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“ME GOLPEO E INTENTO AHORCARME” VICKY XIPOLITAKI­S DENUNCIO A SU MARIDO JAVIER NASELLI

- Por Gaby Balzaretti

Por primera vez su rostro no está iluminado por su gran sonrisa. Intenta disimular sus ojos hinchados por tantas horas de llanto tras grandes y oscuros anteojos. Se la nota cansada aunque no abatida, o como luego aclarará, “¡No vencida!”. Vicky Xipolitaki­s (33) atraviesa uno de los momentos más duros de su vida. Pero como también contará, no es el primero. Está acostumbra­da a luchar por lo que quiere. Y está firmemente dispuesta a pelear con todas sus fuerzas por lo que ama. Por eso abraza fuertement­e a su pequeño hijo Salvador Uriel —que nació el 12 de diciembre de 2018— y asegura que él es quien hoy le genera todas las fuerzas que tiene para superar este difícil trance o “gran desilusión”, como ella lo llama. Y se refiere a su última gran pelea con su marido ante la ley americana y padre de su hijo, el financista Javier Naselli (53).

“Con Javier tengo la misma relación desde el día en el que lo conocí… ¡Somos muy diferentes! Está en mi corazón porque es el papá de mi hijo. El va y viene por trabajo y para ver a su hijo. Nos dividimos entre Buenos Aires y Nueva York. Yo aposté mucho a la pareja por mi hijo que creí que nos necesitaba juntos. Pero ya no lo sé. El día de mañana veremos qué pasa…”, confiaba en exclusivo a CARAS el 25 de junio, en su edición 195, desde Nueva York. Y “el día de mañana” no tardó en llegar. Vicky adelantó su regreso a la Argentina donde intentó recuperar su maternal rutina en el piso de la zona de Barrio Norte y hasta allí viajó a visitarla Naselli. Pero ella, íntimament­e, ya sabía que la relación estaba llegando a su fin. Que hay diferencia­s que son irreconcil­iables en una pareja. Y el tema de la “separación” se repetía en cada encuentro casi desde nació su hijo. “¡Yo aguanté demasiado! ¡Pero ya no puedo más!”, gritó desde el alma el día que todo estalló. Hubo gritos, empujones, cachetazos y hasta una mano que se cerró en su cuello. También cambio de cerraduras en plena madrugada, el “robo” de dinero de una caja de seguridad. Y la intervenci­ón del abogado Fernando Burlando con una denuncia en la Unidad de Violencia de Género, más una custodia policial, la “Perimetral”, un “Botón Antipánico” y el repentino regreso de Naselli a Nueva York sin aguardar el dictamen de la Justicia.

Un cóctail con los componente­s necesarios para que explotara el “gran escándalo”.

“¡Estoy muy triste y sensibiliz­ada! Lloro por cualquier cosa pero saco mi mejor sonrisa cuando estoy frente a mi hijo. El es lo único que me importa en la vida. Vivo por y para él. Cuando nació me propuse que lo haría feliz y ese es mi camino”, repite con la voz entrecorta­da por tantos sentimient­os encontrado­s.

Pero para entender un poco lo que sucedió, se remonta a la noche del 25 de julio. “Como siempre todo arrancó por una pavada. El tiene una forma de ser que no tiene nada que ver conmigo. Es de un carácter muy fuerte; impulsivo, agresivo y muy nervioso. Todo lo que yo hago le molesta. Todo lo mío es lo peor del mundo. Siempre me denigró y lo dejé pasar hasta ahora. Hoy tengo un bebé y debo pensar en él. Pasaron muchas cosas por las que me tendría que haber ido antes pero aguanté. De repente me empezó a insultar y fue muy violento conmigo y con mi bebé. Nada justifica eso. Y quizás yo no lo veía porque estaba sometida a su forma de ser. Pensaba que lo podía cambiar pero es como lo criaron. Después de cada episodio me pedía disculpas y, como lo sentimient­os estaban, yo creía que iba a mejorar. Pero no, las cosas cada vez empeoraban más”, cuenta Vicky entre lágrimas que no puede contener y que se niega a derramar frente a su hijo.

“Desde hace tiempo yo veía que nuestra relación ya se había terminado pero él no lo entendía así. Cualquier cosa era motivo de insulto. La hora de la comida, la del sueño del bebé… Todo lo mío era malo para él. Ya le había hecho una denuncia por maltratos una vez pero ésta superó todo. Me empujó y me ahorcó. ¡Estaba muy violento, sacado! Y yo no me daba cuenta de nada. Me llegó a golpear con la mano abierta y me trató a los empujones y yo casi como que lo había naturaliza­do. Pero esta vez fue más violento y, menos

“El es una persona hiper tóxica; muy enferma, agresiva, nerviosa y súper impulsiva. ¡Tengo el corazón de luto!

mal, que estaba conmigo mi amigo Leo que me defendió y le dijo: ‘¡La tocás una vez más y te mato!’ Ahí lo llamé a Burlando y fui a hacer la denuncia”, relata Xipolitaki­s reviviendo los momentos de desesperac­ión.

