EL INEXPLICABLE FINAL DE DEBORA PEREZ VOLPIN
Periodista de alma que decidió incursionar en la política, su partida conmocionó no sólo a quienes la conocían, sino que dejó en shock al país entero. Meses atrás le abrió a CARAS las puertas del hogar que compartía con su pareja, “Quique” Sacco, y sus hi
Hay personas difíciles de olvidar. Que con sólo una mirada son capaces de iluminar todo a su alrededor. Cuando esas personas ya no están cerca parece que todo estuviera un poco más oscuro. Y así, se sentían dos de los hombres que más la conocieron cuando llegó la hora de la despedida. Con lágrimas en los ojos y los brazos entrelazados, se acercaron al pequeño nicho donde, desde ese momento, aquella mujer que tanto amaron descansaría para toda la eternidad. En ese lugar y en aquel preciso instante, lo que menos importaba era cuál era el ex y cuál el actual. Los dos estaban allí por la misma persona que, a su modo, habían acompañado y querido como a ninguna otra. Antes de que la puerta del panteón se cerrara, dejaron flores sobre el nicho y se fundieron en un largo y doloroso abrazo. Allí, juraron acompañarse por la memoria de la fallecida. Allí, secaron sus lágrimas para emprender el nuevo mundo que los esperaba sin ella a su lado. Conmovidos y agradeciendo las muestras de cariño de los miles de desconocidos que los acompañaron durante el último adiós, Enrique “Quique” Sacco (55) y Marcelo Funes (48), actual pareja y ex esposo respectivamente, se retiraron del Cementerio de La Chacarita tras el entierro de Débora Pérez Volpin.
La periodista y Legisladora murió el pasado martes 6 de febrero, mientras se le practicaba una endoscopía en el Sanatorio de la Trinidad de Palermo, donde había ingresado el lunes por la tarde a causa de un fuerte dolor abdominal. Junto a ella estaban su pareja, su madre, Marta Lea Volpin , y sus dos hijos, Agustín (20) y Luna (17). Fueron ellos quienes recibieron la triste noticia de parte del equipo médico que le había practicado el estudio. Aún en shock, los profesionales no encontraban respuesta para lo sucedido, por lo que la familia decidió, en ese preciso instante, practicarle una autopsia para dar con la causa de su deceso.
Desolado, “Quique” intentó consolar a los jóvenes y a su suegra, que debido al mal trago debió ser internada en el Sanatorio, mientras intentaba comunicarse con el ex marido de Débora y padre de los chicos. El camarógrafo de TN se encontraba de vacaciones en Punta del Este junto a su mujer, Melina Fleiderman (38), y sus dos hijos menores: Teo (8) y Olivia (6). Ni bien cortó la comunicación, viajó de regreso a la Argentina en un avión que puso Artear a su disposición. El vuelo, que no dura más de una hora, fue para él el más largo de su vida. No veía la hora de reencontrarse con Agustín y Luna, fruto de su amor con Pérez Volpin.
Aturdida por lo sucedido y sin querer creerlo, la periodista de C5N y pareja del camarógrafo, se volcó a las redes para despedir a la mujer que tanto respeto y cariño le inspiraba. “Los míos, los tuyos y los nuestros .... una familia eso somos nosotros. Siempre sonriendo, siempre cálida, divertida, dulce y una enorme Mamá. Me quedo tranquila por haberte dicho siempre lo orgullosa que estaba de nuestra relación, de la familia que a cada margen del rio supimos armar. Debie nos dejas un vacío muy grande... y una responsabilidad gigante por delante. De algo podés estar tranquila, nunca jamás en la vida voy a dejar de cuidar y mimar a tus cacho-
rros. Es un golpe enorme el que sentimos pero acá estaremos para mantener en alto tu recuerdo y tu hermosa sonrisa”, escribió junto a una foto de la familia reunida en los Quince de Luna.
El sentido texto de Melina se volvió viral y dio cuenta del gran equipo que las dos mujeres habían sabido formar desde que el destino las cruzó. Desde que Fleiderman su unió al camarógrafo, reinó entre ambas la cordialidad y el cariño. Se admiraban y solían aconsejarse en todo. Hablaban a diario y compartían la crianza de los dos adolescentes que Débora y Marcelo gestaron.
La historia de Pérez Volpin y Funes comenzó, a principios de los ’90, en la calle, cuando salían a recorrer la ciudad en busca de noticias. Ambos trabajaban en TN y fue allí donde comenzó la historia que termino tras años de matrimonio y dos hijos. Al principio, como tras cualquier otra separación, la relación entre ambos se limitaba a la comunicación por los chicos. Pero conforme iban pasando los años entre ambos nació un tipo de afecto y cariño difíciles de encontrar en ex parejas. Los dos se transformaron en un gran equipo y supieron ensamblar a sus nuevas parejas a la ecuación.
