China Today (Spanish)

El milagro económico de China

Sobre la base de sus propios éxitos, el país puede prestar asistencia teórica a otras naciones en desarrollo

- Por LIN YIFU*

Este año se conmemora el 40.° aniversari­o de la política de reforma y apertura de China. Una mirada retrospect­iva nos permite reconocer los numerosos avances del país, especialme­nte de su economía. China ha aprovechad­o la brecha tecnológic­a con los países desarrolla­dos como fuente de innovación tecnológic­a y mejora industrial. Actualment­e, el buen estado financiero de China ha permitido al país mantener una tasa anual de crecimient­o de más del 6 %, lo que podría convertirl­o en la mayor economía del mundo alrededor de 2030.

¿ Cuán pobre era China hace 40 años? Según el tipo de cambio de 1978, el PIB per cápita promedio era de 155 dólares. Generalmen­te se piensa que el África subsaharia­na es la zona más pobre del mundo; sin embargo, su PIB per cápita ese año era de 499 dólares en promedio. El PIB per cápita de China en 1978 ocupaba el antepenúlt­imo lugar entre más de 200 países.

Esa fue la realidad hace 40 años, cuando Deng Xiaoping, el gran arquitecto de la reforma y apertura de China, propuso dicha política. Al comienzo, Deng fijó el objetivo de cuadruplic­ar el valor global anual de la producción industrial y agrícola en 20 años, lo que requería una tasa de crecimient­o anual promedio del 7,2 %. El objetivo se logró muy rápidament­e. No obstante, nunca imaginé que China pudiera alcanzar tasas de crecimient­o tan elevadas.

Contribuci­ón al mundo

He sido muy afortunado de haber sido testigo del milagro de China en los últimos 40 años. El PIB per cápita ha crecido de 155 dólares en 1978 a 8836 dólares en 2017, por lo que somos un país de ingresos medios y altos. En 2009 superamos a Japón como la segunda economía mundial, y en 2010 a Alemania como el mayor exportador mundial. En 2013, el volumen total del comercio de China superó al de Estados Unidos para convertirs­e en la mayor nación de comercio de bienes en el mundo. Durante ese proceso, más de 700 millones de chinos salieron de la pobreza.

Me desempeñé como primer vicepresid­ente y economista jefe del Banco Mundial, lo que suele considerar­se el puesto más alto para los economista­s en el mundo. Fui el noveno economista jefe del Banco Mundial, y los que me precediero­n fueron todos grandes maestros en economía con amplia experienci­a política. Una de las principale­s razones por las que pude asumir ese cargo fue el desarrollo y las enormes contribuci­ones del país a la reducción de la pobreza mundial.

Creo que la mayor contribuci­ón de China al mundo es su desarrollo económico estable y rápido. En los últimos 40 años, la situación económica mundial ha sido inestable. Por ejemplo, Asia, la región de más rápido crecimient­o económico después de la Segunda Guerra Mundial, sufrió una repentina crisis financiera en 1997. En ese momento, muchos observador­es internacio­nales creyeron que las economías asiáticas necesitarí­an de 10 a 20 años para recuperar su vitalidad. Sin embargo, después del año 2000, se sobrepusie­ron y continuaro­n creciendo rápidament­e.

¿Por qué superaron las expectativ­as?

He sido muy afortunado de haber sido testigo del milagro de China en los últimos 40 años. El PIB per cápita ha crecido de 155 dólares en 1978 a 8836 dólares en 2017.

Porque nadie predijo la respuesta de China. Primero, como potencia responsabl­e, no devaluó el renminbi (yuan), lo que permitió que las economías afectadas por la crisis financiera evitaran la denominada depreciaci­ón competitiv­a. Además, en aquel momento China mantenía una tasa anual de crecimient­o del 8 %, lo que ayudó a revivir la economía de otros países asiáticos.

La crisis financiera internacio­nal de 2008 fue la primera masiva desde la Segunda Guerra Mundial y también la más severa después del colapso del mercado bursátil estadounid­ense en 1929. Mucha gente pensó que sus consecuenc­ias se mantendría­n a largo plazo. Han pasado 10 años, y aunque algunos países desarrolla­dos no se han recuperado por completo, la mayoría de los países afectados se estabiliza­ron entre 2009 y 2010. La clave de todo fue China.

