“EL LUJO NO SE PUEDE AGGIORNAR”
NICOLAS ZAFFORA, UN DISEÑADOR CARO CON ESTILO UNICO
Creativo, meticuloso, atento hasta al más mínimo detalle, con una marcada impronta europea y una calma al hablar que denota su fuerte personalidad. Así es Nicolás Zaffora (45), un descendiente de abuelos sastres y talabarteros que supo forjar su destino primero durante cinco años en el Liceo Militar y luego viviendo diez años como monje en un monasterio en donde confeccionaba las sotanas. Un largo camino recorrió hasta llegar a convertirse en el único sastre artesanal de lujo, “bespoke” (hecho a la medida) que se expandirá por Latinoamérica. El es el encargado de hacer realidad los sueños y caprichos de quienes aman el buen vestir y tienen dinero para gastar. Géneros puros, fibras naturales, nada sintético, estilo italiano con técnicas de hace más de 500 años. Trajes que conllevan entre 60 y 80 horas de trabajo, entre 35 y 45 días y más de 6 mil puntadas a mano. Zaffora es “sinónimo de estilo, no de moda; de nivel sartorial”, como él mismo repite en su didáctica charla. Junto a su fie “Fred”, un galgo de 15 años, Nicolás se relaja por un momento en la intimidad de su atelier y habla de las cosas que ama, obviamente más allá de su gran pasión. “Me gusta mucho leer. Ahora estoy con el libro `Los normandos en Sicilia’ y otro de Antropología; también cada tanto repaso la Historia de la Moda. Me fascina hachar leña, la comida variada –peruana, japonesa, rusa, brasileña–, disfrutar un buen vino argentino paladeando diferentes cepas… Fumar un buen habano y disfrutar una linda charla con amigos. Soy un sibarita. Cuido mucho mi físico porque soy la primera imagen que ven de mi trabajo. Para crear mi marca primero me vestí como me gusta y de ahí surgió el resto. Nunca uso ropa de otro…”, relata. Y a este aficionado al lujo y a los placeres caros y refinados la crisis de la pandemia terminó también afectándolo aunque no frenándolo.
“Los trajes de lujo no se pueden aggiornar. El sastre bespoke no se adapta porque trabaja sobre el cuerpo del cliente. Por eso trabajé muchísimo menos y lo pude hacer sin tener contacto con las personas de las que ya tenía su molde. Pero bajé dos escalones de mi trabajo normal. La elegancia bajó en el mundo entero. Y la única herramienta fue resistir. Bajé algunos escalones y creé camperas bomber, camisas, jeans y próximamente lanzo una colección para la mujer que permite diseños con más movimientos y opciones para la colección de 40 mil muestras de telas, únicas en la región, que tenemos. Pero el nivel de exposición de las personas bajó y todos bajamos. Todo irá volviendo a la normalidad de a poco. Va a despejar. Y el lujo volverá a ocupar su lugar porque desde que existimos los homos siempre se quisieron distinguir entre el resto. El rito de decorarse es innato en el ser humano. Y eso no va a cambiar”, expresa muy seguro. Alguien dijo que sus creaciones eran “el Rolls Royce de los trajes” pero Zaffora no quiere comparar. “Hay marcas Premium como Mercedes, Rolls Royce, Audi y de lujo como Ferrari y Bugatti pero el traje es otra cosa. Un sastre bespoke entabla una relación íntima con el cuerpo de su cliente. Hay una vulnerabilidad en la que yo debo interpretar cómo quiere que lo vean los demás. Cómo quiere mostrarse; qué quiere comunicar y dónde… Entonces recién yo presento un abanico de posibilidades. Mis trajes serían como el tope de gama de los autos”, concluye un sibarita que mucho se parece a un corajudo guerrero escapado de una historia de vikingos.