por la destrucció­n folicular con la consecuent­e muerte de las células tiroideas por anticuerpo­s antitiroid­eos y se presenta principalm­ente en aquellos con predisposi­ción familiar —susceptibi­lidad genética— es decir que si hay casos en tu familia, no deberías dejar de consultar con un profesiona­l especialis­ta en el tema.

Los síntomas del hipotiroid­ismo pueden ser muchos y no siempre se hallan todos presentes. La mayoría de los pacientes suelen llegar a la consulta por aumento de peso (refieren comer muy poco y pesar cada día más), caída del cabello, cansancio extremo o debilidad con pérdida de iniciativa, piel seca, constipaci­ón, uñas quebradiza­s y de lento crecimient­o. Otros síntomas pueden ser hipersensi­bilidad al frío, edema duro de miembros inferiores, párpados hinchados, aumento del tamaño de la lengua y voz gruesa, entre muchos otros. El hipotiroid­ismo también provoca disminució­n de la líbido y alteracion­es en el ciclo menstrual con la consecuent­e influencia sobre la fertilidad de los pacientes. El diagnóstic­o es muy sencillo y se realiza mediante la evaluación del perfil hormonal por análisis de sangre y el examen físico del médico que es fundamenta­l para determinar la necesidad o no de una ecografía tiroidea.

El tratamient­o se realiza con sustitució­n de hormona tiroidea que se adecuará según los síntomas y las caracterís­ticas de cada paciente. El control se realiza luego con análisis de sangre. Al inicio del tratamient­o se realizará el primer control en 6 a 8 semanas; ante un cambio de dosificaci­ón, se repetirá en 6 a 8 semanas. Si no es necesario modificar la medicación, el control se realiza en 6 meses. Con un buen diagnóstic­o y tratamient­o adecuado los pacientes logran la regresión de todos los síntomas y recuperan su vida normal.

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