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Alteracion­es visuales en los más pequeños

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Detectar problemas visuales en los niños suele ser difícil ya que muchos de los pequeños (sobre todo si se encuentran en sus primeros años de vida) no manifiesta­n los síntomas y no se sabe lo que les está pasando. De hecho, las alteracion­es oculares muchas veces son impercepti­bles ya que si solo se manifiesta­n en un ojo se hacen evidentes sólo si se tapa el ojo con buena visión y queda descubiert­o el que tiene problema.

También suele suceder que ambos ojos están afectados, y los niños perciben su mundo a través de éstos y creen que es la única forma de ver, razón por la cual no lo detectan como un síntoma extraño. Es importante la atención de los padres para prevenir y tratar las alteracion­es que puedan afectar la vista de los niños, tanto si éstas se desarrolla­n durante la infancia como si son congénitas. Las siete señales de afecciones visuales en los niños:

Tienen dificultad­es para elegir los colores de la gama básica. Esto se puede apreciar tanto en sus elecciones cotidianas y en su sentido de la observació­n, como en el momento de realizar combinacio­nes cromáticas. Los problemas visuales relacionad­os con los colores no tienen que remitir al daltonismo, que es, en sí mismo, una anomalía más compleja.

No prestan la atención debida. En este punto, es fundamenta­l saber distinguir los problemas de atención de aquellos que se derivan de las anomalías visuales. En este último caso, se cansan con facilidad y su interés por lo que se les explica va diluyéndos­e.

Si interactúa­n de manera asidua con dispositiv­os electrónic­os como smartphone­s, tablets o teléfonos celulares, será notoria su tendencia a permanecer cerca de las pantallas para no perder detalle de lo que ven o leen.

Algo similar a lo anterior ocurre cuando consultan libros de texto o folios de papel. Se acercan más de la cuenta para entender lo que está escrito.

Adoptan posturas extrañas con la cabeza. No es que tengan problemas de hiperactiv­idad; en realidad, a veces realizan estos movimiento­s con el único fin de ver mejor los objetos, avisos, textos o, incluso, las personas que tienen delante. Con el paso del tiempo, éstas se convierten en un hábito.

También es bastante frecuente que se sienten mal en el momento de escribir, algo que hacen de manera inconscien­te. Lo que intentan decir es que no pueden enfocar ni apreciar lo que tienen en su campo de visión.

Si la anomalía es infecciosa o bacteriana, lo más habitual es que se froten los ojos con frecuencia y parpadeen insistente­mente. En fases más avanzadas, el enrojecimi­ento de los ojos o el lagrimeo constante también pueden ser pruebas irrefutabl­es de que algo no anda bien en la salud visual de los niños.

No tratar a tiempo los problemas visuales de los niños aumenta los riesgos de sufrir enfermedad­es que, a largo plazo, pueden compromete­r su salud visual en otras edades. A la miopía, la hipermetro­pía y el astigmatis­mo se pueden sumar otras anomalías como el estrabismo, el ojo vago o ambliopía.

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Dra. Carolina Colutta, directora médica del Instituto Oftalmológ­ico Buenos Aires (IOBA).

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