“AMO A LOS LIBROS TANTO COMO LA VIDA”
ROSSELLA DELLA GIOVAMPAOLA EN SU REFUGIO DE ARTE Y LITERATURA
La pasión por los libros es pasión por el amor y por las relaciones, por las ideas y por la libertad, por el pensamiento y por los sentimientos: en una palabra, por la vida. Porque –como escribía Stéphane Mallarmé – “el mundo, al final, está hecho para terminar en un buen libro”. No nacemos lectores sino nos convertimos en tales a través de un proceso gradual que se desarrolla a lo largo de toda la vida y, en este proceso, la familia juega un rol determinante. Mis padres fueron los testigos creíbles y contagiosos que me acercaron al placer por la literatura. Fueron ellos que me enseñaron que no hay nada más lindo que regalar un libro y que una casa sin ellos es una casa triste. Tuve la suerte de tener una madre que me leía en voz alta cuentos y novelas , experiencia placentera e inolvidable que me “condenó” a convertirme en lectora apasionada y voraz. Fue seguramente por eso que, al momento de elegir una carrera universitaria, fui directo a la Facultad de Literaturas e Idiomas: fueron años en los cuales descubrí las historias de muchas literaturas , entre las cuales la española, que fue la que elegí para mi Doctorado. Con la lectura entramos en la parte más íntima de nosotros mismos, en nuestra secreta interioridad donde el tiempo queda suspendi-
do y el espacio es el de la aventura del alma. Leer me ha ayudado y acompañado en los mejores y peores momentos de mi vida, ampliando mi universo, haciéndome descubrir nuevos mundos, enriqueciendo la posibilidad de relación con los otros; y me consintió para realizar mejor mi propia vocación de ser humano. La lectura nos acerca a la experiencia del encuentro con los otros, al diálogo, muy a menudo difícil y tenso, entre puntos de vista diferentes que, por su diversidad, enriquecen los horizontes de nuestra humanidad. Es un placer volver a leer un libro amado, y cada vez descubrir que las razones de ese amor se refuerzan encontrando nuevos motivos. A veces sucede que pierdan de intensidad: cuando pasa, significa que aquel libro había cumplido con su función en ese momento, entrándonos en el corazón y realizando esos pequeños milagros que la lectura es capaz de regalarnos.
Dickens, Twain, Jane Austin, Vamba fueron los que despertaron y alimentaron mi fantasía de chica de pueblo, mientras que Pirandello, Virginia Woolf , Bulgakov con su “El Maestro y Margarita”, Italo Svevo, entre muchos otros, me acompañaron en mis primeros conflictos existenciales de adolescente. A través de mi pasión por el teatro descubrí a los grandes que cualquier aspirante a actriz quisiera llevar sobre las tablas: desde Ibsen a Bernard Shaw y Moliere, todos estuvieron en mis sueños de alumna de la Bottega del Teatro, dirigida porb Vittorio Gassman.
Mi hija María Toscana heredó mi amor por la literatura , la misma pasión de su padre, apasionado e incansable lector. A pesar de estar viviendo en un mundo gobernado por la tecnología, ella ha seguido su pasión, y con mi gran orgullo, hoy está terminando su segundo doctorado en Literatura Comparada en la UCL de Londres. Leer para mí no es solo una forma de pasar el tiempo o de mantenerme informada, sino algo extremadamente vital y necesario que me ha acompañado desde siempre en mi experiencia de lectora. Y con mi hija siento que cumplí con el rol de la lectura como un ritual para trasmitir una pasión que hay que mantener encendida de generación en generación .