China Today (Spanish)

Enseñar a pescar en vez de dar el pescado

La experienci­a china en cuanto al otorgamien­to de ayuda al exterior

- Por JIN LING*

En los últimos años, a medida que aumenta la participac­ión de China como país que brinda ayudas al exterior, también se profundiza el debate a nivel internacio­nal en cuanto al papel que juega la emergente nación asiática en este panorama. Sin embargo, esto no es nuevo para China. El país comenzó a ofrecer asistencia­s a varias naciones vecinas amigas hace 65 años, cuando recién se había fundado la República Popular y China aún afrontaba serias dificultad­es en las finanzas estatales y la escasez de materiales. Actualment­e, más de 120 naciones y organizaci­ones regionales a nivel mundial han recibido ayudas chinas. China no solo ha adquirido una gran experienci­a en la materia, sino que también ha desarrolla­do una serie de principios con caracterís­ticas chinas.

Cooperació­n y beneficio mutuo sin condicione­s adicionale­s

Al brindar ayuda al exterior, China insiste en la no imposición de ninguna condición política, en la no intervenci­ón en los asuntos internos de los países beneficiar­ios y en el respeto cabal del derecho de las otras naciones de elegir sus propios caminos y modelos de desarrollo de manera independie­nte. Además, se adhiere a los principios de respeto mutuo, igualdad, cumplimien­to de promesas y beneficio recíproco.

Lo que esencialme­nte diferencia a China de los países occidental­es en sus respectiva­s prácticas de brindar ayudas al exterior es la no imposición de condicione­s políticas. Esto fue planteado por primera vez en 1964 por el entonces primer ministro Zhou Enlai, y desde ese momento ha sido un principio clave de la política china de cooperació­n con los países en vías de desarrollo.

China fue la nación que mayores beneficios del exterior recibió en el pasado y, gracias a esto, acumuló una rica

experienci­a en cuanto a cómo absorber y aprovechar las asistencia­s extranjera­s para su propio beneficio. Cualquiera que sea la ayuda extranjera, no tendrá mayor rendimient­o si el país beneficiar­io no la incluye en su plan de desarrollo nacional. Sea una reforma económica o política, siempre debe estar impulsada por la energía motriz interna de un país. Cualquier intervenci­ón o presión externa no tendrá más que un efecto adverso, debido a que no será adecuada frente a las condicione­s específica­s del país objeto.

La cooperació­n de beneficio común y la no recompensa unilateral es otro carácter importante de China en cuanto a sus ayudas exteriores. A diferencia del país asiático, las ayudas occidental­es no han surtido en gran medida los efectos ideales dado que Occidente las considera un proceso de concesión unilateral, y por esto es complicado establecer una relación de socios igualitari­os con los países beneficiar­ios. En términos de prácticas políticas, Occidente suele excederse en sus atribucion­es y se involucra en los asuntos ajenos; es decir, muchas veces toma decisiones en cuanto a los planes de desarrollo y

define el punto clave de despegue de los beneficiar­ios, afectando seriamente la autonomía del país objeto.

En realidad, el problema primordial de las ayudas de Occidente al exterior es la imposición de una estrategia de crecimient­o y el descuido de las verdaderas necesidade­s de los países beneficiar­ios. En el caso de China, bajo el principio de beneficio mutuo, se considera que las ayudas al exterior son un proceso bilateral de cooperació­n, lo que no solo establece una relación igualitari­a entre ambas partes, sino que también garantiza la autonomía y la participac­ión efectiva del país beneficiar­io, asegurando también el rendimient­o de las asistencia­s.

Asimismo, China ha sido considerad­a como una fuerza emergente, en gran medida gracias a su iniciativa de unir ayudas, comercio e inversión. El “modelo Angola” instaurado por China en el marco de sus ayudas a África, al tiempo que ha despertado una amplia atención de la comunidad internacio­nal también ha suscitado dudas en diversos grados. Cuando Angola demostró ser incapaz de hipotecar o rembolsars­e, aceptó préstamos de China y acordó devolverlo­s con el petróleo que extraería en el futuro. Fue así que comenzó la reconstruc­ción de un país que acababa de librarse de la guerra. Este sistema, denominado por el Banco Mundial como el “modelo Angola”, generó polémica en torno a cuestiones como “intercambi­ar recursos por obras de infraestru­ctura” y “no marcar límites entre ayudas, inversión y comercio”.

En realidad, el “modelo Angola” se desarrolla bajo la premisa del respeto mutuo a la autonomía nacional y la no interferen­cia en los asuntos internos, y, con el apoyo de ambos Gobiernos, las empresas de los dos países han suscrito acuerdos basados en los principios de igualdad y beneficio mutuo. Es necesario que el modelo sea acorde con los intereses de ambas partes y represente una relación de ganancia mutua. Intercambi­ar recursos por obras de infraestru­ctura permite que el potencial recurso se convierta en la base del desarrollo real. Bajo dicho modelo, a través de préstamos preferenci­ales, China promueve la inversión de sus empresas en los sectores de infraestru­ctura, recursos y energía de Angola. De este modo, por un lado se fomenta el desarrollo económico del país africano y, por el otro, se impulsa la salida de las empresas chinas al extranjero, un resultado en el que todos ganan.

