“VENIR AQUI ME HACE SENTIR MEJOR”
SERRAT CANTO EN CASA GARRAHAN
En el marco de sus conciertos en la Argentina, Joan Manuel visitó la institución que aloja a niños con cáncer y a sus madres, a quienes les regaló una emotiva interpretación de su emblemática canción “Esos Locos Bajitos”.
Los ojos extasiados de los niños asoman por encima del barbijo. Miran sin entender muy bien qué sucede. La única certeza es que su mamá, la que los cuida todo el tiempo, está muy contenta, con lágrimas distintas en sus ojos. Lágrimas que al mismo tiempo cantan junto al señor que está frente a ellos, en el mínimo e improvisado escenario. Joan Manuel Serrat (74) interpreta la emblemática “Esos Locos Bajitos” con el mismo sentimiento y profesionalismo que manifiesta en sus multitudinarios conciertos, aunque en esa sala hay menos de cien personas. Es el lunes 5 de noviembre, a las 17:05 horas, sobre la calle Pichincha, en el barrio de Parque Patricios. La Casa Garrahan, cuya consigna es “El Hogar Lejos del Hogar”, se llena de alegría con la presencia del cantautor español que colabora con la institución desde hace once años. Y hace cincuenta que “El Nano” visita la Argentina, y ahora está de vuelta en el marco de su gira internacional “Mediterráneo Da Capo”. Sus presentaciones incluyen Rosario, Córdoba, San Juan, Mendoza y el Teatro Gran Rex de la Calle Corrientes, ciclos que culminarán a mediados de noviembre. Antes de cantar su inspirada canción, Serrat recorrió las instalaciones y habitaciones de la institución, donde están alojados las madres y sus niños con enfermedades oncológicas, que se atienden en los hospitales pediátricos Elizalde, Garrahan o Gutiérrez mientras cumplen tratamiento médico ambulatorio. Son mamás de escasos recursos, que viven por lo general en diferentes provincias del país, y encuentran en ese lugar un verdadero hogar. “Es un mundo difícil donde uno toma contacto con esta historia dura de las enfermedades infantiles, y con las familias que sufren una parte importantísima de estas situaciones. La Casa Garrahan trabaja para ayudar a cumplir esta necesidad de acomodar, en el mejor sentido de la palabra, a quienes están sufriendo con los chicos, sus familiares”, afirma Serrat.
—¿Qué le dicen los chicos cuando lo ven?
—Algunos niños reaccionan con indiferencia absoluta, una saludable indiferencia. Otros con curiosidad y algunos con aburrimiento (Risas). Los chicos tienen esta maravillosa naturalidad que los hace tan adorables.
—Usted superó al cáncer en las tres oportunidades en que se le detectó (2004, 2010 y 2013). A partir de esas experiencias, ¿Siente que posee más recursos para contener a los niños que padecen esa enfermedad, y a sus madres?
—Mi experiencia es absolutamente intransferible, como la de cada enfermo. Lo que me pasó tiene también algunas ventajas, como por ejemplo el hecho de que tengo que hacerme revisiones cada equis tiempo, lo cual me permite localizar otro tipo de enfermedades que puedan aparecer, cosa que otros que se creen sanos no lo pueden realizar. Yo me someto al rigor científico. Frente a los niños que padecen la enfermedad no siento que tenga un
argumento distinto al que pueda tener cualquier ciudadano. Cada quien tiene un mundo, una experiencia, y cada una es distinta. No, no creo que me ocurra lo de Saulo (Pablo de Tarso, cuyo nombre judío era Saulo de Tarso o Saulo Pablo, también conocido como San Pablo, apóstol y una de las principales figuras del Cristianismo), y que cuando llego a esta institución reciba una luz extraordinaria del Cielo que me derribe del caballo, y que a partir de ahí aparezca frente a ellos como un hombre nuevo (Risas). —¿Siente que hoy el mundo está más comunicado pero menos sensible, y que somos más tecnológicos pero deshumanizados?
—La solidaridad evidentemente parecería ser un valor en baja, lo cual no quiere decir que no debamos ser más insistentes, todos, en que no sólo la solidaridad esté en alza, sino también que sea una situación de lesa humanidad y de obligado cumplimiento.
—Una vez más en la Argentina, una vez más en el Garrahan… ¿Qué encuentra mejor y qué peor?
—Hoy en día existen medios para seguir en contacto con las cuestiones que nos interesan, y por eso cuando llegué a la Argentina no descubrí nada que no supiera cuando estaba en Barcelona. Y cuando me vaya, tampoco va a ocurrir nada extraordinario que no pueda seguir perfectamente.
—En cada una de sus últimas funciones, el público argentino llena las salas teatrales y lo honra con largas ovaciones de pie. ¿Qué pasa por su corazón, en un ámbito tan diferente como este, privado y reducido, cuando le canta “Esos Locos Bajitos” a niños que pasan por momentos tan difíciles?
—-Los niños son una parte muy sensible, aunque las diferentes etapas del ser humano también lo son. A mí, por ejemplo, además me pasan por el corazón los abuelos viejos que viven un tiempo de gran abandono, de olvido por parte de la sociedad. En este caso, uno trata de estar con los niños, sobretodo intenta que ellos estén cerca y que se sientan acompañados. Poca cosa podemos hacer, pero bueno, muchas pocas cosas van haciendo algo más grande. Que sepan que alguien que habitualmente ven en una pantalla y a la distancia, está aquí, cerca de su drama cotidiano, es algo que reconforta. Ser artista tiene muchas partes buenas, y una de ellas creo que es esto, que puede ser reconfortante para los demás y que lo es también para uno. Me gusta acercarme por aquí, me hace sentir mejor cuando me voy de la Argentina.
El cantautor español visita el Garrahan desde hace once años. Confiesa que los niños, cuando lo ven, reaccionan con una “saludable indiferencia”, y le hace bien acompañarlos en su durísima historia.