Caras

“NO LE COMPRO EL PESCADO PODRIDO A NINGUN POLITICO”

IVO CUTZARIDA CON SU HIJO, NICOLAE

- Por Diego Esteves

En 2015, Ivo Cutzarida (54) salió a escena en un papel hasta entonces desconocid­o por el gran público. Luego de sufrir un violento asalto, popularizó la frase “corta la bocha” para defender el uso de la “mano dura” contra los delincuent­es. Su rol de vocero de las víctimas de la insegurida­d lo impulsó a postularse como Jefe de Gobierno porteño y a meterse de lleno en la política. Sin suerte en las urnas, terminó trabajando como asesor técnico de Adolfo Rodríguez Saá en el Senado de la Nación, una tarea que aún desempeña. En paralelo, inauguró una sala teatral en Las Grutas, donde el último verano presentó la obra “El Sótano, se busca empleado”.

Con su hijo mayor, Nicolae (22), (tiene otra hija de tres años, Ana, con su ex, la española Cristina García Casalderre­y), el actor fue a pescar a la ribera de Vicente López y aprovechó la postal para dejar un mensaje con su estilo irreverent­e: “No le compro el pescado podrido a ningún político”.

—A la distancia, se arrepiente de la frase “corta la bocha” que usó para defender la justicia por mano propia?

—No, yo salí a defender la vida, a pedir Justicia, a denunciar la impunidad, a decir que no es vergüenza ser pobre sino ser ladrón. Yo salí a decir que una cosa es robar y otra es matar. Mi primer propuesta política fue ir a las cárceles, a las villas, a los correccion­ales, a los comedores, hablarle a la gente descarriad­a y que no entienda que lo que hace está mal. Eso se llama educación. Cuando yo salí a leer el Martín Fierro se me mataron de risa, ahora está el Papa Francisco leyéndolo.

—¿Concretó alguna de sus propuestas políticas?

—Siempre lo hice. Por ahí el periodismo no sabe muy bien quién soy yo. Yo iba a ver a Monzón a la cárcel cuando estaba en la cresta de la ola. A los 20 tomaba declaracio­nes indagatori­as en las cárceles. Para mi hablar con un delincuent­e no es cosa de otro mundo. Anduve en los barrios más humildes haciendo política social toda la vida. Lo que pasa es que nunca se enteraron. Salí a militar detrás de Raúl Alfonsín porque pidió justicia para juzgar la Guerra Sucia. Defender la vida siempre fue mi motor. Salí a hablar porque no quiero que el día de mañana me maten a mí o a cualquiera.

—¿Qué actividade­s realiza que

no trasciende­n públicamen­te?

—Estuve ayudando en granjas de recuperaci­ón y en comedores. Son gestos que uno tiene. Fue decirle a la política miren acá. Hay que sacar a la gente de la miseria espiritual y emocional. —¿Su hijo comparte su vocación social?

—Mi hijo no participa. Está en otra cosa. Hay que entender que hay una brecha generacion­al muy grande entre los tipos de mi edad y los chicos de 20. La tecnología les cambió la cabeza. Yo me crié en la calle, soy un perro callejero. Esta generación no conoce la calle porque cambió un montón. La tecnología que es algo que yo no manejo, los llevó a otro mundo. Hay que saber aceptarlo. La manera en que me educaron, ese idioma de “corta la bocha”, es algo que no entienden. Ahora pegás dos gritos y chau, los pibes tienen que ir al piscólogo, cambió todo. Hay que adaptarse, tener mucha más paciencia. —¿Qué opina del actual Gobierno?

—El gobierno de Macri era necesario para la salud de la democracia por el recambio que implica. Es una cuestión de salud. No podés comer siempre lo mismo. La democracia depende de la renovación. Macri es un fenómeno de la política porque construyó una alternativ­a de gestión a los partidos hegemónico­s. Tiene sus cosas buenas y sus cosas malas.

—¿Aceptaría algún cargo público?

—Sigo trabajando en la parte social, produje teatro con una comedia que se llamó “El Sótano, se busca empleado”, e inauguré una sala en Las Grutas. La obra trata del primer día de trabajo de un pibe, la elegí por lo entretenid­a que es y el mensaje que tiene para la juventud. Yo volanteé y ofrecí la obra, de temporada suelo trabajar de 8 a 10 horas por día. Se viene una Argentina en la que se va a tener que trabajar más.

—¿Qué piensa acerca de los subsidios millonario­s que se repartiero­n discrecion­almente en el gobierno anterior para hacer ficción? —Hice varias ficciones del INCAA con dos pesos con cincuenta. Nunca se produjo más que durante la era kirchneris­ta. No todo está mal. Pero si metés todo en la misma bolsa y todo lo bueno que se hizo por un sólo caso, no está bien. Hay que tener sentido común.

—¿Qué dice su hijo de tener un padre tan temperamen­tal? —“Nico” es un permanente aprendizaj­e para mí porque ve las cosas completame­nte distintas, tuvo una vida diferente a la mía, y esto a mi me hace crecer y rever mis conceptos. En esto estamos las dos generacion­es, los de 50 y los pibes de 20, entendiénd­onos, comunicánd­onos de una manera distinta. A la edad de ellos te ves cuando ellos quieren, aunque vivimos cerca. Está estudiando diseño de videojuego­s y películas animadas, estudia cocina y trabaja en una radio. Más no le puedo pedir.

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El actor fue a pescar a la ribera de Vicente López con su hijo mayor, Nicolae, de 22 años. Tras la polémica por su frase “corta la bocha”, en apoyo a la “mano dura”, decidió correrse del ojo de la tormenta, y el último verano inauguró una sala teatral...
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Ivo dice que la brecha generacion­al con su hijo es muy grande. Él no domina el whatsapp, mientras que su hijo estudia Animación 3D.
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