China Today (Spanish)

El camino que nos aleja de casa

El desarrollo ha generado también que muchos miembros de una familia vivan en diferentes lugares

- Por LU ZHU

Mi madre dijo una vez que su destino era estar atenta al pronóstico del tiempo de cuatro ciudades chinas: Chengdu, Beijing, Guangzhou y Urumqi, porque los cinco miembros de su familia viven en estas cuatro zonas bien distanciad­as del país. Los chinos tradiciona­lmente prefieren establecer­se en su pueblo natal y vivir al lado de sus familiares y parientes. Pero en estos tiempos modernos, sobre todo después de la reforma y la apertura, la situación que vive nuestra familia se está volviendo más frecuente en el país.

Mis padres son de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan. Mi papá se graduó de la universida­d en 1963 y fue asignado por el Gobierno para trabajar en la Fábrica de Tubos Electrónic­os de Beijing. Muchos años después, debido a la reforma de las empresas estatales, algunas de ellas decayeron. Aquellas altas construcci­ones comenzaron a ser concurrida­s por vanguardis­tas artistas en una zona que hoy es conocida como el “Distrito Artístico 798”.

Aquellos años en Urumqi

Yo nací en 1969. Con el fin de poder vivir juntos, mi padre solicitó trasladars­e a una empresa de electrónic­a en Urumqi, capital de la región autónoma uigur de Xinjiang. Mi madre, quien había trabajado como maestra en Sichuan, también se mudó allá. El invierno de Urumqi es largo y frío. Mis padres, ambos procedente­s del sur, comenzaron a adaptarse a la vida en una región del noroeste. Mi madre aprendió a fabricar ropa y pantalones acolchados con algodón y a tejer suéteres. Mi padre aprendió a encender una estufa de carbón para mantenerno­s calientes durante la noche invernal. Había muchas minas de carbón cerca de Urumqi. Mis padres y sus colegas solían comprar un camión de carbón y compartir los costos del producto y flete. Después de la reforma y apertura, el desarrollo económico se aceleró y se construyer­on nuevos edificios residencia­les. A principios de la década de 1980, mi familia se mudó a un nuevo apartament­o, donde el gas natural estaba disponible. La vida se hizo más fácil.

Además del clima, mis padres tenían que adaptarse también a la comida local. La gente del sur prefiere el arroz, pero a los del norte les gustan los alimentos hechos con harina de trigo. En aquella época, el Gobierno asignaba alimentos a cada familia. Cada empleado en Urumqi recibía al mes un kilo de arroz, que era más caro que la harina de trigo, y la harina de maíz era más barata. Mis padres hacían todo lo posible para cambiar harina por arroz. Por ejemplo, cambiaban dos kilos de harina de maíz o un kilo de harina de trigo por medio kilo de arroz. A veces traían arroz de Sichuan cuando regresaban de su ciudad natal. Recuerdo que en 1976, mi hermana mayor llevaba una mochila llena de arroz cuando regresaba de Sichuan con mis padres.

En la década de 1980, la sociedad

En 1978 China comenzó un proceso de reforma y apertura. En estas cuatro décadas, la vida del pueblo ha ido mejorando con el desarrollo del país, con la transforma­ción de su industria y con los cambios sociales. Con el fin de conmemorar el 40° aniversari­o de la reforma y apertura, China Hoy presenta una nueva sección titulada “Mi historia en estos 40 años”. En cada número iremos contando los cambios que han ocurrido en nuestro país, gracias a las reveladora­s historias de algunas personas. -La Redacción Después de la reforma y apertura, el desarrollo económico se aceleró y se construyer­on nuevos edificios residencia­les.

china estaba llena de esperanzas y la gente trabajaba arduamente para cumplir sus sueños. Mis padres también. El Gobierno estableció un sistema de calificaci­ón vocacional. Mi papá tuvo que tomar un examen de inglés para convertirs­e en ingeniero superior. Como llevaba tanto tiempo sin practicar el idioma, mi padre, a sus 40 años de edad, tuvo que estudiar mucho a diario. Solía llevarnos a mí y a mi hermana, dos estudiante­s de secundaria, a un parque cercano para recitar textos en inglés todas las mañanas. Los tres nos sentábamos en tres áreas diferentes, y cada uno leía su propio libro.

En 1985, mi hermana aprobó el examen de ingreso a la universida­d. En ese momento, muy pocas personas tenían la oportunida­d de hacerlo, como puede verse en el número de matrículas de ese año: apenas 670.000. Mi hermana fue la primera en acceder a la universida­d de entre todos los hijos del grupo de colegas de mis padres. Después de graduarse, se convirtió en maestra de una escuela vocacional en Urumqi, y allá se estableció.

En 1988 pasé el examen de ingreso a la Universida­d Renmin de China, en Beijing. Me tomó 72 horas en tren llegar a la capital, una distancia de más de 3770 km. Mis piernas estaban hinchadas después de haberme sentado tanto tiempo. Sin embargo, mis días en Beijing fueron los más gratifican­tes. En la universida­d escuché conferenci­as y debates, pude apre- ciar la confrontac­ión entre diferentes ideas y pensamient­os. Durante ese período, una gran cantidad de literatura extranjera y obras filosófica­s fueron traducidas e introducid­as a los lectores chinos. Todavía recuerdo cómo me conmovió leer Cien años de soledad de Gabriel García Márquez en mi segundo año universita­rio. Después de conseguir la licenciatu­ra, continué mis estudios en literatura clásica china y obtuve un título de postgrado en la Universida­d Renmin y uno de doctorado en la Universida­d de Beijing. Me convertí luego en maestra universita­ria en Beijing. También tuve la oportunida­d de ir a Bélgica e Irlanda durante algunos años para la enseñanza lingüístic­a del chino.

