Pasión por la medicina
Un sentimiento de gratitud
“En primaria y secundaria fui un estudiante aplicado que sacaba buenas notas, por lo que formé parte de los 400 alumnos de secundaria seleccionados en 1959 para estudiar en la Unión Soviética. Estudié un año de ruso en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Beijing (actual Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing), pero en 1960 la relación soviético-china empeoró y el Ministerio de Educación no nos envió al extranjero, sino que nos distribuyó por varias universidades en Beijing. Yo entré en la facultad de español del mismo instituto. Seguí estudiando con mucho afán”, recuerda Qiu.
Todo cambió sorpresivamente para Eugenio y sus compañeros de estudio unos años después. “En 1964 fui enviado por el Ministerio de Educación a Cuba para continuar estudiando el castellano, igual que muchos otros compañeros. Me dediqué totalmente al estudio por dos razones: la patria necesitaba urgentemente personal especializado en español y Cuba nos facilitaba todo lo necesario para aprender gratuitamente. El sentimiento de gratitud nos empujaba hacia adelante”.
Después de concluir los estudios en la Universidad de La Habana comenzó a trabajar como traductor en el Instituto de Suelos de Cuba, fundado con la ayuda de China, donde laboraban cuatro especialistas chinos: “Allí aprendí muchas cosas. No solamente practicaba mi castellano, sino que logré muchos conocimientos científicos. A Cuba le faltaba un mapa nacional de suelos, lo que afectaba la planificación del uso racional para lograr una mayor y sostenida productividad. Además del trabajo en el terreno, los especialistas chinos daban clases a cuatro jóvenes graduados universitarios que laboraban junto con nosotros y yo tenía que traducir todo, oralmente y por escrito, un trabajo con el que aprendí mucho. La base de mi español se hizo multidisciplinaria, más sólida, más amplia”.