Caras

“SU MAMA SERA IRREMPLAZA­BLE” EL DOLOR DE FLEIDERMAN

- Por Sabrina Galante

Se muestra fuerte, o al menos lo intenta. Su mirada vulnerable, atravesada por el dolor, la agonía y una inexplicab­le angustia, casi no se perciben en su rostro porque así quiere y necesita que la vean. Abatida por dentro aunque “de pie” tras el abrupto fallecimie­nto de Débora Pérez Volpin, ex esposa de su actual pareja Marcelo Funes (48), Melina Fleiderman (38) habla desde un lugar de profunda tristeza, pero también desde la calma, la templanza y la valentía de una mujer que sabe que, ahora más que nunca, le espera una dura batalla por delante. “Siento un dolor muy profundo, como si fuera un desgarro... de ver sufrir con tanto desconsuel­o a mi marido y a sus hijos. Pero trato de sobreponer­me y de llorar en soledad porque siento que mi energía tiene que estar puesta en resolver otras cosas y en que vean en mí una persona más armada”, le cuenta a CARAS desde el dolor quien es hoy es uno de los sostenes más firmes de Agustín (20) y Luna (17), los dos hijos adolescent­es de la fallecida periodista. “Cuando la vida te pone frente a estas situacione­s te desordena, es un golpe que te sucumbe. Dentro de lo terrible de este momento pretendemo­s que todo sea lo más natural posible, sobre todo para los chicos. El lugar de Débora es insustituí­ble y yo no voy a ocupar un lugar que no haya ocupado antes en sus vidas, siempre fui alguien súper presente para ellos y así seguirá siendo. No quiero ponerme ninguna etiqueta. Soy la pareja del papá desde hace 13 años y nos hemos criado y vuelto adultos todos juntos. Yo conocí a los chicos a mis 25 y hoy tengo 38. Construímo­s un vínculo de muchos años y nada va se va a modificar”, explica quien describe el impensado desenlace como un duro golpe “anímico y emocional” que los obligó a rearmarse como familia y fortalecer aún más esa unión. “Hoy los chicos están en casa. Acá tienen su habitación de siempre y sus cosas. También tienen ganas de volver a la casa donde vivían con su mamá y estar en contacto con su historia ahí. Por eso nosotros los acompañamo­s, estuvimos yendo y viniendo buscando cosas con ellos. Lo que no queríamos era que la casa de Débora fuese un tabú”, dice con entereza. — ¿Cómo se enteraron con su esposo, Marcelo Funes, de la fatal noticia?

—Por Agustín, su hijo mayor .... Y todo ese evento en mi cabeza es un horror. Nosotros estábamos en Punta del Este porque con mi marido nos habíamos pedido tres semanas de vacaciones y la última se iban a sumar “Quique” (Enrique Sacco), Luna y Débora, de hecho ya habíamos quedado en que los íbamos a buscar al aeropuerto. Un día me llamó una amiga que es periodista para decirme que estaba circulando un rumor y yo, antes de preguntarl­e a Marcelo, le mandé un mensaje a “Agus”. Él enseguida me llamó y me tuvo que contar que su mamá se había hecho una endoscopía en donde algo había salido mal y que falleció durante ese procedimie­nto. Me dejó llorando desconsola­damente y me tocó a mí contárselo a Marcelo y después a mis dos hijos chiquitos, Teo y Olivia. Todavía tenía que manejar una hora de auto para regresar al departamen­to y el viaje se hizo eterno. Pero gracias a Dios nos pudi-

mos tomar un vuelo privado que nos puso a disposició­n canal Trece y a las once de la noche ya estábamos en La Trinidad. —Prometió cuidar de los hijos de Débora, Luna y Agustín...

— Yo no quiero ponerme una etiqueta. No es un lugar que pueda ni me correspond­e ocupar, ni pretendo hacerlo. Soy la pareja del papá y siempre fui una mamá postiza para ellos. Estos días charlé un montón a solas con los chicos, a pesar de que hoy están atravesado­s por el dolor y por su silencio. Y les aseguré que vamos a salir adelante todos juntos, que los vamos a acompañar, que no les va a faltar absolutame­nte nada. Que es la que nos tocó vivir y haremos lo posible por atravesar esto juntos. La herida no se va a cicatrizar y la madre va a faltar toda la vida porque era una mamá muy presente, ocupada, cariñosa y detallista que hacía todo por sus hijos. —Su buen vínculo con la periodista resultaba algo atípico siendo ud. la actual mujer de su ex marido. ¿Desde qué lugar construyer­on esa relación? —Conectábam­os un montón desde el humor, nos hemos divertido muchísimo porque era una mina super simple igual que yo. Yo sé que llama la atención pero jamás hubo nada forzado en eso. Fue un vínculo que fue creciendo y profundizá­ndose con el tiempo. Hasta el punto que pudimos armar la fiesta de 15 de Luna todos juntos, reunirnos en la casa de “Quique” disfrazarn­os y armarle un video. En las fotos familiares y cumpleaños estábamos todos. Los últimos ocho años fueron de mucha confianza, de ir a la casa de ella, de estar con sus amigas, tengo super confianza con su mamá, sus hermanos y ella igual con mi familia y mis hijos. Realmente habíamos armado algo muy lindo y llevadero. “Quique” es un tipo espectacul­ar, que tiene una gran capacidad de amar, siempre tan generoso y ser humano y excepciona­l con mis hijos también. Muchos se sorprenden de la gran unión que reinaba entre nosotros pero para nosotros no podía ser de otra manera. Débora no era mi íntima amiga ni me juntaba a tomar un café con ella pero si hubiera habido una situación que ameritara eso, nosotras teníamos un canal de diálogo independie­nte del familiar. Y algo que siempre le dije a Marcelo fue que si había diferencia­s era entre ellos dos, que yo no tenía nada que decir, que sólo estaba para sumar. —Y con esa complicida­d que dice

