“MI HIJA ES UNA ACTRIZ FANTASTICA” MARCOS Y LUCIA MUNDSTOCK
El arte ha vencido en la casa de los Mundstock. Unos cuantos años atrás, cuando Marcos Mundstock (65) tenía la edad de su hija, Lucía, el célebre integrante de Les Luthiers se dio cuenta en segundo año de la carrera de Ingeniería que lo suyo tenía que ver con el ingenio, pero llevado al humor. Lo que siguió fue un éxito rotundo junto al grupo humorístico que acaba de ser reconocido con el premio Princesa de Asturias de España. Ese fue el primero de los dos duelos a los que se batieron la ciencia y el arte en el seno de la familia. El segundo vendría décadas después, cuando la hija del célebre actor, Lucía Mundstock, se recibió de administradora de empresas convencida de que quería ser actriz. Su primera incursión en la profesión fue un éxito: produjo desde cero la comedia musical “Cita a Ciegas”, una reversión de la obra de Broadway, “First Date”. Las ocho funciones estipuladas desde un comienzo terminaron convirtiéndose en 43. Su performance le mereció varias ternas, entre ellas, al premio Revelación en los Trinidad Guevara, que distingue a las mejores producciones teatrales.
Casi como una yapa, la esposa de Marcos y madre de Lucía, Laura, después de ejercer durante toda su vida como cardióloga dejó la profesión para convertirse en productora de los espetáculos familiares. Hoy, la casa de los Mundstock es un gran camarín, con piezas de vestuario y guiones teatrales diseminados por doquier. Marcos acaba de estrenar “Les Luthiers Gran Reserva” (Gran Rex) y Lucía, la segunda temporada de “Cita a Ciegas” (Maipo Kabaret). El arte ha prevalecido, y eso es algo que padre e hija celebran por igual.
—¿Cómo fue su ingreso al mundo artístico? Lucía Mundstock:—Mi entrada al mundo artístico fue de muy chiquitita. Al mundo profesional fue en “Cita a Ciegas”. Apenas terminé de cursar mi carrera universitaria como licenciada en Administración de Empresas, me puse a trabajar para concretar la obra. Empecé en mayo de 2015 y me recibí de administradora recién en julio de ese año.
—¿En qué consiste la trama de “Cita a Ciegas”?
LM:—“Cita a Ciegas” es una gran comedia y tiene un código sitcom. Es el primer encuentro entre dos personas muy diferentes. “Ari” (Mariano Zito) es una persona más estructurada y tranquila y “Cami”, una chica Milenial, muy cool, rockera y libre de prejuicios. El resultado de ese choque es muy gracioso. Se ven los prejuicios y las trabas para relajarnos y conocer a alguien en serio. Pasan una serie de situaciones desopilantes que desencadenan la obra y nunca frena el ritmo. —Además de las risas, ¿Qué reflexión deja la obra? LM:—La principal reflexión es que no hay que dejarse llevar por la primera impresión y hay que darle una oportunidad a las personas sin prejuzgar. La obra habla de lo que hacemos para no enamorarnos.
—En el otro extremo, ¿Cómo vive usted, Marcos, un nuevo estreno de Les Luthiers con el espectáculo “Gran Reserva”?
Marcos Mundstock:—Cada tres años salimos con un espectáculo nuevo. A la hora de reflotar las ideas es un trabajo difícil pero luego la retribución es fantástica.
—¿Cómo vive el hecho de que ahora no es el único protagonista, literalmente hablando, de la casa?
El emblema de “Les Luthiers” posó junto a su hija en su casa de Zona Norte, que hoy es una suerte de gran camarín. Es que mientras Marcos está realizando “Gran Reserva”, el nuevo show del grupo, Lucía reestrenó la comedia musical, “Cita a Ciegas”.
MM:—Es muy raro. Me ha pasado de estar en casa sólo, esperando que las chicas vuelvan del teatro. Acá hay algo que está al revés. Para mi es una satisfacción que esta casa esté tan llena de teatro.
—¿Como la ve a Lucía al frente del éxito “Cita a Ciegas”?
MM:—La veo como una mina re talentosa. Basta con ver lo que hace en la obra. Se maneja muy bien, actúa y canta como los dioses, y está muy ubicada. Estoy muy orgulloso de ella. “Cita a Ciegas” es fantástica, y no lo digo como padre; es un espectáculo genial por la música y la comedia, y porque mi hija está fantástica.
—¿Nunca pensó en compartir cartel con su hija?
MM:—En algún momento me lo propusieron de refilón, pero era imposible porque es un trabajo muy difícil y que realmente yo no lo sabría hacer en este momento. Tiene un ritmo, una agilidad y una presencia en escena que a esta altura de mi vida me costaría aprender.
—¿Hay margen para innovar después de medio siglo de trayectoria de “Les Luthiers”?
—Hay margen para sorprender al público. Justamente una de las cosas y virtudes que tenemos es que lo que hacemos, aparte de ser eficaz humorísticamente y de buena calidad musical, tiene una textura de ingenio que significa una sorpresa constante. El humorismo es sorprenderte con algo que no esperás y que provoca la carcajada. Así que creo que es parte del tejido de cada obra nuestra. —¿Cómo vive un nuevo estreno a dos años del adiós a su amigo y compañero de elenco Daniel Rabinovich?
—Es fácil imaginárselo... es la muerte de un hermano muy querido con el que además de compartir la vida, compartíamos lo mejor de nuestro camino profesional. Es un duelo y una tristeza muy grandes. Pero el consuelo viene tal vez por el mismo lado, porque lo que teníamos en común a nivel profesional sigue estando con mucha fuerza y vitalidad, y eso es un pequeño recordatorio cada noche pero un consuelo también.