“LA ESCRITURA ME SANO”
ENRIQUE ARCE DE VISITA EN LA ARGENTINA
Hora pico y con una manifestación a punto de comenzar, el subte fue su mejor aliado para llegar puntual a la producción fotográfica que se llevaría a cabo en la otra punta de la ciudad. Cargando en una percha un saco de diseñador y una camisa para tener un segundo cambio para las fotos, entró al vagón con la cabeza gacha, como intentando pasar desapercibido. Lo intentó pero su marcado acento valenciano y su rostro reconocible fueron más fuertes para los pasajeros que se acercaron, uno a uno, para pedirle una selfie o un video saludando a algún familiar. Mientras las estaciones se sucedían por su cabeza pasaban imágenes de todo lo vivido desde que decidió ser actor. Hoy, a poco más de 10.000 km. de distancia de su hogar puede sentirse orgulloso de todo lo hecho. Una carrera intachable a la que todavía le queda mucho por delante, eso es algo de lo que Enrique Arce (45), Arturo Román en “La Casa de Papel”, puede jactarse de aquí a la eternidad.
“Estudié la carrera de Derecho y Empresariales. En quinto curso decidí que ya tenía suficiente, que no iba a ser mi camino. Entonces surgió la oportunidad de ir a estudiar Arte Dramático porque yo venía de estar en un grupo de teatro. Me fui a Nueva York, hice una audición para una Escuela y me aceptaron. Mentí a mis padres y les dije que me iba a casa de un amigo. Recién cuando llegó el final de ese curso, les di la grata noticia de que dejaba la carrera”, recuerda el español, que soñaba con ser abogado y terminó convirtiéndose en uno de los actores más prometedores de su generación.
Tras su paso por la Argentina, donde visitó Buenos Aires, Bariloche y Mar del Plata, analiza varias ofertas laborales y se prepara para filmar una película en los Estados Unidos y en Europa, mientras ultima los detalles para lanzar su primera novela: “La Grandeza de las Cosas sin Nombre”, que llegará a las librerías de todo el mundo en agosto.“La escribí en un periplo de dos años en Londres. Durante mi juventud tuve una época muy oscura; llena de fantasmas. No supe gestionar bien el éxito ni la fama. Cuando llegué a Inglaterra me sentí muy vacío. Recuerdo que una vez, paseando por la ciudad, entré a una Iglesia. Me senté y dije: ‘¡No puedo más! Échame una mano’. Hacía 20 años que no me acercaba a Dios y, de repente, sentí una señal muy fuerte. Pocos días después me vino una imagen, que es el hilo conductor de la novela. Empecé a tirar de él y así comencé a escribir. Con la escritura pude sanar y superar la depresión”, revela.
La historia, una suerte de autobiografía ficcionada, sigue los pasos de Samuel Palacios, un famoso actor que vive en Nueva York y regresa a su España natal tras 33 años de ausencia, cuando todo su mundo comienza a derrumbarse producto de los excesos.
“Me encanta mi trabajo como actor, pero la Literatura me permite ser soberano de mis propias historias. Es hablar desde el corazón y no por boca de nadie. Es contar mi historia desde la raíz en una página en blanco y encontrarme, de verdad, con mi creador. Yo me siento mucho más productivo escribiendo que actuando. Actuando me lo paso fenomenal, escribiendo me siento creador”, confiesa.
Mientras en el plano laboral se encuentra transitando un inmejorable presente, en el personal aún le quedan algunas metas por cumplir.“Estoy a punto de publicar mi novela y tengo el cariño del público de los más de 190 países del mundo donde ‘La Casa de Papel’ se ha estrenado. Me falta la familia. El tener un hijo. Biológicamente el hombre puede llevarlo hasta más tarde aunque no descarto la idea de adoptar. De hecho, yo soy adoptado. Lo descubrí a los 28 años y nunca me ha pasado factura. Estoy orgullosísimo de quienes son mis padres. Mi madre biológica no me podía o no me quería tener, entonces me fui a casa de mi comadrona, la partera”, concluye.
“Soy adoptado. Lo descubrí a los 28 años. Mi madre biológica no me podía o no me quería tener, entonces fui a casa de la partera.”