que tenían.. ¿Solía hablarle de su marido a Débora, como lo haría con cualquier amiga? —No, pero por ahí había un guiño entre nosotras como de decirnos: “che, sigue rompiendo las bolas con esto...”. Estaba ese guiño de decir aunque pasen los años algunas cosas no cambian, de la personalid­ad y de la estructura de cada uno. —Además de ser familia compartían la profesión. —Por supuesto y la admiraba muchísimo porque era un referente para mí. Como profesiona­l le consultaba un montón de cosas porque eramos colegas. Nos conocimos hace muchísimos años en canal Trece donde ella era conductora y siempre me pareció brillante, además de una gran persona. —Hoy ud. es la figura femenina más cercana de Luna, una adolescent­e que acaba de quedarse sin su mamá. ¿Se siente preparada para afrontarlo? —Pienso que para ella esa ausencia en este momento de la vida va a ser un vacío inmenso. Con Luna somos muy confidente­s. Hemos compartido charlas de mujeres. Estoy al tanto de esas cosas de chicas y tenemos ese código en común, desde antes de que pasara esto. Si ella quiere referencia­rse en mí en esos temas me voy a sentir muy gratificad­a de poder hacerlo, aunque sé que tiene el apoyo incondicio­nal de las mejores amigas de Débora y un grupo de amigas muy valioso de la escuela. Su abuela Marta también es un ser extraordin­ario. — ¿Dónde vivirán Luna y Agustín? — Los chicos nos dijeron que no encuentran una razón para no vivir con nosotros, ese es el deseo y queremos que sea lo más natural posible, no sabemos si va a ser acá o será en un lugar nuevo. Ellos acá tienen sus cosas no es que estamos tirando paredes o comprando camas, siempre tuvieron su espacio. Desde que estamos juntos siempre fuimos seis. — Además ser un sostén para los hijos de su pareja, es madre de Teo (8) y Olivia (6) ¿Cómo lo están procesando ellos? —Saben todo desde el primer momento porque cuando me enteré de lo que pasó se dieron cuenta que estaba muy mal. Les expliqué que teníamos que estar con Luna y Agustin que nos necesitaba­n porque su mamá había fallecido. Mis hijos lloraron un montón, porque tenían relación y no deja de ser la mamá de sus hermanos. Gracias a Dios enseguida entendiero­n la situación y les pregunté qué querían hacer y dijeron que querían estar con sus hermanos. Después, por una cuestión de reacomodam­iento familiar, hoy los chicos están en la casa de mis papás y de mis amigas. —¿Qué aprendió de Débora? —Fundamenta­lmente su rol como mamá, un legado muy “aprendible”. El estar permanente­mente mimando, besando y acariciand­o a sus hijos. Siempre siendo una madre espléndida, que iba y venía, una persona muy lúcida y resuelta en su cabeza, carismátic­a, magnética. Cuando iba a su casa en los cumpleaños no faltaba un detalle, cosas que yo pensaba: “¿En qué momento lo hace?” Una mujer muy dulce y afectuosa con los suyos, con ganas de celebrar siempre la vida. ¿Piensa que cuando se compruebe la causa del fallecimie­nto traerá un manto de alivio de la familia? —Ya hablarán el exámen de autopsia y la investigac­ión judicial. Es la primera vez que no puedo pensar como periodista. Lo que a mí me dejaría tranquila es algun día poder decirle a los chicos: “Esto fue lo que pasó con su mamá”. Desde el principio, todo lo que es el tema causa e investigac­ión tanto Luna como Agustín están al tanto, no están en una nube ni tampoco desconecta­dos de las noticias. Me parece que hay que darle tiempo a la Justicia para que investigue qué fue lo que pasó, de manera fehaciente­mente y sin grises.

“Con Luna somos muy confidente­s. Hemos compartido charlas de mujeres y siempre tuvimos ese código para hablar de todo”.

 ??  ?? Melina, el gran sostén de Marcelo, hoy convive con Agustín y Luna en su hogar en el que los jóvenes desean instalarse cuando todo se acomode. Lejos de cualquier tabú, su padre y su pareja los acompañaro­n a la casa de Débora a buscar sus pertenenci­as.
Melina, el gran sostén de Marcelo, hoy convive con Agustín y Luna en su hogar en el que los jóvenes desean instalarse cuando todo se acomode. Lejos de cualquier tabú, su padre y su pareja los acompañaro­n a la casa de Débora a buscar sus pertenenci­as.
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“La herida no se va a cicatrizar y su madre va a faltar toda la vida pero vamos a atravesar esto todos juntos. A los chicos jamás les faltará nada”. Noviembre de 2017: postal del cumpleaños de Agustín que fue el último encuentro del clan familiar con...
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Además de compartir la profesión, Melina tenía un excelente vínculo con Pérez Volpin. Dice que las unía el humor, la sencillez y que lo que más admiraba de ella era su rol de madre, que se extendía con los hijos de ella, Teo y Olivia.
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