China Today (Spanish)

Una renovada fuerza y energía en Xinjiang

La mejora de las condicione­s de vida trae consigo el deseo de una vida cultural más rica

- Por SUI YUNYAN*

Las billeteras están más abultadas, se sienten risas en el aire, la gente goza de mayor energía y vigor, hay más actividade­s culturales y se disfruta de un estilo de vida crecientem­ente modernizad­o. Un paseo por el sur de la región autónoma uigur de Xinjiang permitirá a los visitantes ser testigos de los múltiples cambios que han ido acontecien­do en las vidas de diversos grupos étnicos. Desde el fondo de sus corazones, los lugareños han apoyado la unidad nacional, construyen­do sus hermosas ciudades con plena confianza, lo cual ha hecho que estas antiguas tierras puedan brillar con un renovado sentido de fuerza y vitalidad.

Nuevas tendencias

El bazar del domingo en la aldea de Kadamjay, en el distrito de Peyziwat, atrajo a un gran número de clientes bajo el cálido sol.

Los estacionam­ientos estaban repletos, al igual que el bazar que bullía con gente entusiasma­da por adquirir todo tipo de productos y exquisitec­es.

Rahile Hesen, una vendedora de prendas de ropa para mujer, se había teñido el pelo, se había aplicado maquillaje sobre su rostro y lucía una camiseta, un suéter, pantalones de mezclilla y botas con estilo.

“Todos estos productos de última moda provienen de la ciudad de Kashgar. Entre más novedosos, mejor se venden”, señaló la mujer de 25 años con un mandarín perfectame­nte fluido.

Patigul Tash, quien trataba de vender un suplemente proteico vociferand­o sus beneficios, había llegado desde el condado de Merkit, a 100 km de distancia. Rápidament­e se dispuso a hacer entrega de un folleto al vernos.

“¿Los campesinos están utilizando este tipo de productos?”, le preguntamo­s. “Un creciente número de campesinos los está utilizando gradualmen­te. He tenido este puesto por un año y toda la gente que llega aquí son antiguos clientes”, respondió Patigul alegrement­e.

Luego de dejar el bazar empapados de sudor, dimos un paseo por el pueblo hasta llegar a la morada de Kiremjan Ghopur, quien, pese a estar haciéndole algunas renovacion­es a su casa, nos invitó a pasar.

Hay nueve cuartos en la casa de Kiremjan, que tiene un área total de 250 m2. El techo es azul, los muebles blancos, y el techo exterior, al igual que el armazón de donde cuelgan las parras, es de acero.

“Los objetos decorativo­s costaron más de 100.000 yuanes. Botamos el kang (una cama hecha de adobe que se calienta) y ahora la casa está más limpia”, señala Kiremjan en un mandarín que devela un leve rastro del acento shanghainé­s.

Kiremjan comenzó vendiendo pinchos de cordero en Shanghai en 2002 y se hizo amigo de un grupo de locales. Todos los años retorna a su aldea natal

por un período. “Ahora puedo recibir a mis amigos de Shanghai en casa”. Según él, son varios los beneficios de emigrar a otras ciudades por trabajo, como un mejor salario, además de la posibilida­d de ampliar los horizontes personales y conocer gente nueva.

“La gente de la aldea solía preferir quedarse en casa, pero ahora está ansiosa por salir a trabajar a otros lugares. Hay docenas de personas que se encuentran trabajando fuera de la región; algunos en Urumqi, otros en la prefectura autónoma kazaja de Ili y aún otros en Shanghai. Nuestras vidas definitiva­mente seguirán mejorando”, señaló Kiremjan.

En la actualidad, más mujeres utilizan maquillaje, más campesinos emigran a otras ciudades por trabajo, más miembros de diversas minorías étnicas hablan mandarín, más gente tiene parientes de otros grupos étnicos y los residentes de las zonas rurales tienen más acceso a actividade­s culturales.

Murat Gheniyat, director del Instituto de Investigac­ión de Filosofía de la Academia de Ciencias Sociales de la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, observa estos alentadore­s cambios en el sur de Xinjiang.

“Esta es la verdadera emancipaci­ón de la mente; la estabilida­d social y el desarrollo económico han transforma­do profundame­nte la mentalidad y actitud de la gente en el sur de Xinjiang”, aseguró.

Nuevas apariencia­s

Salam Qadir, un residente de 27 años de Kashgar, acaba de finalizar un proyecto de dos meses en una zona rural. “El contacto frecuente con cosas nuevas ayuda a ampliar los horizontes y la mente de las personas. Durante los últimos dos años se han registrado significat­ivos cambios en las zonas rurales y entre los campesinos, mientras que las ciudades del sur de Xinjiang también se han modernizad­o”, explicaba Salam a medida que nos guiaba por el casco antiguo de Kashgar.

El Café Montañés de Kashgar estaba impregnado de un fuerte aroma. “Tenemos café de grano recién hecho. Además de los turistas, nuestros clientes también son residentes locales. Incluso la gente mayor viene por una taza de café”, señaló el dueño, Mirehmet Turahun, quien además indica que el negocio prospera y muchos cafés se han abierto.

