“ELIJO PINTAR UNA EVITA ALEGRE Y VITAL”
MARINA OLMI: ARTE CON MILITANCIA & PSICODELIA
Confiesa que sin el arte no hubiera sido nadie. O a lo mejor otra persona completamente distinta, pero que se sentiría bastante infeliz. “Yo cocino todos los días, soy un ama de casa, lavo la ropa, baldeo, cuido al gato, riego las plantas, cuido a mi mamá, a mis hijos, y todo lo hago con arte. Eso quiere decir hacerlo con alegría, con libertad y creatividad”, afirma Marina Olmi (60), una artista plástica que además es cantante, diseñadora y performer. La pintora es hija del abogado y humorista Boy Olmi y de la terapeuta gestáltica Mabel Allerand, y hermana del famoso actor y director de cine Carlos Boy Olmi (63). Hoy, Marina presenta “Asteroide 1569 Evita”, una muestra pictórica que se puede apreciar hasta el 3 de noviembre en el Museo Evita, en el barrio de Palermo. El nombre de la exposición se lo debe a un astrónomo llamado Miguel Itzigsohn, que en 1948 descubrió desde el Observatorio Astronómico de La Plata, el asteroide 1569 de 33,92 km que emplea 2039 días en completar la órbita alrededor del sol, y al cual bautizó “Evita”. Quien recorre la muestra se asombra al ver pinturas que retratan a Eva Duarte como una astronauta, una gimnasta y meditando.“Después de un montón de
series anteriores que hice con Evita, la ubiqué en la época actual que es la Era de Acuario, donde por una cuestión energética estamos cambiando. Evita está en naves espaciales revoloteando alrededor de la Tierra. De eso se trata la muestra. Tiene que ver con el espacio, con lo psicodélico. La sinteticé como concepto en un asteroide—le explica Marina Olmi a CARAS, antes de profundizar en su decisión de tener a Evita como musa—. No elegí pintar a las Evas con dolor, en blanco y negro, peleando, luchando y sufriendo. Elegí pintarla viva, sana, alegre, riéndose por encima de las circunstancias”, agrega.
Quienes contemplan los cuadros de Olmi, experimentan una fascinación especial. “Mis cuadros la muestran a Evita en el circo haciendo malabares, una gran metáfora: tiene que ver con los malabares que hacemos en la vida. El circo, la alegría, los disfraces, se relacionan con cómo somos las mujeres para luchar con nuestros hijos y con quienes nos rodean y amamos, para hacer creer que todo es perfecto y darle fuerza a los demás. Esa es un poco mi energía, como mujer, como madre… Y como pisciana”, dice la mujer que define su arte como una mezcla de hiperrealismo, pop y psicodelia, estilo que además aplica a diseños de cuadernos y remeras.
Con ADN de talentosos, Marina Olmi habla de su familia con verdadera devoción. “El humor me marca. Tuve la suerte de tener un papá como el que tuve, se llamaba Boy Olmi (padre), era abogado y fue el primer humorista que hizo Stand Up en la Argentina. Me enseñó a hacer el ridículo sin miedo, me obligaba a jugar y a hacer performances, a cantar y disfrazarme. Fue el mejor maestro de teatro que
tuve—comenta Marina, y luego responde sobre si algún admirador de Evita podría llegar a ofenderse con su propuesta artística tan poco convencional—. Honestamente no me pasó. No está en mi naturaleza ofender, lastimar, ni criticar nada de nadie”, asegura.
Marina Olmi además es terapeuta gestáltica como su madre. “Mabel tiene 87 años, es una hermosa viejita que trajo la Gestalt a la Argentina. Fue una pionera y sigue trabajando como terapeuta. Su misión es ayudar a la gente y yo quería recibir ese legado. Ahora yo doy talleres de música y pintura para niños. Juntos exploramos espacios internos para transformar las emociones”, explica.
Cuando habla de su hermano famoso se le ilumina el rostro.“A Boy le encanta mi pintura y a mí su trabajo, lo admiro mucho. Somos muy amigos, nos reímos y lloramos mucho juntos. Con él hicimos un árbol genealógico y descubrimos que somos mezcla de europeos con una tatarabuela paterna de origen Wichi. Por suerte, porque toda mi vida asumí que yo era una india con cuerpo de sajona, porque curo con plantas desde hace muchos años”, agrega.
Se define como una mamá muy presente, permisiva, divertida y “pesada al transmitir valores sobre lo que es correcto en la vida”. Sus hijos son Antonio, (30), bailarín clásico, y Juan, de 29 años (actor), fruto de su relación con el actor Gustavo Luppi (59), a su vez hijo del recordado Federico Luppi; y Salvador (23), al que tuvo con su ex pareja, el músico Guillermo Piccolini (55). Marina invita a ver la muestra con argumentos contundentes y existenciales. “A la gente que la vea le va a alegrar el día. Mis cuadros transmiten libertad, juego, amor, diversión y locura”, concluye.
“No pinto Evas con dolor, en blanco y negro. Mis cuadros transmiten libertad.”