MAXIMA JUNTO AL PAPA
VISITO A FRANCISCO CON GUILLERMO
Fiel a su estilo, el Papa Francisco prescindió del protocolo y rompió el hielo, en porteño: “¿Cómo le va?”, saludó a Máxima, muy sonriente, quien conservó el protocolo, le estrechó la mano e hizo una pequeña reverencia: “Su Santidad, encantada de volver a verlo”. Máxima había visto por primera vez a Francisco cuando ella aún era una princesa heredera, el 19 de marzo de 2013, para la asunción de Jorge Bergoglio como pontífice. Lo vio nuevamente el 16 de abril del año pasado, ya como reina, en una audiencia privada junto a sus tres hijas, Amalia, Alexia y Ariane. Como es una costumbre, la reina se ciñó a la etiqueta del Vaticano y usó un riguroso vestido negro, largo, con los brazos cubiertos y la cabeza también cubierta por una mantilla. La monarca no puede adscribir a la norma que exceptúa a las reinas católicas de usar el negro debido al llamado “privilege du blanc”, dispensa papal que se otorgó a la Reina de España y que luego se extendió a otras monarquías católicas. Es que los Países Bajos, por ser una nación protestante, quedaron fuera de ese privilegio. De hecho, para casarse con el rey Guillermo, Máxima, criada en el catolicismo, debió convertirse a la reforma protestante, entre otras obligaciones.
En un clima de gran familiaridad por tratarse de compatriotas, por
primera vez en la historia el Papa recibió hoy en una audiencia oficial a los soberanos de Holanda. Mantuvieron una reunión a puertas cerradas de 35 minutos, en la que hablaron de temas de interés común como la protección del medio ambiente y la lucha contra la pobreza y, especialmente, del fenómeno migratorio, según indicó luego el Vaticano.
El lugar del encuentro fue la Sala del Tronetto, antesala de la Biblioteca. Minutos antes de las 10:00 del jueves 22, mantuvieron el cálido encuentro. “¡Su Santidad, gracias! ¡Qué fantástica bienvenida!”, saludó el rey Guillermo Alejandro, en inglés. “Buen día, buen día”, agregó el monarca, muy sonriente, en español. Acompañados por una
amplia delegación, Guillermo y Máxima habían sido escoltados hasta allí, en una tradicional procesión por los salones de la Segunda Loggia del Palacio Apostólico, en medio de un clima solemne, por personal del Vaticano.
“Bienvenidos”, les dijo el Papa, cuando ya se encontraban los tres sentados en su escritorio, junto a un intérprete. Fiel reflejo de un clima familiar, entonces enseguida el Papa le preguntó a Máxima por sus tres niñas. “Están esperando las vacaciones”, comentó la Reina, siempre en español.
Los reyes de Holanda también están cumpliendo una visita oficial a Italia, que finalizará el viernes 23. A la hora del intercambio de regalos, los soberanos holandeses sorprendieron al Papa con un bellísimo jarrón de tulipanes amarillos y blancos. “Estas son flores de Holanda. No sólo las donamos para Pascuas, sino que si se plantan pueden resistir y será un honor para el pueblo holandés que estén en el Vaticano”, explicó el rey Guillermo, en inglés. Por su parte, el Papa les regaló un antiguo medallón romano con la imagen de San Martín de Tours que con su capa cubre a un pobre, una copia de su mensaje mundial para la Jornada Mundial de la Paz , junto a sus tres documentos más importantes: la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, la encíclica Laudato Sí y la exhortación apostólica Amoris Laetitia. Los monarcas habían comenzado su visita oficial por la mañana en la Iglesia de los Frisones, un templo que se remonta al 1140, donde desde el siglo VIII solían reunirse los peregrinos provenientes de los Países Bajos. El paseo tuvo una sorpresa: fue cuando el superior de los jesuitas, el sacerdote venezolano Arturo Sosa, le entregó al rey Guillermo un bastón de mando que se le atribuye a Guillermo de Orange, en una ceremonia en un salón de la Biblioteca Vaticana del Palacio del Belvedere. Según la historia, los católicos españoles se adueñaron de ese bastón después de su victoria sobre los rebeldes holandeses protestantes en la batalla de Mookerheide, en 1574. Si bien se encuentra ahora en un convento jesuita de Cataluña, el bastón le fue prestado en forma temporaria al rey Guillermo para que sea exhibido en el museo nacional militar holandés de Soesterberg desde abril a octubre de 2018, en el marco de una muestra sobre Guillermo de Orange.