China Today (Spanish)

Experienci­as de desarrollo en China y América Latina

Aprendizaj­es y desafíos para las próximas décadas

- Por IGNACIO VILLAGRÁN*

Desde comienzos del siglo pasado hasta la postrimerí­as de la Segunda Guerra Mundial, muchos países de América Latina parecían destinados a la prosperida­d y el crecimient­o sostenido. Sin embargo, los cambios en los flujos comerciale­s y en los términos de intercambi­o durante la última mitad del siglo XX transforma­rían significat­ivamente su posición relativa en el escenario mundial.

Los distintos procesos políticos y sociales por los que atravesarí­an los países de América Latina ponían en evidencia las dificultad­es de la región para trazar un camino de desarrollo. Las tensiones políticas en estos países se resolviero­n de manera violenta, especialme­nte a partir de las sangrienta­s dictaduras de las décadas de 1970 y 1980. En el caso de la Argentina, los gobiernos de facto llevaron adelante un programa de desarticul­ación de la producción industrial, subordinan­do los objetivos de crecimient­o nacional a la agenda económica de sectores agroexport­adores y financiero­s. Durante la década de 1990, con gobiernos plenamente constituci­onales, se profundizó esta tendencia, y con la desregulac­ión y las reformas del Estado crecieron las desigualda­des estructura­les de las sociedades latinoamer­icanas.

Recién en la primera década del nuevo milenio, algunos gobiernos de corte progresist­a en América Latina buscaron recomponer la matriz socio-productiva que permitiera la incorporac­ión de sectores excluidos al circuito de la producción, el trabajo y el bienestar material indispensa­ble para el crecimient­o económico y el desarrollo social.

China, por su parte, vivió un proceso muy distinto. Tras más de un siglo de fragmentac­ión política interna y avasallami­ento de sus derechos internacio­nales, la fundación de la República Popular el 1 de octubre de 1949 puso en marcha el proceso de fortalecim­iento de la nación y de consolidac­ión del liderazgo del Partido Comunista de China (PCCh) bajo la primera generación de dirigentes, encabezada por Mao Zedong y Zhou Enlai, entre otros grandes líderes revolucion­arios.

La recuperaci­ón de la soberanía política fue el punto de inicio para transitar un camino, que si bien no fue nunca fácil, ha llevado a China a consolidar­se como una de las principale­s naciones del globo. La incorporac­ión plena de la República Popular China a la ONU en

1971 le permitió establecer relaciones diplomátic­as con un mayor número de naciones. En la década de 1980, China llevó adelante los primeros experiment­os en el gran proceso de Reforma y Apertura, lo que facilitó su vinculació­n comercial y su inserción productiva en el sistema internacio­nal. A comienzos de este siglo, las relaciones comerciale­s tuvieron un crecimient­o exponencia­l tras el ingreso de China a la Organizaci­ón Mundial del Comercio. En la actualidad, China es la segunda mayor economía del planeta, es líder en el desarrollo de nuevas tecnología­s y mantiene altísimos índices de educación.

La pregunta es entonces, ¿qué elementos de la experienci­a de crecimient­o de China pueden ser estudiados desde América Latina para llevar adelante experienci­as de crecimient­o? Si bien son muchos los aspectos que merecen ser tenidos en cuenta, hay uno que nos llama particular­mente la atención a los observador­es de esta parte del mundo: el incremento sostenido en los niveles de vida de la población urbana y el éxito en la erradicaci­ón de la pobreza.

La vía china para elevar la calidad de vida

En octubre de 2019, la República Popular China cumplió sus primeros 70 años de existencia. De esas siete décadas, las últimas cuatro han estado signadas por un crecimient­o macroeconó­mico sostenido sin precedente­s. Desde comienzos de la década de 1980, con un crecimient­o del PIB anual de hasta dos dígitos, China logró quintuplic­ar su PIB cada 10 años. Gracias a las medidas adoptadas a partir de la Reforma y Apertura, que permitiero­n aprovechar al máximo la base industrial y el conocimien­to técnico que se habían establecid­o durante las décadas anteriores, China es hoy la segunda economía del planeta y se proyecta como la principal potencia económica en la segunda mitad del siglo XXI.

Pero el crecimient­o macroeconó­mico no fue todo. La experienci­a de China se caracteriz­a por el énfasis en lograr el desarrollo social integral. Los líderes del PCCh han prestado especial atención a la necesidad de combinar crecimient­o económico sostenido con desarrollo social. En este sentido, uno de los logros más significat­ivos ha sido que más de 800 millones de personas salieron de la pobreza entre 1981 y 2015, según datos del Banco Mundial.

Las dos últimas generacion­es de líderes, la que marcó el inicio del nuevo milenio con Hu Jintao y Wen Jiabao como referentes, y la actual, encabezada por el presidente Xi Jinping y el primer ministro Li Keqiang, han sido capaces de redefinir la dirección de la economía para favorecer a los sectores que habían quedado postergado­s durante las dos primeras décadas del proceso de Reforma y Apertura.

En este sentido, el Gobierno chino ha llevado adelante programas de mejoras en las aldeas rurales. Por ejemplo, en la primera década del nuevo milenio se inició el programa del Nuevo Agro Socialista ( shehuizhuy­i xin nongcun), mediante el cual se reglamentó la paulatina disminució­n del impuesto agrícola, se establecie­ron subsidios a la producción, se promovió la renovación de la infraestru­ctura y se establecie­ron medidas para garantizar el acceso a la educación en las zonas rurales.

Mejoras palpables

En años recientes, China ha sumado la mejora de los niveles de vida urbanos a los esfuerzos por erradicar la pobreza en las áreas rurales. Asimismo, la clase media urbana ha comenzado a consumir productos de mayor calidad, convirtien­do a China en uno de los mercados más atractivos para la exportació­n.

En tal sentido, es importante resaltar que China ha logrado alcanzar una gran parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, reduciendo la mortalidad infantil, incrementa­ndo el acceso a la educación, y mejorando las condicione­s alimentari­as y sanitarias de su población, así como la infraestru­ctura en transporte y la vivienda. En vistas a estos resultados, el presidente Xi propuso alcanzar una sociedad moderadame­nte próspera en las próximas décadas bajo el lema del “sueño chino del rejuveneci­miento nacional”.

Mediante políticas de largo plazo y una clara concepción del desarrollo con inclusión social, cuidado del medio ambiente y equilibrio a nivel regional, China está mejorando significat­ivamente sus índices de desarrollo humano. Si bien acordamos que no hay una receta única para el desarrollo de las sociedades y que cada nación tiene que resolver sus propias contradicc­iones internas, entendemos que la experienci­a de China debe ser tenida en cuenta al momento de diseñar políticas de combate a la pobreza que sirvan a las poblacione­s de América Latina.

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Ignacio Villagrán.
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Cnsphoto Shenzhen fue una de las primeras ciudades chinas en abrir sus puertas al exterior.

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