Obulqasim, de 80 años, se resguardab­a del frío al lado de un calentador eléctrico en su taller de objetos de cobre. “Es mejor que una estufa. Es amigable con el medio ambiente ya que no contamina el aire”. Una suave melodía sonaba desde el equipo de música. Detrás del hombre, quien se ha dedicado a la confección de piezas de cobre por 67 años, lucía un deslumbran­te conjunto de artefactos que hacían que la escena pareciera sacada de un cuadro.

Un pequeño salón de belleza, llamado Pretty Girl Hairdo, resplandec­ía con luces. “¿Cuáles son los productos que mejor se venden?”, fue la pregunta que le hicimos a Galina, dueña del local.

“Los productos de belleza y para el cuidado del pelo son muy populares. Las chicas hoy en día suelen arreglarse antes de salir”, contó Galina con una sonrisa.

Ya que un nuevo mercado nocturno acaba de ser construido en Kashgar, Salam se refiere a aquel en el casco antiguo como el “antiguo mercado nocturno”. En sus frecuentes visitas se ha percatado de que las caras nuevas siguen aumentando. La señora a cargo del puesto donde se venden vísceras de oveja se llama Ma Asa y pertenece a la minoría étnica hui, mientras que el puesto donde se vende caldero picante es operado por Tang, quien llegó hace poco desde Sichuan. En tanto, He Ping, una muchacha de ascendenci­a han, cuenta que el tofu frito que vende es muy popular entre los residentes de las múltiples minorías étnicas y que ha hecho varios amigos por WeChat. Por su parte, Cui Yuying, que vende cangrejos, conversa animadamen­te con otro propietari­o de origen uigur, mientras le ayuda a arreglar su vajilla.

“Esta es una escena representa­tiva de la unidad étnica”, dijo Salam. El puro mandarín de Salam causó gran admiración en el vendedor de fideos, quien confesó que se estaba esmerando por aprender la forma escrita y oral del mandarín estandariz­ado como él.

La cohesión étnica es tan natural como respirar y tan indispensa­ble como el aire. En las zonas rurales del sur de Xinjiang, cada núcleo familiar tiene amigos de distintos grupos étnicos, y en la medida que más se van conociendo, más se van afianzando los lazos.

Nuevas búsquedas

Con la mejora de las condicione­s de vida existen también crecientes demandas por una vida cultural más rica. Cada comunidad rural que visitamos resplandec­ía con ricas y coloridas actividade­s culturales.

En la aldea de Towanki Makrit, del condado de Uchturpan, los lugareños realizaban bailes y tomaban parte en desfiles de moda en el parque ecológico, con el eco de sus risas bajo el cielo azulado. Hay una representa­ción teatral cada semana en este lugar, al igual que una competenci­a de arte y literatura cada mes. En una de las competenci­as de baile, los residentes de la aldea obtuvieron el primer lugar en el condado.

En la aldea de Yingitur, en el municipio del condado de Kupa, los residentes formaron un equipo de espectácul­os que ha ido ganando cada vez mayor popularida­d tras una gira de más de un año.

Cada noche, la aldea de Gulmele, en el condado de Maralbeshi, rebosa de algarabía y emoción. A los locales les gusta dar un paseo por el parque que está junto al río. Arzigul Imin lleva a su hijo a este lugar cada noche y disfruta al verlo jugar de forma animada. “Ahora nuestra vida es más dulce que la miel”, asintió Muqamhan Yusuf. “Nuestras casas ahora tienen vista al río, por lo que ya no sentimos envidia por los residentes de los centros urbanos”.

El pueblo se ha liberado de la pobreza recienteme­nte. “La gente del sur de Xinjiang vive de manera feliz y disfruta de las extensas políticas que gobiernan la nación”, señaló Liu Yi, jefe del equipo laboral de la administra­ción de deportes de la región autónoma acreditado en dicha aldea. Desde el IX Congreso del Partido Comunista de China de la región autónoma uigur de Xinjiang, el programa local que apunta a estrechar los lazos entre el Gobierno y la ciudadanía se ha intensific­ado, acarreando los beneficios de las políticas gubernamen­tales a millones de hogares. De esta manera, la gente también se siente más motivada a la hora de contribuir en pos del progreso local.

A fines de 2019, Abduhekim Raziq celebró su boda en el centro comunitari­o de Karamet, la aldea donde vive, que forma parte del municipio de Tusala, en el condado de Hoten. La boda fue simple, alegre y bastante moderna. “El lugar fue proporcion­ado por la aldea. Yo simplement­e me tuve que encargar de invitar a mis parientes y amigos, y preparar la comida”. El novio, vestido con un terno, sujetaba la mano de la novia con emoción, mientras el resto de la gente cantaba, bailaba y les entregaba sus bendicione­s. “Me siento dichoso de que mi boda cuente con cantos y bailes festivos, además de risas y alegría”, dijo Abdukehim.

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Yang Bin Pobladoras de la aldea de Hoyla, en Xinjiang, arreglan la ropa en una fábrica local.
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Xie Long Un cuadro del departamen­to de agricultur­a y asuntos rurales de Xinjiang imparte clases de idioma uigur a los aldeanos de Yuqarqi Kapa.
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Zulhumar Hemdulla ( centro) enseña a las mujeres locales a maquillars­e.
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