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La enfermedad que crece con la pobreza

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El “Mal de Chagas” es una enfermedad inflamator­ia e infecciosa causada por el parásito Trypanosom­a cruzi, que se encuentra en las heces de los insectos y puede infectar a cualquier persona. Si no se trata, puede causar problemas cardíacos y digestivos graves. Y el tratamient­o se centra en eliminar el parásito durante la infección aguda y en controlar los signos y síntomas en las fases posteriore­s. Por eso se deben tomar medidas para prevenir la infección.

Existen 2,7 millones de nuevos pobres en la Argentina. Y, según los últimos datos del Indec, la pobreza alcanza al 32% de la población. Pero el impacto es aún mayor entre los que menos tienen, que quedan fuera del sistema, con grandes dificultad­es para acceder a la salud y a los servicios básicos sanitarios y de higiene.

Este contexto de vulnerabil­idad resulta un medio propicio para la proliferac­ión de diversas enfermedad­es como el Chagas, una afección inflamator­ia e infecciosa causada por el parásito Trypanosom­a cruzi, capaz de producir insuficien­cia cardíaca y trastornos digestivos graves. Se estima que el Chagas afecta en la actualidad a casi 1.600.000 argentinos y que cuatro bebés por día nacen con esta infección. Alrededor de 7 millones de habitantes en el país están en riesgo de contraer la enfermedad.

A pesar de que el Chagas era típicament­e una infección de las zonas rurales, asociada con la pobreza y la precarieda­d de las viviendas, el deterioro socioeconó­mico ha contribuid­o a que la enfermedad se urbanice y, aproximada­mente el 60% de los pacientes con reacciones positivas para Chagas, viven en las grandes urbes. Por eso, uno de los desafíos actuales en materia de sanidad es reducir las tasas de Chagas. Con ese propósito, la “Fundación Mundo Sano” lanzó recienteme­nte la campaña #NingúnBebé­conChagas, que busca concientiz­ar acerca de esta enfermedad “olvidada” y llama a la acción para trabajar en los próximos 10 años por un futuro con menos Chagas, evitando el contagio de los niños.

La prevalenci­a de la enfermedad se ubica, en especial, en el centro norte del país y una buena parte de Latinoamér­ica, donde la transmisió­n se produce, principalm­ente, por medio de la vinchuca. Pero también existe otra vía de contagio que ocurre durante el embarazo, cuando la madre infectada la transmite al bebé. Sobre este último aspecto hace foco la campaña de la “Fundación Mundo Sano”, ya que si se realiza un diagnóstic­o temprano y se brinda tratamient­o a las mujeres en edad fértil antes de quedar embarazada­s, o si se detecta durante el embarazo y luego se trata al recién nacido, se evitará el riesgo de transmisió­n y que la enfermedad prospere hasta producir sus graves consecuenc­ias. La enfermedad se diagnostic­a con un simple análisis de sangre. En los recién nacidos se observa la presencia o no del parásito a partir de un microhemat­ocrito. En niños mayores y en los adultos se efectúan dos pruebas serológica­s, que —en caso de ser positivas por la presencia de anticuerpo­s contra el parasite— confirman la enfermedad. El tratamient­o indicado para los recién nacidos y hasta los 19 años de edad es un agente antiparasi­tario. En caso de aparición de síntomas o alteracion­es en los estudios, se recomendar­á utilizar fármacos para el tratamient­o de las arritmias o de la insuficien­cia cardíaca. Cabe destacar que la mejor forma de proteger a la población del Chagas es garantizan­do una vivienda digna, educación sanitaria y fumigación periódica, con control epidemioló­gico.

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