Mantener la conexión con China
Hoy en Uruguay se trabaja intensamente para facilitar la participación de empresas chinas de primera línea en el Plan Nacional de Inversión en Infraestructura 2015–2020, que comprende obras en áreas como transmisión y distribución de electricidad, redes ferroviarias, carreteras, puertos, plantas de tratamiento de agua, construcción de viviendas y centros educativos. También se fomenta el entendimiento mutuo sobre los mecanismos de cooperación financiera que son el soporte natural de esta fértil asociación económico-comercial.
Con una nueva política migratoria que busca atraer a más estudiantes, turistas y empresarios chinos, la Embajada de Uruguay en Beijing prepara los festejos por el 30.º aniversario de las relaciones diplomáticas, buscando generar visitas del más alto nivel político e intercambios deportivos y culturales de la mayor calidad. Estas primeras tres décadas de amistad se han construido con el trabajo de muchas mujeres y muchos hombres de China y de Uruguay, que han dado lo mejor de sí para generar la confianza mutua que hoy existe.
En 1964 un grupo de jóvenes dirigentes políticos uruguayos visitó la República Popular China manteniendo encuentros con las más altas autoridades. Entre esos jóvenes se encontraba José Mujica, presidente de Uruguay de 2010 a 2015, y Reinaldo Gargano, ministro de Relaciones Exteriores designado en 2005.
Una década después, mientras mi país estaba dominado por una dictadura militar, la familia Roveta se radicó en Beijing con sus hijos, conformando el “exilio uruguayo en China”. En esa misma época, un también joven Enrique Iglesias se reuniría con el vicepresidente chino Gu Mu, en una misión encomendada por el secretario general de las Naciones Unidas.
Sería el retorno de Uruguay a su más fiel tradición democrática la que llevaría al Gobierno a tomar una decisión de carácter histórico que hoy celebramos. Fue tal vez la invitación a China a la Reunión Ministerial de Punta del Este del Acuerdo General Sobre Aranceles y Comercio (GATT, siglas en inglés) que inició la Ronda Uruguay, la más clara voluntad del Uruguay democrático de establecer relaciones diplomáticas con el Gobierno de Beijing.
Una agenda común
En febrero de 1988 se dio el paso histórico, de la mano del canciller Enrique Iglesias y el embajador Barrios Tassano ( que luego sería canciller también), y poco después el embajador Guillermo Valles inauguraría la sede diplomática en la capital china. Ese mismo año el entonces presidente, Julio María Sanguinetti, se entrevistó durante más de una hora y media con Deng Xiaoping. La profundidad de esa charla le sería recordada una década después cuando visitara nuevamente China y mantuviera audiencia con Jiang Zemin.
Todos los presidentes del Uruguay democrático han visitado China. Sanguinetti ha expresado que el relacionamiento con China “ha sido uno de los episodios más relevantes de la política exterior de nuestra república”. Lacalle, en un reciente libro publicado sobre China, subraya que “un gran cambio de juego está en marcha. Se abre un nuevo abanico de posibilidades para las naciones de América Latina. Hay que saber aprovecharlas”.
Jorge Batlle desarrolló una amistad profunda con Jiang Zemin. Batlle manifestó que existe una voluntad del Gobierno chino de colaborar con el Gobierno de Uruguay. “Es hora de que nos pongamos todos a organizar nuestra presencia en ese lejano país”.
José Mujica es el que más veces ha repetido la importancia de acercarnos a China en las Cumbres del Mercosur, la Unasur y la CELAC. Porque Mujica y el Uruguay todo, ven a China como un factor que nos invita a pensar en grande y favorece los ideales de integración regional que para el Uruguay artiguista no solo son visiones sino también preceptos constitucionales.
Pero es el presidente Tabaré Vázquez el arquitecto indudable de la Asociación Estratégica actual basada en la construcción de las tres décadas anteriores que apunta hoy a la elevación mediante la multidimensionalidad de los trabajos y, por ende, a la integralidad. Ningún presidente uruguayo ha visitado tantas veces China y ha viajado a tantas provincias, creando un legado diplomático que habrá de seguirse construyendo. En su último encuentro con el presidente Xi expresó su firme voluntad de “comenzar a mirar al Oeste chino” y seguir construyendo una agenda que asegure el desarrollo sostenible de ambos pueblos.