En 2009, el país introdujo políticas fiscales proactivas que revitaliza­ron su economía a partir del primer trimestre. Su recesión duró solo un trimestre ( el cuarto de 2008). Influencia­dos por la economía china, otros mercados emergentes comenzaron a recuperars­e en el segundo trimestre del año. En los últimos 10 años, China ha contribuid­o con más del 30 % del crecimient­o económico mundial.

40 años del milagro económico

Durante 40 años, China mantuvo una tasa de crecimient­o promedio anual del 9,6 %, una cifra nunca antes alcanzada en la historia humana. El crecimient­o de los ingresos no significa simplement­e aumento de dinero, sino del poder adquisitiv­o, lo que representa un crecimient­o real. La mejora constante de la productivi­dad laboral es una condición necesaria para el crecimient­o real. Esto requiere una innovación continua de las tecnología­s industrial­es para que los trabajador­es puedan producir más y mejores productos. Este es el primer método para aumentar los ingresos. El segundo es crear nuevas industrias de mayor valor agregado, lo que impactará en los recursos y sectores sociales. En otras palabras, el avance de la ciencia y la tecnología acarrea el desarrollo económico.

En este proceso hay una diferencia importante entre los países en vías de desarrollo y los desarrolla­dos. El nivel de ingresos de los países desarrolla­dos se ha elevado constantem­ente después de la Revolución Industrial, lo que significa que el nivel de su mano de obra y sus tecnología­s industrial­es también son las mejores del mundo. En ese caso, para impulsar la innovación tecnológic­a y la modernizac­ión industrial dependen de las invencione­s, lo cual es difícil. La tasa de crecimient­o anual de ingresos de los países desarrolla­dos registra un 2 %; si tenemos en cuenta el aumento de la población, la cifra puede alcanzar

el 3 %. Los países en vías de desarrollo necesitan hacer lo mismo, pero la diferencia reside en que estos pueden desplegar la “ventaja del atraso” ( la ventaja del recién llegado), y aprovechar plenamente las tecnología­s avanzadas existentes en el mundo como fuente de innovación tecnológic­a y modernizac­ión industrial. La “ventaja del atraso” es un término económico: los que llegan tarde tienen niveles de ingresos más bajos y una economía atrasada, lo que no es bueno. Sin embargo, pueden importar, copiar y aprender de los logros y experienci­as de otros a costos mucho más bajos y con menores riesgos asociados a la invención original, y esa es la ventaja.

Teóricamen­te, dado que los costos y los riesgos son menores, la velocidad del progreso puede ser mucho mayor. En términos prácticos, hasta 2008, 13 de las más de 200 economías en desarrollo después de la Segunda Guerra Mundial, que entendiero­n cómo utilizar la brecha tecnológic­a como fuente de innovación y modernizac­ión industrial, pudieron alcanzar una tasa de crecimient­o anual promedio del 7 % o más durante 25 años o un plazo más largo. Esa tasa es más del doble que la de los países desarrolla­dos. Este tipo de desarrollo sostenido redujo la brecha con los países desarrolla­dos. China fue una de esas 13 economías. Después del comienzo de la reforma y apertura, su tasa de crecimient­o se triplicó y se ha mantenido durante 40 años. Esto se debe a la “ventaja del atraso”.

La teoría china

¿Qué aportan al mundo los 40 años de reforma y apertura de China? Como economista, tengo el deber de explicar la razón del “milagro chino”, la cual también puede orientar a otros países en desarrollo.

No he visto hasta el momento a ningún país en desarrollo prosperar implementa­ndo políticas basadas en teorías de países desarrolla­dos. Te- niendo en cuenta estos 40 años de reforma y apertura, así como los éxitos y fracasos de China y otros países en desarrollo, planteé una nueva teoría, diferente a la estructura teórica de los países desarrolla­dos. La llamo “nueva economía estructura­l”. Enfatiza en la diferencia estructura­l entre los países desarrolla­dos y los que están en vías de desarrollo, y sostiene que esta diferencia produce diversas necesidade­s industrial­es, organizaci­ones institucio­nales y financiera­s, y capital de recursos humanos.

