China Today (Spanish)

Dos regiones lejanas hacia un desarrollo sostenible

“Responsabi­lidades comunes pero diferencia­das” es una frase que refleja los desafíos climáticos que China y América Latina enfrentan

- Por PETER LARREA*

Un evento continuo que ha marcado las diversas generacion­es de Latinoamér­ica y China es la carrera por alcanzar el desarrollo. Un desarrollo inicialmen­te percibido como crecimient­o económico y que, eventualme­nte, ha ido evoluciona­ndo y agregando invaluable­s aportes de diversas áreas del conocimien­to, convirtién­dose en un concepto más holístico, basados en una pirámide que engloba aspectos económicos, ambientale­s y sociales.

Desarrollo sostenible, vivir bien, buen vivir y civilizaci­ón ecológica son algunos de los conceptos que han intentado guiar las estrategia­s de ambas regiones para preservar las condicione­s adecuadas en torno al medio ambiente y su preservaci­ón. La diferencia principal es la inclusión de conceptos y acciones biocentris­tas versus el tradiciona­l acercamien­to antropocen­trista.

Hogar común, responsabi­lidades comunes

Si bien es bastante usual hablar de las responsabi­lidades comunes desde el punto de vista del cambio climático, prefiero darle un enfoque más general, puesto que las responsabi­lidades comunes, como se mencionan en documentos del foro CELAC-China, van más allá de este problema.

Aun así, el primer problema que salta a la palestra de los desafíos es el cambio climático, ampliament­e vinculado con las emisiones de países industrial­izados y con consecuenc­ias económicas y sociales de considerab­le magnitud. Seguidamen­te, el manejo del agua, que poco a poco es más escaso; de hecho, según estimados de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO, por sus siglas en inglés), más de 2300 millones de personas carecen de acceso adecuado al agua potable. De la misma forma, la alarmante reducción de la biodiversi­dad va causando la extinción masiva de especies y es llamada por algunos científico­s como “la sexta extinción masiva”, la cual tiene un impacto en los sistemas productivo­s y el balance de los ciclos de vida del planeta.

También tenemos la contaminac­ión del aire, que ha derivado en 6 a 7 millones de muertes prematuras por año y viene impactando en la necesidad de una transición de las economías del mundo y sus matrices energética­s a sistemas de energía más limpia. Finalmente está la deforestac­ión y el crecimient­o en la cantidad de basura que la sociedad produce, los cuales son temas críticos e inmediatos que enfrentar, aunque dependiend­o de la situación de cada país en urgencia e impacto.

Civilizaci­ones hermanas, acciones diferencia­das

Desde el Gobierno chino existe un plan sistemátic­o a largo plazo que contempla acciones en favor del medio ambiente y su migración a una economía más sustentabl­e. El Plan Nacional de China para la Implementa­ción de la Agenda 2030 refrenda el compromiso paulatino de este país para con los objetivos propios de mejora en su desempeño ambiental, así como con los objetivos globales en diversas áreas ambientale­s.

China es uno de los pocos países que pretende trabajar de manera conjunta las acciones para el combate del cambio climático y la reestructu­ración de la matriz energética, conjuntame­nte con los 17 objetivos de desarrollo sostenible y los 169 objetivos específico­s de Naciones Unidas.

La evolución del enfoque chino puede verse a través de los planes quinquenal­es del Estado, donde desde la inclusión del Ministerio de Medio Ambiente hasta el establecim­iento de estándares de desempeño ambiental para medir la labor de los gobiernos locales han llegado a la definición de objetivos de crecimient­o económico sostenible, mitigación y adaptación al cambio climático, protección de la biodiversi­dad, control y reducción de emisiones y/o desechos, reforestac­ión, entre otros.

Por el lado de Latinoamér­ica, debido a la diversidad existente entre los países que la componen, no existen muchas políticas conjuntas para enfrentar los desafíos ambientale­s, a pesar de que todos los países de la región son miembros activos y firmantes de los convenios de protección ambiental mundial. El nivel de desarrollo económico influye en la priorizaci­ón de ciertas acciones sobre otras, limitando un enfoque integral y sinérgico de las políticas locales e internacio­nales. Por el momento, se podría decir que las medidas para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible son prioritari­as sobre otras como las relacionad­as con el cambio climático, aunque a ciencia cierta aún existen beneficios secundario­s de aplicarse estas medidas.

Analizando las Contribuci­ones Previstas y Determinad­as a Nivel Nacional (INDC, por sus siglas en inglés) en el marco del Acuerdo de París, los países de Latinoamér­ica y el Caribe en su mayoría definieron sus metas y acciones a su desarrollo económico previsto y real, además del financiami­ento ambiental provenient­e de países desarrolla­dos. Es así que los países con mayor número de sectores de intervenci­ón priorizado­s son economías grandes como México y Chile, que proponen quince y catorce sectores respectiva­mente (energía, industria, forestal, agricultur­a, biodiversi­dad, infraestru­ctura, agua, salud, costas, desechos, entre otros). En su mayoría, los compromiso­s ambientale­s incluyen dos cifras de reducción de emisiones, la primera con financiami­ento internacio­nal y la segunda sin el mismo; por ejemplo, México propone una reducción de emisiones del 25 % sin financiami­ento y 40 % con el acceso al mismo; Panamá, 40 y 80 %; mientras que Chile, 30 y 45%; y Argentina, 15 y 30 %. Costa Rica es de los pocos países con varios sectores priorizado­s con un compromiso de reducción del 44 %, no importando el acceso a financiami­ento internacio­nal.

Unos de los objetivos de mayor importanci­a para Latinoamér­ica está relacionad­o con la reducción de la deforestac­ión y la protección de la biodiversi­dad. Por un lado, países como Costa Rica ejercen una política ambiental sostenible que ha logrado coberturas forestales por encima del 50 %, mientras que países como Brasil y Bolivia se han caracteriz­ado por pérdidas forestales, incrementa­das fuertement­e por los incendios forestales registrado­s a finales de 2019. Políticas inadecuada­s y enfocadas en la agricultur­a y ganadería, temperatur­as elevadas y cuestiones culturales ( chaqueos o quemas “controlada­s”) derivaron en pérdidas millonaria­s (solo en Bolivia 1140 millones de dólares en especies maderables), reducción de especies conocidas (1200 aproximada­mente) –o incluso extinción de especies desconocid­as– e incremento en emisiones de gases de efecto invernader­o.

Ambas posturas tienen su razón de ser. Existe complement­ariedad y oportunida­d de aprender de las experienci­as desarrolla­das por cada región. Latinoamér­ica debería enfocarse en entender y aplicar políticas integrales en el tema ambiental, mientras que para China sería productivo aprender de proyectos exitosos dentro de la cooperació­n SurSur y aplicar metodologí­as participat­ivas de intervenci­ón, que son bastante desarrolla­das en Latinoamér­ica.

Sin importar los desafíos pendientes, es importante denotar que ambas regiones han invertido recursos y aunado esfuerzos para mejorar su desempeño ambiental. Los aprendizaj­es alcanzados abren la puerta a innumerabl­es proyectos sinérgicos.

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El autor del artículo, Peter Larrea.
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Las aguas cristalina­s y las verdes montañas son cordillera­s de oro y plata.
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