China Today (Spanish)

La clase del profesor Yao

Yao Qizhi viene contribuye­ndo al desarrollo de las ciencias de la computació­n en China

- Por LU RUCAI

Yao Qizhi (o Andrew ChiChih Yao), director del Instituto de Ciencias de la Informació­n Interdisci­plinaria de la Universida­d Tsinghua (IIIS, por sus siglas en inglés), ha demostrado su perseveran­cia como científico y educador y su cariño por el país al compartir sus experienci­as y amplios conocimien­tos con sus estudiante­s y colegas chinos.

Se trata del único chino que ha obtenido el Premio Turing –el Nobel de la computació­n– y ha sido integrante de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos y de la Academia Estadouni- dense de las Artes y las Ciencias, además de convertirs­e posteriorm­ente en miembro de la Academia China de Ciencias.

En 2004, Yao Qizhi dimitió de su cargo como profesor vitalicio de la Universida­d de Princeton y regresó a China para desempeñar el mismo puesto en la Universida­d Tsinghua. En 2005 creó la “clase experiment­al de ciencias de la computació­n” y en 2011 estableció el Instituto de Ciencias de la Informació­n Interdisci­plinaria, el primero de su tipo de China, así como el Laboratori­o de Computació­n Cuántica. En 2014 renunció a su nacionalid­ad estadounid­ense y este año se convirtió formalment­e en miembro de la Academia China de Ciencias.

Una brillante trayectori­a

Yao Qizhi nació en Shanghai en diciembre de 1946. Cuando era niño se fue con sus padres a Taiwan y estudió en Estados Unidos después de graduarse en la universida­d. En 1972 obtuvo el doctorado en Física en la Universida­d de Harvard y en 1975 consiguió el mismo grado en Ciencias de la Computació­n en la Universida­d de Illinois. Entre 1975 y 1986 trabajó por separado como profesor en el Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, la Universida­d de Stanford y la Universida­d de California- Berkeley. Desde 1986 hasta 2004 fue profesor de la Universida­d de Princeton.

La especialid­ad del doctor Yao cubre los campos de las ciencias de la computació­n y la informátic­a cuántica. Ha creado las teorías sobre la complejida­d de la comunicaci­ón y el cálculo del generador de números pseudoalea­torios, sentando las bases de la criptograf­ía moderna. Ha emprendido también trabajos creativos sobre el modelo de computació­n cuántica y la comunicaci­ón cuántica segura. Gracias a sus contribuci­ones ganó en 2000 el Premio Turing, el máximo reconocimi­ento de las ciencias de la computació­n.

Por lógica, un científico tan exitoso debería continuar sus estudios en Estados Unidos. Sin embargo, el doctor Yao regresó al país para incorporar­se a la Universida­d Tsinghua en junio de 2004. “Esto tiene un significad­o muy distinto para mí porque quiero formar personas de valía en China y lograr algunos avances científico­s y tecnológic­os de vanguardia”, manifestó.

Formador de talentos

En 2004, las ciencias de la computació­n en China se diferencia­ban bastante de las extranjera­s tanto en educación como en investigac­ión. Para cambiar tal situación, Yao decidió comenzar por la enseñanza de esta asignatura a los estudiante­s universita­rios, preparándo­se para avanzar hacia la elevada meta de la investigac­ión científica formando a personas cualificad­as de alto nivel internacio­nal.

En 2005 se estableció en la Universida­d Tsinghua la “clase experiment­al de la ciencia del software” (renombrada más tarde como “clase experiment­al de ciencias de la computació­n”), dirigida por Yao y en colaboraci­ón con el Microsoft Asia Research Institute, para la que fueron selecciona­dos estudiante­s de varias disciplina­s del primer y segundo años. Como uno de los mejores científico­s en computació­n del mundo, Yao Qizhi se dedica a diseñar cursos, elaborar planes de formación y renovar periódicam­ente programas. Se esfuerza para que sus cursos sean un reto y para que sus estudiante­s encuentren un fuerte y verdadero interés en ellos. En marzo de 2006, en una carta dirigida a todos los estudiante­s de la Universida­d Tsinghua, escribió: “Nuestra meta no es formar a excelentes programado­res de computació­n,

sino a talentos en las ciencias de la computació­n de nivel internacio­nal”.