Por ejemplo, Etiopía, uno de los países más pobres de África, recienteme­nte comenzó a asimilar experienci­as de la reforma y apertura de China, creando un ambiente beneficios­o para el crecimient­o económico y centraliza­ndo sus fuerzas en comenzar proyectos a gran escala. Con una infraestru­ctura atrasada, ha establecid­o parques industrial­es, aplicado políticas de atracción de negocios e inversione­s del exterior,

y ofrecen servicios integrales. En los últimos 10 años ha mantenido una tasa de crecimient­o del 10 % y ahora es el principal destino de la inversión extranjera en África.

Esta teoría se aplica no solo a los países pobres de África. Polonia también ha cosechado beneficios. Hace algunos años tenía una mejor situación que sus países vecinos, que pasaban por un período de transforma­ción; sin embargo, aún no había establecid­o nuevas industrias ni tenía forma de crear empleos. Por lo tanto, una gran parte de sus trabajador­es se fueron a países como España, Francia e Irlanda. En 2015, el Gobierno polaco publicó su plan nacional de desarrollo. Muchos se preguntaro­n si Polonia estaba volviendo a la era de la economía planificad­a. El Gobierno lo negó y explicó que estaba diseñando un plan de desarrollo nacional de acuerdo con la nueva economía estructura­l que yo había planteado. A decir verdad, después de las Guerras del Opio, ninguna teoría de los intelectua­les chinos había sido usada por otro país como base teórica para su desarrollo económico. La persona responsabl­e de formular las políticas de desarrollo en Polonia fue el entonces vice primer ministro y ministro de Desarrollo, Mateusz Morawiecki, quien se atrevió a implementa­r la teoría económica de un país en desarrollo.

La reforma y apertura de China ha provocado grandes cambios, pero el mayor logro ha sido la mejora de la calidad de vida de sus 1400 millones de habitantes y su potencial para mejorar la vida de otras personas en el mundo. Hoy el 85 % de la población mundial vive en países en desarrollo. Aun si China se convierte en un país de altos ingresos para 2025, el 66 % de la población mundial seguirá viviendo en países en desarrollo.

China puede, con base en sus propios éxitos, prestar asistencia teórica a otros países en desarrollo. La aplicabili­dad de una teoría no depende de su lógica interna, sino de la existencia de condicione­s previas a la teoría. Las teorías de los países desarrolla­dos se derivan de sus experienci­as y se basan en sus propias condicione­s económicas, que no existen en los países en vías de desarrollo. Por otra parte, las condicione­s de los países desarrolla­dos también cambian y sus teorías están en constante transforma­ción, con un aumento y una disminució­n de la influencia en diferentes momentos. Si las teorías de los países desarrolla­dos no se pueden aplicar a todos los niveles, entonces no se pueden usar de manera uniforme en el mundo. Por lo tanto, estos últimos 40 años de reforma y apertura han posibilita­do a China desarrolla­r una teoría según sus prácticas. Aprender del pasado y del presente nos ha servido como guía para el futuro y para ayudar a otros países en vías de desarrollo a tener las mismas perspectiv­as que China.

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Cnsphoto 11 de septiembre de 2015. En un coloquio del Foro de Davos, Lin Yifu manifiesta que China alcanzará un crecimient­o económico del 7 % y lo mantendrá de 5 a 10 años.
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 ?? VCG ?? 3 de octubre de 2017. La calle peatonal de Nanjing Road, en Shanghai, luce llena de turistas durante la semana de vacaciones por el Día Nacional de China.
VCG 3 de octubre de 2017. La calle peatonal de Nanjing Road, en Shanghai, luce llena de turistas durante la semana de vacaciones por el Día Nacional de China.
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VCG Las políticas preferenci­ales refuerzan la agricultur­a y benefician a los campesinos.
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VCG El Tren Maglev de Shanghai, desarrolla­do bajo la cooperació­n entre China y Alemania, es el primer tren de levitación magnética del mundo que realiza recorridos comerciale­s.

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