“MAHATMA”, UNA INVITACION SENSORIAL POR LAS CULTURAS MILENARIAS
FLAVIO MENDOZA IMPONE SU ESTETICA CONVIRTIENDO SU SHOW EN UNA DEIDAD
El poder de la estética y el universo lúdico, esa alquimia perfecta entre la perfección y la armonía que propone las imágenes endiosadas, son los centros neurálgicos en que se basa Flavio Mendoza – esteta como pocos, si los hay- para la construcción de su nuevo espectáculo “Mahatma, Alma Grande”. Aquí, el artista, que supo construir su propia marca a través de “Stavaganza”, le rinde tributo al espíritu luminoso de la deidad y a los valores más profundos que se conectan con el Planeta y la Naturaleza. “Escucho bebes llorar y los veo crecer. Ellos aprenderán mucho más de lo que yo jamás sabré. Y pienso que este es un mundo maravilloso”, recita el bailarín y coreógrafo, mientras la Tierra parece estar suspendida en sus pies. Bajo una idea y dirección del propio Mendoza, su presencia en escena propone una empatía popular. La gente lo recibe con aplausos y agradecimiento. Y él sabe como retribuirlos: no sólo desde su humor – ingenuo, autoreferencial e inteligentesino desde una puesta en escena que no escatima presupuestos. El plato giratorio en el centro del escenario, es un elemento jamás visto en la escena porteña. Hay lujo, un vestuario tan colorido como vistoso y unas enormes pantallas de led en la que se proyectan imágenes y le dan un marco escenográfico que no desentona con ningún circo internacional. Los mensajes que fusionan con culturas milenarias aparecen no sólo a través de la danza, sino que se recurre –hábilmente- a las performances más extremas a cargo de excelentes acróbatas, contorsionistas y malabaristas. Facundo Mazzei exuda exactitud en cada una de sus apariciones y sorprende en un cuadro donde zapatea imponiendo un estilo folclórico y andaluz. El humor de Ignacio Frigugletti y Pietro Vicentini ( los dos payasos que juegan con el público y asombran a la platea por sus habilidades artísticas) y los monólogos de Anita Martinez, son un combo perfecto de frescura y precisión actoral. Barby Franco aporta belleza y Adrian Arellano, Eliana Yanuzi, Ana Paula Rodríguez y Franco Frigugletti despliegan talento vocal y se zambullen en los colores de los saris y el reverencial desfile de los elefantes pintados de Yaipur para reafirmar el concepto de unidad corpórea y espiritual. Mahatma es mucho más que un gran show teatral. Es una invitación a los sueños cristalizados en realidades concretas. Es la posibilidad de regodearse de la belleza, como si nos abrieran las puertas del Taj Mahal, y aplaudiéramos, desde las butacas del teatro Broadway, el placer de conocer el Eden, sin la fruta prohibida. HECTOR MAUGERI