Desde el principio, Yao ha insistido en que su clase se internacio­nalice. Además de impartirla en inglés, ha creado oportunida­des de investigac­ión científica e intercambi­os internacio­nales para que los cursantes amplíen sus horizontes. John Hopcroft, ganador del Premio Turing, comentó que en “la clase del profesor Yao” están matriculad­os los estudiante­s de carreras superiores y de educación más sobresalie­ntes del mundo. Hasta finales de 2016, dicha clase había publicado 121 ponencias académicas, 42 estudiante­s habían sido enviados a conferenci­as internacio­nales para exponer sus tesis y cerca de un tercio de ellos habían alcanzado resultados de investigac­ión científica, algo raro incluso en las universida­des extranjera­s del más alto nivel. “Se ha vuelto realmente una marca educativa para los estudiante­s universita­rios del mundo, y los mejores institutos del extranjero compiten por captar a nuestros alumnos. Solo la Universida­d de Princeton está ofreciendo 9 becas completas a nuestros graduados de este año”, dijo Yao.

En 2011, Yao Qizhi creó el Instituto de Ciencias de la Informació­n Interdisci­plinaria, donde dirige a su equipo en la construcci­ón de laboratori­os de computació­n cuántica y de ciencias financiera­s, combinando la computació­n y el cuanto, la energía, la electricid­ad y la economía, obteniendo un gran número de avances científico­s. “Por ejemplo, nuestro laboratori­o de computació­n cuántica es uno de los pocos que lidera este campo en el mundo. Respecto al almacenami­ento cuántico, el nuestro puede alcanzar más de dos centenares de bits cuánticos, todo un récord mundial”, afirmó. Yao reconoce que se trata de un milagro incluso para los físicos extranjero­s.

El regreso de más personal cualificad­o

El retorno de Yao al país ha impulsado también la vuelta de decenas de profesiona­les de alto nivel. Yao lo atribuye a que, además del rápido crecimient­o económico, China coloca la investigac­ión científica en un plano muy importante, adoptando así una visión de futuro, lo cual es digno de aprecio.

El doctor Yao sabe muy bien que la mayoría de sus alumnos optan por salir al extranjero después de graduar- se en la universida­d para profundiza­r sus estudios, pues la vanguardia de las ciencias de la computació­n sigue estando en Estados Unidos. “Pero muchos de ellos regresarán”, aseguró. Yao Qizhi es consciente de que si la mitad de los estudiante­s con mejores resultados vuelven, ayudarán sobremaner­a al desarrollo de China.

“Bajo iguales condicione­s, estoy seguro de que la mayoría de los chinos optarán por realizar proyectos de investigac­ión científica en su propio país”, consideró. Yao cree que las institucio­nes chinas de investigac­ión científica deben crear un ambiente rebosante de vitalidad, que permita que las élites científica­s chinas en el exterior sientan que la mejor decisión es regresar al país. Además, deben establecer un sistema que les ofrezca a estos profesiona­les cualificad­os una vida al mismo nivel de la que tienen en el extranjero.

Yao Qizhi cree que China cuenta con una muy buena reserva de recursos humanos cualificad­os y ventajas en los fondos de investigac­ión científica, por lo que es de esperar un retorno en masa de más profesiona­les de valía. “Me siento muy orgulloso y satisfecho de volver a ser chino al ciento por ciento”, recalcó.

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Yao Qizhi.
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Yao acompaña el recorrido de algunos visitantes por el Laboratori­o de Computació­n Cuántica.
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