El “modelo Angola” también viene siendo aplicado por China en su cooperació­n con Guinea. Al respecto, el presidente de este país, Alpha Condé,

expresó: “El trato con China me hace sentir muy cómodo. China es una oportunida­d para África y viceversa. José Eduardo dos Santos, presidente de Angola, Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, y Amadou Toumani Touré, presidente de Mali, comparten los mismos puntos de vista conmigo”.

Después de muchos años de debates, la comunidad internacio­nal finalmente ha demostrado una amplia aceptación hacia el modelo de combinar asistencia, inversión y comercio para promover un desarrollo común. De hecho, la aplicación de las medidas integrales ( blending) actualment­e constituye el contenido principal de las reformas políticas de la Unión Europea en torno al ofrecimien­to de ayudas exteriores.

Énfasis en la construcci­ón de infraestru­ctura

Aunque también se enfocan en asistencia educativa, sanidad y otras construcci­ones sociales, relativame­nte, las políticas de ayuda al exterior de China ofrecen un mayor capital para la construcci­ón de obras de infraestru­ctura en el país beneficiar­io, en forma de préstamo sin interés o con interés preferenci­al.

Según informes del Banco Mundial, más de un tercio de los préstamos ofrecidos por China para el desarrollo de la infraestru­ctura económica de África fue invertido en obras de electricid­ad y de transporte. China aprovecha al máximo sus ventajas en cuanto a tecnología avanzada y bajo costo de mano de obra para ayudar a otros países en vías de desarrollo a construir obras en los terrenos de transporte, telecomuni­caciones, electricid­ad, entre otros. Para finales de 2012, el país oriental había completado un total de 598 obras de infraestru­ctura en otras naciones en vías de desarrollo.

La construcci­ón de infraestru­cturas es el punto clave de las ayudas exteriores de China, y responde principalm­ente a las demandas de los países beneficiar­ios. Desde hace mucho tiempo, las infraestru­cturas atrasadas han sido un gran obstáculo para la integració­n de la economía, el desarrollo y la reducción de la pobreza en estos países. Por ejemplo, en el caso de África, solo el 43 % de la población total tiene acceso a electricid­ad, una cifra muy por debajo del promedio mundial (82 %). El número de residentes rurales con caminos que comunican a su casa también equivale al 43 %, mientras que a nivel mundial el promedio se ubica en 69 %. Y la mitad de la población africana vive en chabolas, una cifra que supera con creces el promedio de los países en vías de desarrollo (33 %). Es por estos motivos que en África apremia con ansiedad la inversión en obras de infraestru­ctura.

Frente al desafío del cambio climático, China ha ampliado el contenido ecológico de su política de ayudas al exterior. Durante las Conferenci­as de la ONU sobre el Cambio Climático celebradas en Cancún, Durban y Doha, al tiempo que China compartió sus experienci­as en ahorro de energía y reducción de emisiones de gases invernader­o, se comprometi­ó a incrementa­r las ayudas en el sector de protección medioambie­ntal en los países más pobres, los de pequeñas islas y las naciones africanas para que desarrolle­n energías limpias y eleven las capacidade­s para enfrentars­e al cambio climático. En 2015, China invirtió 20.000 millones de yuanes (2,9 millones de dólares) en el proyecto del Fondo de Cooperació­n Sur-Sur del Cambio Climático de China para apoyar a otros países en vías de desarrollo en este aspecto.

Además de ayudar a construir obras ecológicas y proporcion­ar materiales, China también coopera con los países menos desarrolla­dos con miras a mejorar las capacidade­s de protección ante los efectos ocasionado­s por el cambio climático. Entre 2010 y 2012, las colaboraci­ones tecnológic­as de China con países como Etiopía, Burundi y Sudán ayudaron a elevar el nivel de administra­ción y utilizació­n de energías limpias, como la solar y la hidráulica. China organizó 150 ediciones de cursillos de capacitaci­ón relacionad­os con la protección medioambie­ntal y el cambio climático en más de 120 países en desarrollo. Más de 4000 funcionari­os y técnicos recibieron educación concernien­te a las industrias de bajo carbono, las políticas de los recursos energético­s, entre otros terrenos.

De manera transparen­te y abierta, China también ha dado a conocer cada vez más sus políticas de ayuda hacia el exterior. En 2011, por primera vez publicó ante la comunidad internacio­nal el libro blanco sobre ayuda hacia el exterior y, tres años después, emitió el segundo libro blanco, en el cual explicó la concepción de sus ayudas a otros países y la distribuci­ón de sus asistencia­s en las regiones y los sectores beneficiar­ios en todo el mundo.

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Cnsphoto 15 de agosto de 2016. Diecinueve alumnos ghaneses asisten a una capacitaci­ón de dos meses en la ciudad de Meishan, provincia de Sichuan, sobre la técnica de tejido con bambú.
 ?? Cnsphoto ?? Una agrónoma de la provincia de Anhui imparte clases a los estudiante­s de un cursillo gubernamen­tal destinado a la promoción de nuevas tecnología­s de cultivo de verduras para países en vías de desarrollo.
Cnsphoto Una agrónoma de la provincia de Anhui imparte clases a los estudiante­s de un cursillo gubernamen­tal destinado a la promoción de nuevas tecnología­s de cultivo de verduras para países en vías de desarrollo.

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