MACRON ORGULLOSA DE SUS ARRUGAS
BRIGITTE LUCE RODILLAS Y BRAZOS AL DESCUBIERTO
En medio de un sinfín de críticas sobre su figura y su intención de cobrar un sueldo por ejercer su rol de Primera Dama, Brigitte Macron (64) respondió con su mejor sonrisa y hasta se atrevió a la ironía respecto a la diferencia de edad con su marido: “El único defecto de Emmanuel (Macron,de 39 años) es ser joven. Esa es una broma entre nosotros, no sentimos la diferencia de edad... los 20 años de diferencia no son nada, claro está que desayunamos yo con mis arrugas, y él con su cara fresca, pero es así”, dijo en su reciente entrevista a la edición francesa de la revista Elle. “Tengo muy en claro que los franceses han elegido a Emmanuel, no me han elegido a mí, pero también es claro que formamos una pareja. No soy la primera ni la última dama. Soy Brigitte Macron”, aclaró la esposa del presidente galo, quien a partir de ahora deberá respetar el estatuto de transparencia aprobado por el Eliseo para normar sus funciones y que establece que no será remunerada. Lejos de sumirse en el perfil bajo, Brigitte siguió en la misma línea que había marcado hasta ahora: resistirse al paso del tiempo y reforzar su look antiage. Faldas por arriba de la rodilla, vestidos sin mangas y colores y modelos estridentes. Entre ellos, el que usó para encontrarse con el canciller de Austria, Christian Kern, y su mujer, Eveline Steinberger: un diseño de Louis Vuitton en un rojo vibrante y con un gran cierre vertical en la parte delantera. Audaz y lejos de intimidarse frente a las críticas, primero defendió el uso de la maison de lujo: “Por qué no, si ayuda a la industria de la moda francesa. Me gusta mucho la moda, y en el mundo existe una fascinación alrededor de la idea de la mujer francesa”, explicó, y luego se refirió al uso de faldas por arriba de la rodilla: “¡Llevo faldas por encima de la rodilla, no minis! Aunque me encantaba llevar minifaldas cuando era más joven, solíamos esconderlas en el bolso para salir... y nos poníamos shorts debajo para bailar rock and roll”. Como la definió Vogue, “una rebelde de estilo que la moda —y la política— necesitan”.