Preservar óvulos para planificar la maternidad
Durante la pandemia, hubo un incremento importante de su demanda. Se trata de mujeres que pretenden, de alguna manera, “detener” el daño que el tiempo provoca en sus ovocitos mientras resuelven distintas situaciones particulares como la falta de pareja, la finalización de su formación académica o alcanzar logros profesionales, y lograr el embarazo en la etapa más adecuada para sus vidas.
La pandemia y el confinamiento hicieron que se disponga de más tiempo para pensar, estar en casa, no desperdiciar tiempo en idas y vueltas al trabajo, tomar las cosas con más calma. Y fue así como aumentaron las consultas por fertilidad y, sobre todo, la demanda para preservarla.
La congelación de óvulos, también llamada vitrificación o congelación rápida, es una técnica que permite detener el paso del tiempo. Actualmente, son muchas las mujeres que posponen la maternidad, si bien son conscientes de que hay un reloj biológico y un momento para todo. Desde 2013, la vitrificación de óvulos dejó de ser experimental para las sociedades de medicina reproductiva americana y europea. Este procedimiento surgió a partir de cubrir la necesidad de mujeres que debían someterse a un tratamiento oncológico que podría dañar sus ovarios y su capacidad reproductiva. Actualmente, ya son miles los niños nacidos a partir de ovocitos vitrificados y, hoy, es una opción válida tanto para mujeres con cáncer como para aquellas que desean postergar la maternidad por causas sociales (generalmente, relacionadas con la edad) y, así, tener la chance de concebir un hijo con su propio material genético en el momento oportuno. De hecho, este grupo hoy representa el mayor número de consultas.
El tratamiento dura 10 días, aproximadamente. Se realizan ecografías transvaginales para controlar la respuesta a la medicación y, llegado el momento de la ovulación, se extraen los óvulos bajo control ecográfico. Se trata de un procedimiento ambulatorio.
En los últimos años, en los centros de reproducción asistida se observa un incremento importante en su demanda. Todas estas mujeres pretenden, de alguna manera, “detener” el daño que el tiempo provoca en sus ovocitos mientras resuelven distintas situaciones particulares como la falta de pareja, la finalización de su formación académica o alcanzar logros profesionales, entre muchos otros, y, así, lograr el embarazo en la etapa más adecuada para sus vidas.
En nuestra clínica, por caso, realizamos un estudio demográfico sobre las que elegían vitrificar sus ovocitos por causas sociales y el resultado arrojó que la edad promedio para iniciar un tratamiento es de 37 años, el 66,7 por ciento tenía pareja al momento de comenzarlo, el 83,3 por ciento eran universitarias, mientras que el 66 por ciento poseía cargos equivalentes a supervisora o superior. El 84 por ciento de las pacientes tenía pensado buscar un embarazo en 3 a 5 años posteriores al momento de la criopreservación, mientras que el 35 por ciento respondió que solo lo haría en caso de contar con una pareja con quien compartir el proyecto parental; el resto recurriría a un banco de semen. El 50,3 por ciento de las pacientes obtuvo 5 o menos ovocitos en la primera punción, razón por la cual la mitad de ellas decidió -junto con su médico- ejecutar una o más punciones para recoger entre 8 y 10 ovocitos.
En la actualidad, la vitrificación de ovocitos es una opción dentro de la planificación familiar de las mujeres y una posibilidad para cuando la maternidad se ve postergada por múltiples razones o factores.