“LES INCULCAMOS EL DEPORTE SI O SI”
FEDE MOLINARI, GIMNASTA Y PAPA
Su nombre ganó trascendencia en los Juegos Panameicanos de Lima 2019, cuando después de ganar la mdalla de Bronce en Anillas, su especialidad, Federico Molinari (37) le pidió en vivo por las cámaras de TyC casamiento a la mujer de su vida, Paula Cancio (31), con quien ya llevaba quince años en pareja y dos hijos. Ella le dio el “sí” entre lágrimas, pero el advenimiento del Covid-19 llevó a cancelar “hasta nuevo aviso” una boda que quedó pendiente. “La pandemia nos mató, el casamiento está latente y queremos hacerlo a lo grande, con una buena fiesta. Creo que será para el 2022, de paso aprovechamos para seguir ahorrando porque va a salir caro”, adelanta el mejor gimnasta deportivo que dio la Argentina, el único en conseguir, a falta de medallas, un diploma olímpico en los juegos de Londres 2012. A tal punto lo marcó esa gesta que lleva tatuado en su espalda los cinco anillos olímpicos con la frase “London 2012”, un episodio en el que se quedó con el sabor semiamargo de acariciar la hazaña: “Llegué a la final de ocho para luchar por las tres medallas, pero terminé séptimo porque quise arriesgar un poco y
me caí en la salida. Tomar ese riesgo era necesario si quería subir al podio, fue la única final olímpica en la gimnasia artística argentina”, recuerda hoy en la etapa final de una carrera que deseaba coronar en los Juegos Olímpicos de Tokio, a los que finalmente verá desde afuera por no lograr clasificarse.
A los 37 años, Federico valorá enormemente el hecho de sentirse “competitivo” en una disciplina cuya edad promedio de los participantes es de 30. Así lo comprobó en el reciente Campeonato Panamericano de Gimnasia Artística en Río de Janeiro, donde obtuvo una medalla de Plata en Anillas. “Ya haber ganado el Bronce en Lima, a mis 35 y contra chicos de veinte años, fue todo un logro. Ahora en Río fui el más viejo de los finalistas, y más alá de la medalla valoro que los chicos te respetan un montón y no puedan creer de verte en ese nivel. La mayoría de los gimnastas en el mundo larga a los 28 o a los 30, yo asumo el desafío personal de seguir superando mis propios límites. Sobre todo en esta última etapa difícil por la pandemia, en un momento me fui de peso y llegué a subir siete kilos. Hice un esfuerzo muy grande, los bajé y ya estoy otra vez en forma”, analiza, a la vez que no le pone fecha a su retiro: “Dije que por ahí
este era mi último año, me sentía al límite con los dolores y las lesiones. Pero le pongo mucha energía, y volver de este Panamericano sintiendo que le puedo dar algo más a mi país me lo hizo replantear. Este año tenemos un Sudamericano en San Juan y ya falta poco para los Juegos del 2023 en Santiago de Chile... A fin de año decidiré si me dan ganas o no de hacer un esfuerzito más, siempre y cuando el cuerpo aguante”, evaluó.
Nacido en Rosario y criado en la localidad santafesina de San Jorge, donde aún residen sus padres, Federico vive en San Fernando junto a su mujer y sus hijos, Valentino (6) y Ciro (4). Trabaja en la Municipalidad de San Isidro y se ocupa del emprendimiento que fundó en el 2016, las escuelas de gimnasia Fede Molinari. Una realidad que delata su pasión por la gimnasia deportiva, y que hoy comprende seis sedes (Don Toruarto, Palermo, Caballito, Caseros, San Isidro y Nordelta) con alrededor de 700 chicos que se mimetizan con la disciplina. “Es un número grande para un deporte que no es popular, pero que empieza a crecer. Para los más chiquitos es excelente porque les permite ir perdiéndole el miedo al deporte, nosotros tomamos de dos años y medio en adelante. Y se está sumando mucha gente adulta, se sienten más ágiles y se dan cuenta que a los 30 o 40 pueden hacer una vertical o un mortal”, destacó. Y admitió que su gran anhelo es “llegar a las veinte escuelas con 3000 chicos en total, lo que nos permitirá tener un proyecto autosustentable que forme a chicos talentosos”.
Al igual que él, su mujer es una apasionada de la gimnasia deportiva, y en el día a día coordina la actividad de la escuela de Don Torcuato. Juntos se propusieron mantener activos a sus hijos con el deporte y la socialización, evitando así que el encierro de la pandemia los limite en el futuro: “Quremos que estudien y que además hagan deportes. El colegio te enseña un montón de cosas, y el deporte otras tantas que consideramos muy importantes en la formación. Es como un trabajo en edades tempranas, aprenden a compartir trabajos en equipo, a tener disciplina y a autosuperarse. Si o sí les inculcamos que hagan deportes, no me importa cuál, pero uno tienen que hacer. Es lo único que no se negocia, más adelante decidirán con que intensidad y de que manera lo quieran practicar”.
“El desafío personal es seguir superando mis propios límites. Sentir que le puedo dar algo más a mi país me hizo replantear lo del retiro”.