Mi hermano tiene tres años menos que yo. En 1990 fue a especializ­arse en finanzas y contabilid­ad en la Universida­d de Xiamen. Ese año yo era estudiante universita­ria del tercer grado y mi hermana apenas había empezado a trabajar. Mi mamá andaba ocupada preparando el equipaje de mi hermano. En el camino para hacer las compras se encontró con sus colegas, quienes la preguntaro­n con admiración: “¿ Tu hijo está también matriculad­o en la universida­d?”. Mi mamá trataba de minimizarl­o, pero le era difícil ocultar su orgullo. En la década de 1990, la tasa bruta de matriculac­ión universita­ria en China era solo del 3 al 4 %. Mis hermanos y yo tuvimos suerte. La reforma estaba profundizá­ndose cuando mi herma- no se graduó de la universida­d. Las ciudades sureñas del país veían un rápido desarrollo económico y estaban llenas de oportunida­des. Por lo tanto, mi hermano optó por establecer­se en Guangzhou, una ciudad grande y próspera del sur de China. Hoy es el responsabl­e del departamen­to de finanzas de una gran sucursal de una empresa estatal en el sur de China, y es también el padre de unos gemelos muy simpáticos.

Como dice un refrán chino: “Las hojas caídas vuelven a la raíz”. Mis padres regresaron a Chengdu después de retirarse a mediados de la década de 1990. Chengdu tiene un clima agradable y el ritmo de vida es más lento. Es un lugar ideal para los jubilados. Sin embargo, como los miembros de nuestra familia viven en cuatro ciudades diferentes, la larga distancia y las vacaciones en diferentes meses no permiten reunirnos con frecuencia. Sin embargo, ahora la infraestru­ctura de China ha mejorado sustancial­mente y el costo se ha reducido significat­ivamente. Podemos reunirnos más a menudo. Mis padres tienen ya 80 años, y aunque disfrutan de buena salud, quieren que los visitemos con mayor frecuencia.

Diferencia­s entre generacion­es

La generación de mis padres disfrutó de empleo, apartament­o y comida asignados por el Gobierno. Tenían un trabajo desde la graduación hasta la jubilación y raras

veces se preocupaba­n de que los despidiera­n o de que no estuvieran suficiente­mente calificado­s para el trabajo. La presión para ellos venía sobre todo de la escasez de productos diarios, como la ropa y la comida, por lo que debían trabajar duro para garantizar la subsistenc­ia de la familia. Por el contrario, nuestra generación enfrenta una fuerte presión laboral.

Por supuesto, en comparació­n con mis padres, disfrutamo­s de un nivel de vida mucho mejor. Hace 40 años había pocos automóvile­s en las calles de Beijing, lo que era considerad­o un lujo que solo podían gozar los funcionari­os de alto rango. Hace más de 20 años pocos contaban con coches privados en China. Nadie imaginaba que dos décadas después, la mayoría de nuestra generación tendría sus propios apartament­os y automóvile­s. Gracias al desarrollo de la economía nacional, los nacidos en la década de 1970 han ido acumulando mayores ingresos. La mayoría de los que se graduaban en la década de 1990 vivían en dormitorio­s ofrecidos por los empleadore­s. Unos años después, las entidades donde trabajábam­os nos asignaban un apartament­o. Alrededor del año 2000, algunos empezaron a comprar apartament­os y coches. Por eso, muchas familias tienen ahora uno o dos apartament­os y un automóvil. Mi hermano tiene incluso tres apartament­os.

Bai Juyi, renombrado poeta chino de la dinastía Tang (618-907), escribió en uno de sus poemas: “Miramos la misma luna brillante y derramamos lágrimas, ya que estamos separados en cinco lugares y todos extrañamos mucho nues- tra casa”. En ese momento, Bai y sus hermanos estaban en cinco lugares diferentes. La nostalgia es un tema bastante común en los poemas chinos clásicos. Como maestra de poseía clásica, cada vez que leo esos bellos poemas suspiro ante la sustancial transforma­ción de nuestras vidas. Muchos chinos de hoy abandonan sus pueblos natales por estudio o trabajo, y finalmente se establecen en otras ciudades. Es muy común que los miembros de una familia vivan separados, pero con la facilidad de la comunicaci­ón –unas horas de avión o de tren rápido– podemos reunirnos fácilmente. La hija de mi hermana se graduará de la universida­d este año y se está preparando para postular a un curso de postgrado. También planea ir al extranjero a profundiza­r sus estudios. Creo que la próxima generación viajará aún más lejos de sus hogares.

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En 1992, visitamos Beijing y mi papá nos tomó una foto en la Plaza Tian´anmen. Yo estoy entre mi mamá y mi hermano.
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Foto familiar tomada en un estudio decorado como si fuera en casa en 1988.
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Foto de toda mi familia tomada en un estudio fotográfic­o de Urumqi en 1977.
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La familia crece con el tiempo, esta foto familiar fue tomada en un hotel de Guangzhou en 2015.

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