Fue en 2012, cuando el periodista deportivo Enrique Sacco llegó a la familia. “Quique” supo ser un padre para Agustín y Luna, con quienes compartía la mayor parte del día. El se alegraba de los logros de los chicos como si de sus hijos se tratara y los acompañaba en los momentos no tan lindos, como los que ahora transitan tras la inesperada partida de su madre.“Somos una familia unida, que tiene un papá que los acompaña a los chicos. Yo soy un papá postizo. Que tienen una mamá que los acompaña, que tendrá una labor importante a partir de la ausencia física de Débora”, dijo, con la voz entrecortada, tras el concurrido velatorio.
El jueves 8 y viernes 9 de febrero, el Salón Presidente Perón de la Legislatura porteña se enlutó para despedir a Débora, que, desde diciembre, cumplía en ese histórico edificio, la labor para la que había sido elegida por los ciudadanos. Más de 5.000 personas se acercaron a despedirla y darle el pésame a su familia. Fue el viudo quien se encargó de recibir a cada uno de los asistentes y agradecerles sus palabras de aliento.
Entre quienes se acercaron a despedirla, se encontraban quien fuera su compañero de fórmula, Martín Lousteau junto a su esposa, Carla Peterson; el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, Diego Santilli, Ricardo Alfonsín, el vicepresidente de la Legislatura, Francisco Quintana, y los colegas: Santo Biasatti, Marcelo Bonelli, María Laura Santillán, Enrique “Quique” Wolff, Sergio Lapegüe, Andy Kusnetzoff, Julio Bazán, Alejandra Peñalva, Sergio Hendler, Fanny Mandelbaum, Luis Otero, Sandra Borghi y Florencia Etcheves; y personalidades como José Martínez Suárez, hermano de Mirtha Legrand; el Dr. Guillermo Capuya y el diseñador Gabriel Lage.
“Es difícil entender lo que pasó. No tenemos rencor ni deseos de venganza, sólo queremos saber la verdad. A Débora no la vamos a despedir. La vamos a festejar, la vamos a recordar. Yo que soy su compañero de estos últimos tiempos y estoy profundamente enamorado de ella, no puedo entender lo que ha pasado. Sólo sé que estaba enamorado de una mujer maravillosa, que conmocionó al país y
gente afuera del país por lo maravillosa que era. Ella es nuestra tranquilidad y nuestro sueño”, expresó Sacco.
El viernes, cerca de las 15, los restos de Débora llegaron a La Chacarita para ser enterrados en el panteón del Centro Asturiano de Buenos Aires, donde el Dr. Aurelio Pérez Flores, padre de Débora, está enterrado. Entre aplausos y lágrimas, la periodista fue despedida por sus seres queridos y quienes la seguían del otro lado de la pantalla.
“Están Agustín y Luna, que son la continuación de su sangre. Están sus sueños, que haremos lo posible para que algunos de ellos se sientan. Y les voy a decir una frase que me quedó entre todas las que leí. Decía: ‘El cielo se equivocó, o se apresuró. O el tiempo nos dirá la verdad’. Queremos agradecer en nombre de la felicidad que tendría hoy Débora por este reconocimiento de todos ustedes y de toda la gente”, cerró “Quique” el emotivo comunicado familiar.
La escalera que llevaba al nicho, donde Débora fue enterrada, parecía interminable. Cada paso dolía y obligaba a frenar en los transitados descansos. El corazón ardía de tristeza y las lágrimas comenzaban a rodar por las mejillas. En el aire se sentía una pesadez inusual, que nada tenía que ver con los 32º de temperatura que se registraban por aquellas horas. Afuera salía el sol tras la tormenta, pero ahí adentro todo estaba oscuro. Nadie quería ni podía entender aquel trágico desenlace. Ella, aquella morocha avasallante, que detrás de un escritorio supo ser una especie de dulce despertador para quienes prendían la televisión antes de comenzar el día y que dejó su amada profesión para dedicarse de lleno a la política con el único objetivo de trabajar por el bien común, los había dejado para siempre.
“Cuando ya no esté en este mundo, me gustaría que me recuerden como una buena persona”, confesó Débora poco antes de morir. Un deseo que durante su último adiós se materializó en las largas filas de “remolones”, como ella llamaba a los seguidores de “Arriba Argentinos”, que se acercaron para rendirle tributo a quien fuera la dueña de una de las sonrisas más genuinas.