“Después de varias horas haciendo la denuncia volvimos a mi casa y nos encontramo­s con que había cambiado las cerraduras. Dejó afuera, con el frío que hacía y sin alimentos, a su bebé, hasta las 5 de la mañana. ¡En la calle...! Y eso no lo puedo perdonar. Fue muy raro porque todas las habitacion­es estaban cerradas con llave y, cuando le tenía que pagar al cerrajero, fui a la caja de seguridad y no había ni un peso. ¡Se llevó toda su plata y la mía! Y una vez más tuve que hacer de mamá y papá. Y me salvaron mis padres que vinieron a traerme dinero”, asegura la mujer quebrada por el dolor ante el sorpresivo e inesperado final de su matrimonio.

Sin maquillaje, con el rostro surcado por la huellas del dolor y las ojeras por tantas horas sin dormir, hoy Vicky se refugia en el amor y la contención de su familia. No quiere hablar más del padre de su hijo y cuenta que ya comenzó los trámites de divorcio.

“Es una persona hiper tóxica; enferma, agresiva, nerviosa y muy impulsiva. ¡Tengo el corazón de luto! Mi único amor real es mi hijo Salvador. El no es más mi marido porque me hizo vivir el peor momento de mi vida. Estoy transitand­o una gran desilusión. Hoy siento que tendría que haberme ido de su lado antes pero estaba sometida a su forma de ser. Nunca fue mi compañero aunque yo pensé que lo podía cambiar. Con él viví un montón de cosas feas que aguanté porque apostaba a formar una familia… Al principio fueron sólo gritos y me insultaba muchísimo. Pero ahora fueron golpes, empujones y tomadas del cuello. Todo lo mío lo destruía porque era malo. Y me di cuenta que nunca nos quiso, ni a mí ni a mi bebé. ¡Fui una sometida!”, relata Vicky como parte de una película de terror que esta vez le tocó protagoniz­ar.

“Tengo partido el corazón porque lo que me duele de verdad es la gran desilusión que vivo. Yo hice de mamá y de papá todo este tiempo. Pero no me importaba si había amor. Sin embargo, entendí que no nos quiere pero él se perdió el hijo hermoso que tiene y una linda familia. Yo tendría que haberme ido cuando lo sentí lejos. Pero ahora se terminó todo. No hay vuelta atrás”, concluye la rubia mujer que perdió su gran sonrisa.

 ??  ?? Tras oscuras gafas, la bella mujer de 33 años intenta cubrir las huellas de tanto llanto. Salvador, de 7 meses, es el refugio ante el dolor por la escandalos­a separación del financista que se fue del país.
Tras oscuras gafas, la bella mujer de 33 años intenta cubrir las huellas de tanto llanto. Salvador, de 7 meses, es el refugio ante el dolor por la escandalos­a separación del financista que se fue del país.
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 ??  ?? El 5 de febrero de 2018, Vicky concretó su gran sueño de casarse en Nueva York. Fue su “Boda de princesa”, con un traje de novia blanco, con 30 metros de tul y tela traída de Rusia, alianzas de Tiffany, un brillante en el ramo de flores y un paseo en Rolls Royce. Naselli se mostraba totalmente enamorado.
El 5 de febrero de 2018, Vicky concretó su gran sueño de casarse en Nueva York. Fue su “Boda de princesa”, con un traje de novia blanco, con 30 metros de tul y tela traída de Rusia, alianzas de Tiffany, un brillante en el ramo de flores y un paseo en Rolls Royce. Naselli se mostraba totalmente enamorado.
 ??  ?? Salvador Uriel nació el 12 de diciembre para convertirs­e en el gran amor de Victoria. Con rasgos muy parecidos a los de su papá, fue ella quien le enseñó a reir con estruendos­as carcajadas. Hoy madre e hijo son muy unidos. Ella no lo deja solo ni un minuto y se encarga de bañarlo y alimentarl­o.
Salvador Uriel nació el 12 de diciembre para convertirs­e en el gran amor de Victoria. Con rasgos muy parecidos a los de su papá, fue ella quien le enseñó a reir con estruendos­as carcajadas. Hoy madre e hijo son muy unidos. Ella no lo deja solo ni un minuto y se encarga de bañarlo y alimentarl­o.

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